“Palabra
de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:Levántate y vete a casa del
alfarero, y allí te haré oír mis palabras.Y descendí a casa del
alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda.Y la vasija de
barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija,
según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo:¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?
dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois
vosotros en mi mano, oh casa de Israel”.
INTRODUCCIÓN
El
modelo perfecto utilizado por Dios para tipificar la vida de los seres humanos
son las vasijas de barro. Si miramos el significado que puede tener una vasija
con relación al hombre, nos daremos cuenta que Dios utiliza esta figura porque
tiene un significado profundo y que a través de este modelo nos puede enseñar
muchas cosas.
CARACTERÍSTICAS
DE LAS VASIJAS
Las vasijas son
hechas de barro:
“Entonces
Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento
de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Génesis 2:7
“Con
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de
ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. Génesis 3:19
El valor de las
vasijas depende de lo que en ellas se contenga:
Agua (1
Reyes 19:6)
Aceite
(2 Reyes 4:2)
Sal (2 Reyes
2:20)
Miel (1
Reyes 14:3)
Vino (1
Samuel 1:24)
Oro,
plata, piedras preciosas
“Pero
tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros”. 2 Corintios 4:7
Las vasijas son
frágiles:
“El
hombre, como la hierba son sus días; Florece como la flor del campo, Que pasó
el viento por ella, y pereció, Y su lugar no la conocerá más”. Salmo
103:15-16
Las vasijas se
deterioran:
“Por
tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va
desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”. 2
Corintios 4:16
HERRAMIENTAS
UTILIZADAS POR EL ALFARERO
Agua: Para darle la
forma que el alfarero quiere que esa vasija tenga. (La palabra de Dios)
Fuego: Para darle
una forma definida y permanente. (Las pruebas y dificultades)
LA CASA
DEL ALFARERO
En la casa del
alfarero encontramos la palabra de Dios
En la casa del
alfarero son formadas nuevas vasijas
En la casa del
alfarero las vasijas rotas son restauradas
LA
AUTORIDAD DEL ALFARERO
“Mas
antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de
barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?” Romanos 9:20
LO QUE
DIOS REQUIERE DE NOSOTROS EN NUESTROS DÍAS
Que tengamos
momentos a solas con Dios:
“Clama
a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no
conoces”. Jeremías 33:2
Que confesemos con
nuestra boca lo que Dios se ha propuesto hacer:
“Y
Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová
hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para
siempre los veréis”. Éxodo 14:13
Que oigamos con sus
oídos:
“El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Apocalipsis
2:29
Que veamos con sus
ojos:
“Este
oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para
ser sanado, dijo a gran voz: Levántante derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo”. Hechos 14:9-10
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clic en el siguiente enlace para escuchar esta predicación en audio:
Quedó huérfano
de padre a la edad de once años, por lo que debió trabajar en el campo para
ayudar económicamente a su familia. Desde la edad de quince años comenzó a
relacionarse con los pentecostales, aunque desde años atrás su madre le había
prohibido acercarse a ellos. En aquel tiempo sus padres pensaban que estos eran
del diablo. Le llamaba la atención su forma de alabar a Dios, aunque le
parecían exagerados los movimientos corporales, verlos golpear el piso con los
pies y el batir de las palmas.
Uno de sus
amigos más cercanos fue impactado por el poder de Dios, pero su madre al
enterarse, le prohibió acercarse a ese joven. Pero con todo lo sucedido, Bill estaba
impresionado e insistió en ir a las reuniones. En una de ellas “fue al altar”,
pero su madre lo molió a palos y le dijo:
Prefiero verte
muerto que con esos ridículos pentecostales.
Ella –en su
preocupación– hasta le prohibió que leyera la Biblia, pero el muchacho en el
transcurso de tres meses leyó en diecisiete ocasiones el Nuevo Testamento.
A finales de ese
año fue bautizado con el Espíritu Santo y habló en lenguas, aunque había estado
orando al Señor para que lo llenara con el Espíritu Santo pero que no lo
hiciera hablar en lenguas. Al poco tiempo fue bautizado por el reverendo Steeves
en el nombre de Jesucristo, en New Castle Bridge.
Rev.
Samuel Steeves, fundador de la Iglesia
del
Evangelio Completo en New Castle Bridge
Pronto Bill
empezó a testificar el mensaje pentecostal a todo aquel que le daba la
oportunidad de hacerlo, y dedicaba mucho tiempo a la oración. Poco después fue
nombrado maestro de Escuela Dominical y llegó a ser el líder de los jóvenes en
su localidad y de toda la provincia de Ontario.
En el verano de
1931, y ya trabajando como minero, fue llamado por Dios a servir en Colombia.
Esto sucedió en el campamento de New Castle Bridge, en la provincia de New
Brunswick. Aunque Bill le comentó del llamado de Dios al hno. Stairs, a la
sazón Secretario de Misiones de la Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo
en Canadá, este parece que le puso poca atención. Al fin y al cabo era un
adolescente.
Campamento
de New Castle Bridge
En 1937, William
Drost se alojaba en una casa de huéspedes y trabajaba en las minas de Coal
Creek. Allí Aksel Verner Larsen era su pastor, cuando este último salió para
Colombia como misionero. Hacía cinco años que Bill había recibido el llamado
para venir a trabajar en las misiones, pero debería esperar once años más.
Cuando Canadá se
involucró en forma activa en la Segunda Guerra Mundial, Bill se enroló como
voluntario, pensando que de esa manera tendría contacto con un montón de chinos
a quienes podría evangelizar. Sin embargo, al estar en las filas se dio cuenta
que las cosas sería un tanto diferentes.
William
“Bill” Drost
Pero estando en
la provincia de Ontario con su destacamento, conoció otros soldados
pentecostales que le indicaron la manera de asistir a la iglesia de Pembroke,
donde al poco tiempo ya tenía una buena cantidad de amigos. Allí Dios obró un
milagro de sanidad en el hospital de la localidad, a través de Bill, el cual
impresionó a las personas y médicos que conocían el caso.
El ejército lo
envió a la escuela de práctica en Hamilton, Ontario, donde permaneció por dos
meses. Allí Dios lo usó y fue invitado a predicar en Glencoe. En ese lugar se
hospedó en la casa del hno. Archie, que resultó ser el padre de Ruth Evelyn
McNeill, una chica de 17 años que estudiaba en la escuela bíblica de Toronto.
Ruth
Evelyn McNeill
Ruth y Bill se
habían conocido un año atrás en un campamento, donde ella ayudaba con el canto
y la guitarra. Su estadía en Glencoe le sirvió para entablar amistad con Ruth,
al punto que llegaron al acuerdo de ser novios si las cosas salían bien y él
podía regresar.
Cuando fue
trasladado a Europa, Bill fue enviado al campo de batalla y asignado a la
sección de ingenieros, cuya principal labor era construir puentes en la escena
de acción y barrer con los obstáculos que impidieran el avance de su compañía.
Avanzando hacia
Emmerich, el día 10 de marzo de 1945 a primera hora de la mañana, se
encontraron con poderosas estructuras defensivas de los alemanes que lograron
embotellar a las tropas de vanguardia.
El grupo de
ingenieros debía remover el obstáculo, pero una y otra vez los soldados
enviados con carga de dinamita para hacerlo volar, caían bajo las balas del
enemigo. Le tocó el turno a Bill y mientras le ponían una bolsa o mochila con
dinamita en la espalda, el joven Drost hizo una breve oración. Sin vacilar,
salió con la cabeza en alto hablando en lenguas. Caían balas por todas partes:
por delante, por detrás, y a los lados.
Bill no huyó,
sino que avanzó, llegó a la roca y colocó la carga explosiva: los cielos se
abrieron y se le presentó un gran mapa de Sur América. En la parte norte, el
territorio de Colombia estaba ardiendo: el fuego de un gran avivamiento
espiritual. Una voz suave y delicada: “Te he llamado para ir a Sudamérica; es
allí que quiero llevarte”. [1] Y por esos
mismos días, Ruth Evelyn McNeill fue llamada por Dios en una Escuela Dominical
para hacerse misionera en Sudamérica.
Terminada la
guerra Bill visitó en Inglaterra al legendario y famoso evangelista Smith
Wigglesworth, que ya contaba con 86 años de edad. Smith le profetizó sobre su
trabajo en Colombia y las dificultades que afrontaría, pero también le aconsejó
sobre el desarrollo de su ministerio misionero.
Smith
Wigglesworth (1859-1947)
A los 30 años de
edad regresó de nuevo a Canadá y a la vida civil. Encontró que su madre había
sufrido un ataque de apoplejía. Pasó unos días en Fredericton y luego fue a
Thedford, Ontario, para encontrarse con Ruth, que le esperaba. Fijaron su boda
para el quince de junio.
Casados,
pastorearon su primera iglesia en Chatman, que era fruto de una campaña que el
hno. Dudley [2] había tenido en ese lugar, y en
la cual ellos habían colaborado. Allí nació su primer hijo, Gerald.
Campbell Boyd Dudley y su esposa Peggy
Hechos los
trámites de sus documentos de viaje a Colombia se despidieron de la iglesia en
Chatman el primer día de primavera de 1948, es decir, en el mes de marzo de ese
año. Se disponían a viajar, pero entonces mataron a Jorge Eliécer Gaitán, lo
que provocó en Colombia una ola de violencia inusitada. A tal punto llegó la
revuelta, que los documentos de los Drost fueron quemados en Bogotá. Así que
tuvieron que aplazar su llegada a Colombia.
La familia Drost
llegó a Barranquilla y partió enseguida a Cartagena, a fin de encontrarse con
Pearl Cooper, quien se encargaría de hospedarlos entre tanto que se ubicaban en
forma definitiva.
Wynn Stairs,
Sanford Johnston, A. Verner Larsen, Fayetta Larsen
y Pearl Cooper
frente a la sede de la iglesia en Barranquilla
Después de un
viaje de cuatro horas en la tradicional “chiva”, llegó a Cartagena, donde Pearl
Cooper los esperaba ansiosa. El hno. Drost era fornido, pero se veía frente a
ella como un “peso ligero” frente a un “peso pesado”, hablando en términos
boxísticos.
En noviembre de
1948 la señorita Cooper realizó la primera convención en Luruaco. Allí
estuvieron Campo Elías y también María Duque. En esa confraternidad, 26
creyentes recibieron el Espíritu Santo. Allí Campo Elías se conoció con el hno.
Drost, y le preguntó qué pensaba hacer, y él le dijo: “por ahora predicar aquí
en la costa, en Cartagena”.
Campo
Elías Bernal y Eduardo García
En Cartagena,
los Drost completaban casi un año de trabajo en Colombia, pero Perla Cooper
actuaba “como un sargento”. No permitía que Bill predicara, y sólo le tenía
como su chofer, aunque a Ruth la trataba con mayor confianza. Además Bill no
lograba manejar bien el idioma y por último enfermó de malaria.
Escribió una
carta a la misión pidiendo que lo regresaran y se comprometía a pagarles hasta
el último centavo que hubieran invertido en su viaje a Colombia. Y se fue a
enviar la carta. Haz las maletas
querida, que nos vamos a casa, le dijo a Ruth al salir para la oficina de
correos.
Su esposa se
quedó orando por esta decisión, pero él en vez de ir a la oficina postal, se
fue para la playa, donde acostumbraba a ir a orar. Se arrojó en la arena y oró
por mucho tiempo. Ya más tranquilo, regresó a casa. Me parece que ya
no nos vamos al Canadá. He hecho pedazos la carta que iba a enviar. Jesús nos
va a ayudar; le explicó a Ruth. Esta se alivió al ver cómo la crisis de su
esposo se había superado.
En 1949 Aksel
Verner Larsen inauguró el templo de Barranquilla. Hasta hace algunos pocos
años, una inscripción hecha sobre el piso de cemento, en forma ordinaria, daba
fe sobre este hecho [3]
A esa
inauguración fue invitado como predicador principal, el hno. Campo Elías
Bernal. Tuvo tres intervenciones.
Campo Elías
aprovechó su viaje para informar al hno. Larsen que el misionero Johnston
estaba muy enfermo, grave, reducido a cama. Así mismo, el misionero Drost se
encontró con Campo Elías, casi un año después de haberse conocido. ¿Usted cómo
sigue?, le preguntó Campo Elías a Bill. Yo creo que me
equivoqué, dijo Bill. ¿Cómo así?,
preguntó sorprendido Campo Elías. Yo tuve una gran
equivocación de venir a Colombia. He hecho todo lo que debo hacer, y no he
ganado a nadie. Lo que hago es comer y dormir. Salgo a testificar y no he
ganado a nadie. No he hecho nada. Me volveré a Canadá. ¿No será que
usted está equivocado, no de país, sino de lugar?, preguntó el joven Bernal. ¿Qué quiere
usted decir?, repuso Bill.
Entonces Campo
le explicó que él debería irse al Valle del Cauca, ya que estaba convencido del
avivamiento que vendría sobre el Valle. De cómo el hno. Johnston había visto el
occidente colombiano envuelto en llamas, y lo había interpretado como un
avivamiento, pero él no era quien tenía que hacerlo. Por eso estaba el hno.
Campo con él, pero era sólo un muchacho y no tenía respaldo económico. Así que
lo invitó a que se fuera al Valle del Cauca.
Después de la
charla y de hacer alguna broma, Bill Drost prometió que estaría en dos semanas
en el aeropuerto de Cali, que lo fuera a esperar.
Apenas se
enteraron de los problemas de salud de Sanford en Cali; en Canadá urgieron a
Bill para que se trasladara a esa ciudad. Así que William Drost viajó a Cali,
donde efectivamente lo esperaba Campo Elías Bernal, según lo convenido.
Y ahí estaba el
mismo soldado llamado por Dios –durante la Segunda Guerra Mundial– diciéndole
en el aeropuerto Palmaseca a su joven amigo: Tan pronto como
yo puse mis pies en este suelo, sentí la unción del Espíritu Santo. ¿No ve que este
lugar es suyo? Este es el lugar donde usted debe estar, porque el hermano no
durará mucho, y yo no puedo estar acá. Usted tiene que terminar acá, respondió
Campo Elías.
Había llegado
para quedarse un tiempo en esa zona.
La enfermedad de
Sanford era de varios años; desde su época de minero sufría de silicosis. [4] Requería atención día y noche, pero en Cali no
había quien lo tratara, aunque fuera para aliviarlo un poco. Era algo más que
un esqueleto cubierto de piel.
Sanford no
desmayaba en oración por las almas: “Señor danos almas en este valle y en las
montañas; mueve las gentes y danos almas”. Lo hacía como pudiese: arrodillado,
acostado, sentado en su silla toda la noche.
Fue terrible lo
que se presentó a los ojos de Bill:
“Echado en cama en su humilde hogar de dos
habitaciones… en el cuarto más espacioso que había sido usado como capilla,
había unos bancos de madera, construidos por Sanford con los últimos restos de
sus fuerzas. La otra habitación, en la que ahora estaba echado era utilizada
como cocina y como dormitorio, funciones que quedaban divididas por una
cortina”. [5]
Pero es todo un
monumento a la esperanza y fe en Cristo, lo que Sanford exclamó cuando vio a su
viejo amigo. Levantó su mano derecha en adoración, exclamando: ¡Gracias a Dios
han llegado los refuerzos! Mira estos campos. Están blancos para la siega, tú
debes tomar mi lugar. [6]
Esa misma tarde,
Bill Drost dio muestras de su llamamiento a la obra misionera. Después de
saludar al hno. Johnston, salió a dar una caminata y a orar, y mientras
caminaba llegó a una cueva abierta. Era una mina de carbón. Se metió en ella
hasta el fondo, donde encontró a varios hombres trabajando. Empezó a
testificarles de Dios. Entre ellos estaba Eduardo García. Él y otros compañeros
de trabajo llegaron más tarde a los pies de Jesús. Después, Eduardo García
sería pastor en la ciudad de Cali.
Cuando llegó de
su recorrido –eran cerca de las 9:30 de la noche– por las afueras. Bill estaba
feliz. ¡Había tenido la oportunidad que había querido!
Campo lo vio y
le dijo un tanto molesto: Hno. Drost, yo
estaba preocupado. ¿Y por qué?,
preguntó Bill. Vea la hora y
estamos en plena violencia. Yo pensé que le había pasado algo malo, o que se
había perdido de la dirección. Hno. Campo, a
usted se le olvida que soy veterano de la Segunda Guerra Mundial. No me sucedió
nada el desembarco de Normandía, [7] ni me perdí en Berlín… y… me voy a perder en un
pueblo de estos.
El hno. Larsen
viajó de inmediato a Cali, ante las noticias que le dio el hno. Drost. Y tres
días más tarde, el 25 de septiembre de 1949, Sanford Johnston partía con el
Señor.
Tomando de la
mano a William Drost, quien era a la sazón un joven de 34 años, ya agonizante
le dijo:
“No olvide la visión. Creo que esta es una carga que
caerá sobre usted. Dios va a usarle. Usted es joven y lleno de vida; tiene el
mensaje, su vida es movida por el Espíritu de Dios. Puedo dejar esto en su mano
y estar tranquilo… [8] Prométame hno.
Drost que cuando usted se vaya de Cali por largo o corto tiempo, prométame que
el que viene de pastor para acá sea el hno. Campo”. [9]
Sus últimas
palabras fueron: “Alabemos al Señor
Jesús”. Y los presentes le oyeron decir: Yo muero, pero Dios seguramente los
visitará”. [10]
Los hnos. Larsen
y Drost se encargaron del sepelio, el cual se realizó en el Cementerio Civil de
Cali. Su epitafio decía: SANFORD WILLIAM JOHNSTON 1887-1949, EL PRIMER
MISIONERO PENTECOSTAL UNIDO PARA EL VALLE. “YO MUERO PERO EL SEÑOR SEGURAMENTE
LES VISITARÁ. UN GRAN SOLDADO HACE FALTA EN NUESTRAS FILAS”.
Sanford
Johnston con su esposa Eleanor Gamblin
Después de sepultar a Sanford, el hno. Larsen regresó a Barranquilla y Drost se fue al cerro tutelar de la ciudad, “el de las tres cruces”. Bill volvió a ver la visión que había tenido en Alemania. Ahora estaba seguro de que el Valle del Cauca era su desafío misionero. Treinta años después a Campo Elías Bernal le correspondió tramitar el retiro de los huesos de Sanford Johnston de la tumba, para llevarlos a un osario. En el año de
1950, ya el hno. Drost se había trasladado a Cali con su familia y había
conseguido un lugar más cómodo para predicar, donde cabían unas cien personas.
Fue allí donde nacieron sus dos hijos mellizos Thomas Wynn y Timothy Wayne.
Había presión y persecución, al punto que en ocasiones eran atacados por grupos
que superaban las 200 personas, pero los Drost esperaban que todo cambiaría.
La violencia
política fue feroz en el Valle durante esta época. La gente fue desplazándose a
Cali desde las zonas montañosas, refugiándose de los “chusmeros”, “pájaros”, y
otras bandas de asesinos contratadas por el gobierno conservador para aniquilar
a los liberales, los cuales conformaban el 60 por ciento de la población total.
Los refugiados
de las montañas vinieron a los servicios pentecostales. La mayoría de ellos
eran liberales, y algunos habían conocido algo del protestantismo antes. Ellos
no podían entender la predicación porque el español del hermano Drost era malo,
pero él tocaba el acordeón, cantando, y mostrándoles dónde leer la Biblia,
especialmente el libro de los Hechos, que describe la primera experiencia
pentecostal. Y él los guiaba en la oración para que recibieran el bautismo del
Espíritu Santo y hablaran en lenguas.
Los nuevos creyentes,
llenos con el gozo de lo que habían recibido, regresaban a las montañas a
contar a sus amigos y familiares lo que había ocurrido en sus vidas.
En 1951
Belarmina comentó a sus hijos acerca de una nueva iglesia en Cali, en el barrio
de la Bretaña, una iglesia que tenía un mensaje de poder, que ella había
experimentado cuando la visitó. Su familia fue a ver por sí misma, y
encontraron el mensaje tan precioso que lo pudieron entender a pesar del
defectuoso español del hermano Drost. Esa noche descubrieron lo que estaban
buscando cuando aceptaron la doctrina pentecostal de la unicidad. Allí pasaron
la noche en oración.
William Drost
tenía una ideología de trabajo misionero que difería del clásico modelo
colonial de establecimiento misionero compuesto de una junta o cuerpo
administrativo seguido por pastores nacionales fieles y subordinados a ella. Él
sintió que debía tratar a los colombianos como compañeros tanto en el aspecto
espiritual como en el administrativo. Durante 1951 el hermano Drost había bautizado
cerca de 500 nuevos creyentes en el Valle. [11]
En Cali, por el
año de 1952, la iglesia estaba en un avivamiento grande; se congregaban en la
casa donde vivían los misioneros Drost. La hna. Ruth Drost, al ver tantas
mujeres, comenzó a hacer reuniones de mujeres los lunes a las 3:00 de la tarde
y se comunicó con la esposa del misionero Larsen en Barranquilla, la cual
también comenzó a trabajar con las mujeres de su iglesia.
Las reuniones de
damas tomaron fuerza pero aún no había una organización, cada iglesia trabajaba
de forma independiente. La idea de llamarse Dorcas fue de la hna. Ruth que tomó
como punto de referencia aquella mujer que registra el libro de los Hechos (Hch.
9:36-43), la cual se llamaba Dorcas y que se caracterizaba por ser una mujer
que abundaba en buenas obras.
Gabriela de
Bernal recuerda:
“En Cali la hna. Ruth tenía buenas ideas. Allá fue
donde comenzó el nombre de Dorcas. Ellas hicieron un trabajo de visitación y
auxilios, atendiendo a las mujeres que estaban en cinta y luego en su parto:
una labor muy bonita. Lo mismo en Barranquilla; porque eso fue más en Cali y en
Barranquilla, que en Bucaramanga”. [12]
En 1953 los
hermanos Drost salieron para Canadá en sus vacaciones, dejando a Sallie Lemmons
y Campo Elías Bernal a cargo de la obra en la región occidental de Colombia.
Por ese tiempo había 140 hermanos en la iglesia de Cali. La iglesia en Palmira
tenía cerca de 50, y Alberto Clavijo fue enviado como pastor allí. Uno de los
primeros convertidos en Palmira, Gracielo Parra, había esperado recibir aquella
iglesia para que la pastorease. Cuando el hermano Alberto fue posesionado allí,
Parra se separó de la Iglesia Pentecostal Unida, formando la Iglesia
Pentecostal Libre. La doctrina de la nueva iglesia era prácticamente la misma,
pero hacía mucho énfasis en la revelación a través de sueños.
Los hermanos Drost salieron de
Colombia en 1959 para ir a Uruguay, dejando 25 iglesias establecidas en el
departamento del Valle. Los hermanos Morley vinieron de Pereira para ayudar en
la región y supervisar con el hermano Jesús Cardozo la construcción del
“Tabernáculo” en Palmira.[13]
El misionero
William Drost comenzó la obra en Perú, y para el año de 1963, la iglesia
colombiana fue a colaborar por medio de Judith Agredo y Wilson Gómez. La Verne
Larsen e Isabel Torres también fueron a ese país en 1966. También se colaboró
económicamente con ofrendas colectadas en las convenciones.
Acerca del
trabajo misionero en Perú la hna. Isabel Torres recuerda:
“Cuando llegamos ya existía una obra en
Charra Ríos y allí trabajamos con la familia Drost y la familia Weins, Judith
Agredo y Wilson Gómez. Judith, La Verne y yo, trabajábamos desde las 10:00 de
la mañana hasta las 10:00 de la noche cada día. El Señor nos permitió trabajar
en Ermitaño y comenzamos obra en Collique y Progreso. En ese mismo tiempo se
iniciaron en la obra de Dios, Gerald y
Wynn Drost. Gerald se aplicó mucho
en la música y Wynn amaba las almas. Él tocaba su trompeta y desde que entrábamos
a Collique, hacía como el flautista de Hamelin. Mientras tocaba “Firmes y
Adelante”, por ejemplo, los niños lo seguían y llegábamos al cerro en donde
enseñábamos la palabra y hacíamos obra social.
Tuvimos momentos muy bellos. Wynn con su poquito
dinero se compraba una latita pequeña de leche condensada y un pan peruano y
con eso se contentaba hasta que terminábamos nuestro trabajo. No lo puedo
olvidar. Era un muchacho que amaba la obra de Dios hasta hoy. Wayne era un verdadero amigo y tenía un
corazón muy sensible a las necesidades de las gentes. Trabajaba en lo que se le
presentaba. Gerald también trabajaba. Los muchachos trabajaban cuando tenían
oportunidad. Verner era pequeño; era
un niño muy especial. Le gustaban las experiencias químicas; mezclaba aguas de
diferentes colores y nos las presentaba como un nuevo invento.
Judith Agredo, después de Rivera, era una alhaja.
Ella ya trabajaba en Perú antes de que nosotras llegásemos. Fue una de las
pioneras con los Drost, y miembro de una de las iglesias de Cali, Valle,
Colombia. La hna. Ruth era valiente;
siempre rodeada de cinco hombres…. Haber trabajado cerca del hno. William Drost me dio otra manera de ver
el trabajo del Señor. Aprendí varias cosas de él; sobre todo de su manera
descomplicada y simple. Era un hombre que practicaba los dones del Espíritu y
enseñaba muy bien las cartas a los Corintios.
Los Drost salieron y la Misión Internacional, con el
hno. Oscar Vouga, encargado de misiones, nos pidió que nos quedásemos en Perú
porque el hno. Weins no dominaba el castellano. Tiempo después el hno. Drost nos
visitó, quien llevaba a cabo una gira por América del Sur con propuesta de
supervisar unas obras allí; pero él tenía en su corazón la gira y la visión que
tuvo de España. En el culto de la noche él habló de Valencia, España. Yo amo
mucho las cosas del Espíritu, pero pienso en la lógica también. Entonces yo me
dije: para qué habló este señor de Valencia, España, si la mayoría de personas
que están presentes, no saben nada de España. Todos eran indígenas. Cuando el
culto terminó, La Verne oraba de rodillas y lloraba mucho. Bueno, esas eran
cosas personales. Yo no tenía que entenderlas.
Al día siguiente el hno. Drost vino a visitarnos y
conversando le dije: yo estoy lista para ir a España. Dios me ha hablado. De
inmediato La Verne dijo: a mí también. Yo no quería ir, pero anoche después que
usted habló hno. Drost, Dios me mostró: “Quién sabe si para esta hora te he
llamado al reino”. Y contesté: “Yo voy, y si perezco, que perezca”. (Eso
ocurrió así. Ella salió de España encinta de Keyla y cuando llegó a Colombia,
después del nacimiento del bebé, se enfermó hasta partir con el Señor).
El hno. Drost nos miró y dio gracias al Señor.
Cuando terminamos de hablar, La Verne dijo: yo también iré. A esto, el hno.
Drost explicó: “entonces vamos, porque cuando salí de Canadá para Sur América,
mi esposa me dijo: yo voy a España si las chicas de Perú van también. Así que
esta es la señal”. Ese hombre salió feliz”.[14]
El hno. William Drost
viajó a la ciudad de Málaga, España, en el año de 1967 para abrir obra en esa
ciudad y abrir brecha en ese país. En 1968 fueron enviados Álvaro Torresy La Verne Larsen junto con su hermana Isabel Torres para reforzar el trabajo que había iniciadola familia Drost. La hija del hno. Larsen se había casado con un creyente
colombiano, el hno. Álvaro Torres, y junto con los hermanos Drost y otra pareja
colombiana, Noel Ospina y Ana Mora, fueron los primeros misioneros
latinoamericanos en ir a España, sostenidos conjuntamente por la Iglesia
Pentecostal Unida de Colombia y la de Canadá.
Mark Vahi, Domingo Zúñiga, Wynn Drost, William
Drost, Álvaro Torres
y Gerald Drost, y otros hermanos, frente al templo en
Málaga, España
Los misioneros estaban distribuidos en las siguientes ciudades como se describe a continuación:
William Drost: Málaga Álvaro Torres: Valencia Noel Ospina: Barcelona Thomas Wynn Drost: Madrid Timothy Wayne Drost: Zaragoza
Acerca del
trabajo misionero en España la hna. Isabel Torres recuerda:
«Con la decisión del hno. Drost y su partida, que
fue inmediata, porque él tenía confirmación profética sobre el campo, se vio la
necesidad de obreros. En cuanto a mi hermano (Álvaro Torres), había decidido
partir con La Verne Larsen. Mi puerta se abrió y fue así como salí bajo una alianza
colombo-canadiense. Instrumentos de Dios usados en ese momento para mi salida
al gran campo.
El momento de partida a España llegó; y salimos de
Lisboa a Madrid… Mi oración fue: Señor, permite que de este país y de esta
ciudad salga un pueblo que te reciba en las nubes cuando vengas por tu pueblo.
Llegamos a Málaga muy cansados. Fuimos recibidos por
la familia Drost. Ya Gerald estaba casado con Dawn (Aurora) Bristow. La hna.
Ruth estaba contenta. Los mellizos Wynn y Wayne ayudaban en la evangelización de
jóvenes… Verner era jovencito, pero muy especial. Amaba al Señor desde pequeño
y era el favorito del hno. Drost, junto con Wayne. De Wayne decía que tenía su
mismo carácter y de Verner que iba a ser el mejor porque había estado más cerca
de él. Yo reía cuando le escuchaba; de Gerald decía que era el consentido de
mamá y de Wynn, decía, tenía el mismo carácter de su madre.
Yo quedé viviendo en la casa de los hnos. Drost y
Álvaro y Gerald vivían en sus apartamentos. Con la hna. Ruth Drost ya había
vivido en Perú, así que nos conocíamos bien. Llegué joven a Málaga. Los Drost,
Álvaro, La Verne y los jóvenes deban entusiasmo y ambiente muy bonito al
grupito. Los jóvenes participaban con amor y entusiasmo en todo lo que se
hiciera para el Señor. Había bonitas voces en el grupo. Álvaro era una
bendición en la predicación y el hno. Drost con su esposa con la experiencia.
Wayne me cogía la loción para el cabello, y un día
me asustó con una pequeña culebra, y ¡qué horror!; me escondí en la sala de
baño por un buen rato, hasta que su madre llegó del mercado. Él pasó luchas
fuertes como joven. Era atractivo, cantaba, tocaba el saxo y la guitarra;
pintaba, pero el Señor lo ayudó y salió adelante. Tenía el carácter de su
padre. Él se colocaba en la puerta del local para invitar a la gente, y claro,
con su personalidad, muchas chicas entraban a las reuniones. Wayne era un loco
amable y sincero; estoy segura que no fue entendido porque tenía un gran
potencial.
El último país que el hno. Drost tuvo en el corazón
fue Marruecos. Él iba y hacía contactos evangelísticos.
Se abrió un local en Vallecas (Madrid) y recuerdo
algunas anécdotas. Las reuniones las hacíamos en esta forma: Wynn se colocaba
en la puerta y Gerald y yo estábamos listos para dirigir y para predicar. Wynn
miraba si se veía un par de zapatos y cuando los veía, abría la puerta y
saludaba amablemente. Ya yo estaba dirigiendo un canto; si la persona entraba,
yo pasaba a Gerald, y él venía con su mensaje corto. A veces la persona
resistía y otras veces salía enseguida. Nosotros orábamos y Wynn continuaba en
su tarea. Así sucesivamente hasta que entraban unas cuantas personas. La
predicación y el amor a las almas nos hacen actuar en una forma que algunas
veces nos parece locura.
No fue fácil en Madrid; hubo discordia con el hno.
Wynn. Wanda, su esposa, era muy especial y amaba las almas; ella fue una esposa
hecha para un servidor de Dios. Era sana y llena de amor. Yo la había conocido
en Canadá, tanto a ella como su familia.
El hno. Drost era un hombre muy particular y tenía
una forma de trabajar que muchos no comprendían. A veces iba en su coche y el
Señor lo hacía parar para hablar a las almas. En esa forma contactaba hombres y
mujeres, ancianos y jóvenes.
Una vez entró en contacto con un grupo bien raro,
llamados “los niños de Dios”. Eran muy particulares, y andaban por todas
partes. Recuerdo lo sucedido un día que vinieron a comer a la casa. Como muchas
veces ocurría, el hno. Drost llamó casi a la hora del almuerzo y los trajo a
comer. En esos casos, nosotros poníamos sobre la mesa lo que había.
En esta ocasión, Verner, su hijo menor, tenía unas
pocas pesetas que había ahorrado, y cuando fui al mercado a comprar, me dijo:
Isabel, voy contigo para comprar un poco de carne porque me voy a hacer unas
hamburguesas. Fuimos, y yo tenía pena porque su dinero solo alcanzaba para
comprar la carne más barata y parecía carne para perros, pero la compró y
estaba feliz de hacer sus hamburguesas.
Verner estaba orgulloso de presentar sus hamburguesas,
que yo no las comí, y su padre, viendo la inocencia de su hijo, me miraba con
sus ojos, que a veces parecían de niño. Pero Verner, todo orgulloso, puso el plato
sobre la mesa y creo que sólo comió una, porque los jóvenes que estaban
presentes quizá no habían comido una hamburguesa por un buen rato y decían que
estaban muy buenas. Verner estaba feliz
y se le fueron todas sus pesetas ahorradas, pero con satisfacción de ver que
los muchachos comían con mucho gusto.
Después de haberlos conocido, los jóvenes decidieron
ir a Marruecos para compartir el evangelio; ellos eran americanos. Se pusieron
a compartir el evangelio en la playa y los pusieron en prisión por esto. Ellos
no conocían a nadie y dieron el nombre del hno. Drost en Málaga como referencia.
El hno. Drost quería ir a socorrerlos, pero no tenía una aprobación de Dios.
Esa noche presentó al Señor una señal: “Señor, si tú quieres que yo vaya a
Tánger a ayudar a esos muchachos, te pido una señal en dinero”.
Se fue después del culto al correo para ver si había
llegado algo. Antes vivíamos así. No había depósitos en los bancos para los
misioneros, pero el Señor usaba a la gente y enviaban. La hna. Ruth no estaba
muy de acuerdo que hiciera ese viaje porque hablaban un poco en la sala y el
hno. Drost tenía que irse temprano, si iba. Yo no sabía nada. Cuando fui a orar
para acostarme, el Señor me dijo: da lo que tienes en dólares al hno. Drost. Yo
creí que era cuestión personal. Porque lo que yo tenía eran 10 dólares. Y seguí
orando; el Señor volvía a decirme la misma cosa. Yo continué orando, y le dije:
¿Señor, que va a hacer él con ese dinero? Eso no alcanza ni para dar un
sándwich a cada uno de esos jóvenes. Pero le pregunté a la hna. Ruth en dónde
estaba el hno. Drost. Ella contestó: en el dormitorio orando. Se quiere ir a
Marruecos mañana en la mañana. Entonces le dije a la hna. Ruth que quería
hablar con él. Ya era tarde. Ella lo llamó. Él salió y le dije: hermano, el
Señor me dice que le dé estos 10 dólares y esto casi no le sirve de nada.
Entonces me respondió: eso no es lo importante; yo pedí a Dios la señal en
dinero para ir a Marruecos y eso es suficiente. Es mi señal. No me ha venido
dinero de ninguna parte.
Se fue; el día siguiente fue a la prisión que
quedaba frente a la playa de Tánger y ahí estaban los jóvenes con un grupo como
de 80 personas escuchando; pero eso no fue todo. Cuando el hermano se fue a
abogar por los jóvenes, para desagraviarlo le ofrecieron una cena con
autoridades altas de Tánger y pudo testificarles a todos ellos. Eso fue
grabado. Hoy la iglesia de España ayuda con su dinero a una misión en
Marruecos.
Hubo altercado entre los misioneros y yo no pude
resistir esto. Había algunos puntos doctrinales en los que no concordábamos, y
hubo espíritu de críticas. Yo tenía mi llamamiento por la obra en España, pero
decidí regresar a Colombia y servir allí. Creo que para hacer algo para la
eternidad, hay que estar en paz los unos con los otros. Pablo también tuvo que
separarse algunas veces de sus compañeros». [15]
Familia Drost
Fotografías
William Drost, fotografía tomada en 1979
Hnos. William Drost y Domingo Zúniga cruzando en
barco el mar Mediterráneo, 1975
Familia Drost: Gerald, Ruth, William, Wynn, Wayne, Verner
Hna.
Ruth con sus cuatro hijos: Wynn, Gerald, Verner
y Wayne
Todos son predicadores del evangelio
Fotografía publicada el 27 de noviembre de 2013
Hna.
Ruth con su hijo menor Verner Drost, quien es pastor de la Iglesia “SmytheStreet Cathedral”
en
Fredericton, Canadá, desde 1987, una iglesia de más de 800 miembros
Fotografía
publicada el 27 de noviembre de 2013
Hna. Ruth con sus dos hijos mellizos Timothy Wayne y
Thomas Wynn Fotografía publicada el 27 de noviembre de 2013
La
hna. Ruth Drost de 88 años, vive actualmente en
Fredericton,
Canadá. Fue misionera por 51 años en 5 países
Fotografía
publicada el 27 de noviembre de 2013
Videos
Noel Ospina, Domingo Zúñiga, Álvaro Torres y familia Drost
Hna. Ruth Drost en Fredericton, Canada. Noviembre 11
de 2013
Rev. Thomas Wynn Drost. Predicando en la Conferencia
Llamados para Impactar 1995. Houston, Texas – EE. UU
El hno. Thomas Drost es actualmente el Obispo
Presidente de la
Iglesia Pentecostal Unida de México – IPUM
Timothy Wayne Drost testificando cómo su padre, el hno. Bill Drost,
volvió a la vida después de un accidente en su automóvil en Colombia
Bill Drost el Pentecostal
Primer libro: Un hombre con una misión Segundo
libro: Un destino más allá de la muerte
Referencias
[1] WIETESKA, Mike y
Lorna. Un hombre con una Misión. Bill el Pentecostal. Barcelona, Esp. Editorial
CLIE. En su mayoría, los datos mencionados sobre la vida de Bill Drost han sido
obtenidos de este mismo libro.
[2] En el año de 1957
el hno. Dudley, pionero del Canadá, visitó a Colombia. Un domingo en la tarde predicó un mensaje
sobre la fe. Cuando invitó a pasar adelante a los que tuvieran necesidades, a
fin de orar por ellos, lo hizo una ancianita que era ciega. El joven Álvaro
Torres se acercó lo que más pudo a fin de ver qué harían por la anciana. El
predicador visitante le impuso las manos en la cabeza y oró por ella. Cuando
terminó, la ancianita comenzó a gritar: ¡veo!, ¡veo!, ¡veo!
[3] Cuando este piso
fue cambiado, el hno. Álvaro Torres tuvo el cuidado de conservar este pedazo.
[4] Silicosis:
Enfermedad que no tiene aún hoy en día cura médica. Cuando se trabaja en zonas
donde se inhala sílice, sobre todo cristalizado, este se adhiere a los pulmones
y puede producir hongos en los pulmones y otras complicaciones respiratorias.
[5] Viene citado en
WIETESKA, Mike y Lorna. Op. Cit. p. 96.
[6] WIETESKA, Mike and Lorna. Op. Cit. p. 96.
[7] Con el
desembarco en Normandía (Francia), los aliados comenzaron la ofensiva general
para vencer a los alemanes y los que estaban unidos a ellos. De esta manera se
impusieron en la Segundo Guerra Mundial.
[8] GAMBLIN, Eleanor, with MOREHOUSE Joyce. Op. Cit. 139-169.
[9] Entrevista al
hno. Campo Elías Bernal.
[10] Entrevista al
hno. Octavio Valencia. Bucaramanga, marzo de 1977.