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miércoles, 24 de abril de 2013

Hacia el Movimiento Pentecostal Moderno

 
Por David Hernández y Eduardo Forero

Tomado de los apéndices del Libro Una Historia que no Termina Volumen I (Comienzos y Primeros Años de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia). Pág. 245-308
 
Consideraciones Generales
Hay muchas organizaciones pentecostales en el mundo que difieren entre sí por sus diversas  doctrinas y formas de administración eclesiástica. El único principio común que comparten por igual es la creencia de recibir el bautismo del Espíritu Santo con la evidencia inicial de hablar en otras lenguas. La mayoría de estas organizaciones son trinitarias; pero también existe entre los pentecostales un numeroso grupo de creyentes que han abrazado la doctrina de la Unicidad de Dios con sus implicaciones cristológicas y practican el bautismo en el nombre de Jesús; a ellos se les ha denominado uni-pentecostales [o Pentecostales de la Unicidad]. Es a este grupo de creyentes que se adscribe la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
Algunos de los aspectos que han dado identidad al movimiento Pentecostal moderno han sido el hablar en lenguas, los milagros, y la actitud entusiasta de sus adherentes. La justificación de estos elementos identitarios la encuentran los pentecostales en los cristianos del primer siglo que como colectividad hablaban en lenguas, operaban milagros y se distinguían por su fervor espiritual; [89] Este ejemplo de la iglesia primitiva es el que los pentecostales del siglo veinte desearon que se repitiera entre ellos.

De los elementos característicos del Pentecostalismo solo nos referiremos en el presente capítulo, y desde un punto de vista histórico, a la glosolalia; el objetivo es entonces realizar un breve resumen y mostrar  la presencia de ésta en la historia del cristianismo.
También se hará un esbozo acerca de las raíces, el nacimiento y organización del movimiento Pentecostal y la posterior organización de algunas iglesias uni-pentecostales de Norte América. Este orden permitirá con más claridad identificar las raíces de la “Fraternidad de Iglesias del Evangelio Completo, del Distrito Marítimo del Canadá” que fuera la encargada de enviar a Colombia al misionero Aksel Verner Larsen en el año de 1937 y de la “Iglesia Pentecostal Unida Internacional”, que posterior a su organización en el año de 1945 contribuyó con el trabajo misionero en Colombia.
La Glosolalia: “Característica Propia del Pentecostalismo”
En el movimiento Pentecostal moderno, el bautismo del Espíritu Santo infiere que la experiencia siempre va acompañada de la evidencia de hablar en lenguas. El término glosolalia ha surgido de la unión de dos vocablos griegos, Glóssa: lengua y Laleîn: hablar. Hechos 2:4  dice: “Laleîn hetérais glóssais: Hablar en otras lenguas” y 1 Corintios 14:18 “Glóssais lalô: En lenguas hablo”. De allí que glosolalia ha venido a ser la palabra técnica que se usa para describir el “hablar en lenguas” que consiste “en personas que bajo la acción del Espíritu, se pueden expresar en lenguajes que no les son propios y que son entendidos por aquellos que sí los conocen”. [90]
Con relación a la glosolalia o el hablar en lenguas  se presentan tres hipótesis a saber:
1- Fue sólo un fenómeno temporal que desapareció de la Iglesia a finales del primer siglo.
2- Ha estado presente de manera activa en todos los tiempos de la Iglesia.
3- Y finalmente, se plantea que fue una evidencia fuerte hasta el tercer siglo, pero que luego desde ese momento histórico hasta el siglo XVII se presentó de manera esporádica, para posteriormente intensificarse de manera progresiva hasta lo que hoy representa para el movimiento Pentecostal.
Las dos primeras hipótesis se pueden sostener si se dejan de lado y se desechan las evidencias históricas. La tercera hipótesis se considera la más acertada y es la que se presentara en el presente capitulo. [91]
Al ser estudiados los periodos que abarcan (1) desde el nacimiento de la iglesia hasta el año 250 d.C. y (2) desde 1650 hasta la actualidad; exceptuando el espacio que va desde el año 250 d.C. hasta 1650 d.C.; podría decirse, respecto a la glosolalia, que las evidencias “nos obligan a pensar en términos de movimientos pentecostales y no simplemente de experiencias aisladas, espasmódicas de ciertos individuos…” [92]
Es indudable que la Glosolalia fue una evidencia  poderosa y extraordinaria ocurrida el día de Pentecostés y que enmarca el nacimiento de la Iglesia.
"Además, la glosolalia está presente no sólo en este momento histórico el cual es registrado en el N.T., sino que también se registra en otros hechos de la vida de la iglesia primitiva durante toda la época apostólica". [93]
Esta experiencia del hablar en lenguas, no hacía parte de las enseñanzas o creencias de unas cuantas personas o de un movimiento dentro de la Iglesia primitiva, sino que se consideraba como una doctrina importante para la iglesia en general, y el creyente normal estaba habituado a ella, ya fuera como la evidencia del bautismo del Espíritu Santo o para la edificación personal y eclesial.  Es significativo anotar que el mismo apóstol Pablo, alentaba a los creyentes a abundar en el hablar en lenguas,  y en el capítulo 14  de 1 Corintios dedica un espacio considerable a la forma de regular dicho don en el culto público.
Para la época de los Padres de la Iglesia, el hablar en lenguas poco a poco fue perdiendo fuerza, en gran  parte debido a la influencia helenística que comenzaba a afectar la Iglesia. En este sentido Gaxiola explica que:
“…La actitud de algunos Padres de la Iglesia respecto a la glosolalia, parece haber  contribuido  a la poca estima en que ésta fue tenida posteriormente, en particular porque los Padres deseaban  ganar la aceptación de la sociedad helenista para el cristianismo, pues aquella era más dada a la lógica que a la emoción”. [94] 
Por otra parte, un factor que ayudó a opacar la doctrina y la práctica de la Glosolalia fueron las acusaciones que hacían  los paganos al respecto:
“Tienen profetas que pronuncian declaraciones incomprensibles y totalmente obscuras, cuyo significado no podría descubrir ninguna persona inteligente, pues carecen de significación y sentido y dan oportunidad de que cualquier necio o adivino tome las palabras en el sentido que le agrade”. [95] 
Frente a estos ataques ridiculizantes del paganismo, los apologistas cristianos procedían a defender a la iglesia esgrimiendo argumentos que desautorizaban a "estos profetas  y sus experiencias místicas”, de tal manera que poco a poco se fue creando un ambiente hostil hacia la glosolalia y otros carismas del Espíritu.
También  Ireneo, Tertuliano, Justino, Orígenes y Agustín de Hipona, en un periodo que cubre desde el siglo segundo hasta el quinto, mencionan la glosolalia en sus escritos, unos intentando legitimarla y otros por el contrario desvalorizándola.
De igual manera, los Montanistas pueden mencionarse entre los cristianos post-apostólicos que practicaban la glosolalia. Desafortunadamente, los seguidores de Montano y otros cristianos entusiastas de los primeros siglos de la iglesia, fueron acusados de excesos emocionales, errores doctrinales y conductas inmorales, que contribuyeron a darle mal nombre a todo lo relacionado con la glosolalia. Su mal recuerdo, ha inspirado en todas las épocas a la iglesia tradicional a tratar de controlar, rechazar o acabar con tales manifestaciones. [96] 
Según Gaxiola; la poca referencia que se hace de las lenguas a partir del siglo tercero, responde a que desde décadas anteriores y al interior de la iglesia, “se venía mudando la esfera de donde creían que operaba el Espíritu Santo”. Al  principio y bajo una fuerte influencia “hebreo-cristiana, el operar del Espíritu Santo se asociaba con la glosolalia y demás dones del Espíritu”; pero posteriormente con la desaparición de la tradición hebreo-cristiana,  y bajo el influjo de nuevos ambientes helenizantes que habían ingresado a la iglesia, se comenzó a dar énfasis “a la operación del Espíritu por medio de la vida ordenada de la iglesia y en una adecuada fe, amor y moralidad”.  Esta nueva concepción se gestó como una reacción ante los excesos emocionales y morales de entusiastas habladores de lenguas cuya conducta dejaba mucho que desear; por consiguiente las lenguas y demás demostraciones fenomenológicas perdieron valor en esta época y ya no servían como aspecto identitario y autenticador del cristianismo; además se argumentaba que estas manifestaciones no eran exclusivas del cristianismo y  también podían observarse en algunas religiones paganas. Como una respuesta a dichas circunstancias se sobre-enfatizó el fruto del Espíritu, una conducta moral correcta y la vida eclesial ordenada, como las más apropiadas evidencias de la obra del Espíritu y como los medios más adecuados para atraer a la gente al cristianismo; dejando de lado la glosolalia, los dones del Espíritu, [97] y el fervor espiritual del culto público, dando paso al sacramento y a la elegancia del ritual cúltico.
Otro aspecto que valdría la pena mencionar como causal para el progresivo desvanecimiento de la glosolalia, es la introducción en la iglesia cristiana del bautismo de infantes, que inició aproximadamente siglo y medio después de la ascensión de Cristo. El infante es incapaz de tener fe; por lo cual nadie esperaba que fuera bautizado con el Espíritu Santo hablando en lenguas, como inicialmente sucedía con los adultos recién convertidos.
A partir de entonces, los conceptos y prácticas debían adaptarse a esa nueva realidad, y la impartición del Espíritu Santo bautizando al creyente, fue  reducida a una  celebración sacramental por la cual, llegado el momento, el nuevo creyente, por la imposición de manos era declarado lleno del Espíritu, sin esperarse que hablara en lenguas. Este nuevo modo de obrar es legitimado por  Agustín de Hipona cuando dice:

“Porque el Espíritu Santo es dado no sólo por la imposición de manos en medio del testimonio de sensibles milagros temporales, como fue dado en los primeros días para que fueran credenciales de los primeros inicios de la iglesia. Porque ¿quién espera en estos días que aquellos a quienes se impone las manos para que reciban el Espíritu Santo comiencen a Hablar en lenguas?” [98] 
El Dr. Manuel J. Gaxiola dice que:
“Quizá fue San Agustín (354-430) quien con sus opiniones determinó la actitud general de la iglesia por muchos siglos hacia la glosolalia y otros carismas, ya que es a partir de él, que la glosolalia prácticamente deja de mencionarse en la historia de la iglesia occidental y pasan doce siglos antes de que se vuelva a hablar de ella con frecuencia. Agustín era tajante en su opinión sobre las nuevas lenguas. Admitía que los primeros cristianos hablaron en idiomas que no habían aprendido, pero…creía que ‘estas señales estaban adaptadas a su tiempo’ y que habían pasado”. [99] 
Entre el siglo tercero y el décimo séptimo, la glosolalia ya no se manifestaba con frecuencia en la iglesia y más bien, había llegado a ser repudiada en su seno, o en el mejor de los casos se tenía la idea de que los dones eran milagros reservados sólo para los más piadosos; por lo tanto en este periodo es difícil señalar nombres y fechas relacionados con el hablar en lenguas. Finalmente la glosolalia se redujo a experiencias aisladas de ciertos grupos e individuos y únicamente desempeñó un papel de importancia dentro de los esporádicos movimientos en que se dio y que generalmente fueron tildados de heréticos.
Tugwell  explica que las lenguas fueron usadas en ocasiones como don para la predicación; 

“Y este es el uso con que los teólogos escolásticos de la edad media estaban familiarizados, y es muy atestiguado por los misioneros antiguos y modernos…San Vicente Ferrer, por ejemplo, y San Francisco [SIGLO XIII],  predicaban en idiomas que no conocían…” [100] 
Para este tiempo algunos de los casos documentados que se refieren a gente que hablaba en lenguas, incluyen a Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), Santa Clara (1193-1253) y Francisco Xavier (1506 -1552). “Este último no solo hablaba en tamil, bajo la inspiración divina, sino que también hablaba en portugués y era entendido por chinos y japoneses que encontró en sus viajes misioneros”. [101] 
También se pueden identificar en la historia movimientos como los Valdenses que se remontan al siglo XI, los Albigenses y grupos mendicantes medievales (siglo XIII) que hablaban en lenguas.
Es importante hacer notar, que la iglesia romana rechazaba oficialmente la glosolalia, calificándola como evidencia de posesión demoníaca; especialmente entre aquellos movimientos disidentes del catolicismo que hablaban en lenguas. Sin embargo, de manera ambigua “honraba a unos pocos de sus más ilustres personajes por haber hablado en lenguas, aun al extremo de incluir el fenómeno entre los milagros anotados a su favor en el proceso de canonización”. [102] 
Ya a principios del siglo XIX, por el año 1830, en Escocia, Alexander Scott enseñaba que los dones de la iglesia primitiva eran para los cristianos de todos los tiempos; esto despertó la fe de James McDonald quien junto con su hermana Margaret hablaron en lenguas. Por la oración de James, su hermana fue sanada. Luego, los dos oraron por una inválida llamada Mary Campbell quien caminó milagrosamente. Fue así como Scott puso al tanto de lo sucedido a su amigo Edward Irving [103] que pastoreaba la “Caledonian Church” de Londres. Irving creyó y de inmediato comenzó a predicar “las lenguas” como “bautismo del Espíritu Santo y fuego”, la sanidad divina y el pronto regreso de Cristo.
Edward Irving (1792-1834)
Como consecuencia de esto, por 1831 surgió en Londres un fugaz movimiento que sirvió para centrar la atención en la glosolalia y otros carismas; fenómenos que  difícilmente se veían en aquellos tiempos en Inglaterra.

Irving mismo, nunca habló en lenguas; pero la sociedad londinense fue impactada por su predicación y se despertó una conciencia que condujo a manifestaciones de corte pentecostal (espontaneidad del culto, movimientos corporales, lenguas, profecía y milagros), y a un crecimiento inesperado.

Gaxiola expone que entre los que tuvieron la experiencia de las lenguas en el siglo XIX, se encuentran los cuáqueros. También en Rusia se registran casos por el año de 1855, al igual que entre los luteranos alemanes por los años 1860-1870. Agrega además, que en todo Estados Unidos, hubo manifestaciones semejantes, tanto en individuos como en iglesias y campañas de avivamiento. [104] 

Foster habla de manifestaciones del Espíritu en Inglaterra en el año 1854, en las que el anciano Edwin Burnham habló en lenguas y las interpretó. Foster agrega, que V. P. Simmons, un escritor de la época, presenció un avivamiento en 1873 donde “El hablar en lenguas, acompañado mayormente con el don de sanidad, fue manifestado”. [105] 

Por el mismo año (1873), Dwight L. Moody e Ira Sankey, visitaron Inglaterra, y Roberto Bayd comenta lo que él mismo vio en una de las reuniones de la Academia Cristiana de Hombres Jóvenes, donde Moody estuvo predicando: “Cuando yo llegué a los cuartos de la Academia Cristiana de Hombres Jóvenes, encontré la reunión en fuego. Los jóvenes estaban hablando en lenguas y profetizando” [106] 

Dwight L. Moody (1837-1899)

Mary Woodworth Etter, evangelista convertida al movimiento Pentecostal,  recordaría años después lo que en la Iglesia Hermanos Unidos sucedía: “Casi desde el principio de mi ministerio [1876] algunos hablaban en lenguas desconocidas; pero yo no lo entendía, y como yo era el único líder, no tenía suficiente tiempo para investigarlo y explicarlo; pero yo sabía que provenía de Dios”. [107] 

Mary Woodworth Etter (1844-1924)

Según Gaxiola; el estudioso jesuita Damboriena afirma que:

“En los avivamientos que se dieron en los Estados Unidos en tiempos de Finney [1792-1875], Moody [1837-1899], Doowie [1847-1907], Torrey, en la Iglesia Católica de Inglaterra del siglo pasado y en algunas iglesias luteranas de Alemania, así como en el avivamiento de Gales (1904-1905), se dieron casos de glosolalia…” [108] 

Movimiento de Santidad

El protestantismo surge como una reacción ante la decadencia espiritual y moral del catolicismo; pero con el paso de los años el movimiento protestante se petrifica, pierde de vista su objetivo original y entra en descenso en lo concerniente a los principios que lo inspiraron, cayendo en un frío intelectualismo y un profundo formalismo; con una teología muy elaborada, pero con una muy pobre relación con Dios. Ante esto, se genera una reacción a su interior por recuperar aquellos principios olvidados y surgen líderes de corte evangélico que rechazan ese adormecimiento espiritual y propugnan por una más cercana relación con Dios. Podría citarse el caso de los puritanos disidentes de la iglesia anglicana del siglo XVII, de los cuales posteriormente surgirían entre otros, los presbiterianos, los bautistas y  los cuáqueros (tembladores). Estos últimos eran el ala radical del puritanismo inglés que abogaba por el retorno a una vida más espiritual.  Muchos de ellos practicaban la glosolalia y muchos creían en la Unicidad de Dios.

Otro ejemplo que valdría la pena mencionar, es el “Club Santo” fundado por Charles Wesley y George Whitefield en el siglo XVIII, que puso las bases de lo que posteriormente vino a ser la Iglesia Metodista liderada por John Wesley. Es claramente visible en los anteriores ejemplos, que el despertar evangélico implica una serie de avivamientos espirituales al interior del protestantismo; dicho despertar espiritual como consecuencia genera disidencias de las iglesias tradicionales y la consiguiente organización de nuevas denominaciones. En la mayoría de los casos no era la iniciativa de los líderes evangélicos fundar una nueva organización eclesiástica, pero al ser rechazados en sus iglesias tradicionales se vieron obligados a hacerlo. Esos nuevos grupos evangélicos que fueron en su momento paladines de avivamiento, como por ejemplo la Iglesia Metodista, repiten el proceso de petrificación al institucionalizarse y ganar la aceptación social. Entonces comienzan a ser acusados de un adormecimiento espiritual, la perdida de la santidad, y su consiguiente ingreso a la mundanalidad. Como reacción a ese adormecimiento, se levantan personajes que invitan a una nueva y más profunda experiencia con Dios y al desarrollo de una vida más cercana a los principios bíblicos, surgiendo así el movimiento de Santidad de la segunda mitad del siglo XIX. El cual entre sus postulados, buscaba regresar a los conceptos bíblicos de espiritualidad y santidad, sin tocar el asunto de la trinidad. De este movimiento, muy joven en su formación, de manera casi directa surge el movimiento Pentecostal, que marcó la vida religiosa de la iglesia cristiana en el siglo XX.

El siglo XIX fue un tiempo de mucha inquietud espiritual y debido al ambiente de frialdad, conformismo y sequedad espiritual que había en la mayoría de denominaciones cristianas tradicionales surgen nuevos grupos que tenían diferentes nombres y doctrinas, todos inspirados en profundizar su consagración y en escudriñar la palabra para tener una vivencia más real con Dios.

En el siglo XIX existía no sólo un fervor escatológico, sino también gran interés por recuperar algunas prácticas de la iglesia primitiva que se habían tenido olvidadas. Doctrinalmente surgieron todo tipo de profecías; intereses, explicaciones y especulaciones escatológicas. Por ejemplo, el dispensacionalismo fue retomado y también se hablaba de la restauración de los ministerios y los dones de la iglesia primitiva; además surgieron grupos que trataban de restaurar algunas de las tradiciones judías como el sábado y las reglas dietéticas del Antiguo Testamento.

Todo esto es importante porque en la teología pentecostal se incorporan no solo las ideas proféticas del siglo XIX; sino que también aparecen grupos pentecostales que guardan el sábado y hay mucha gente en iglesias pentecostales no sabáticas que se abstienen de comer cerdo por razones religiosas. [109] 

Gaxiola, citando a Dayton, asevera que “las raíces teológicas del Pentecostalismo se remontan cuando menos hasta los tiempos de John Wesley (1703-1791), y se cristalizan en los Estados Unidos para convertirse en un factor determinante de la teología pentecostal”. [110] Igualmente, manifiesta que el Pentecostalismo “resulta de la aglomeración de prácticas y doctrinas regadas por muchas partes y que en el siglo XIX…sufrieron una intensificación y una formulación más disciplinada”. [111] 

“En ese siglo aparecieron los que después serían componentes básicos del Pentecostalismo: la glosolalia, su teología, el impulso misionero, la sanidad divina, la terminología y la himnología que después serían adoptados por el nuevo movimiento”. [112] 

Todo ese bagaje que menciona Gaxiola, era el resultado de una nueva corriente religiosa identificada como “Movimiento de Santidad” (Holiness) que intentaba volver las instituciones metodistas a los originales principios Wesleyanos.

El énfasis “exagerado” de la  santidad en ciertos grupos dentro de la iglesia metodista, generó un creciente conflicto con los líderes de la institución y dio como resultado un período de fragmentación (en pequeños grupos). Muchos se aglomeraron para formar ciertas denominaciones de Santidad, tales como la “Iglesia del Nazareno”, la “Iglesia peregrina de Santidad” y  “la Iglesia de Dios” entre otras. El impacto del movimiento de Santidad se extendió más allá de los límites del metodismo y otras denominaciones tradicionales adoptaron sus principios.

Un ejemplo clásico de lo anteriormente mencionado, es el caso de William Seymour, quien era originalmente Bautista, luego se congregó un tiempo en la iglesia metodista episcopal Simpson Chapel, y después ante las divisiones raciales que se extendieron hasta indiana, se trasladó a Cincinati, Ohio, donde siguió asistiendo a una iglesia metodista que estaba un tanto influida por el racismo. Pero William, que era un ávido admirador de John Wesley, y como él, creía en la oración ferviente, en la santidad, en la sanidad divina, y que no debía haber discriminación en la iglesia de Jesucristo, antes de 1905 decidió buscar otra  iglesia que se mantuviera más cerca de las raíces originales y se encontró con “Los Santos de la Luz  Vespertina”, una iglesia del movimiento de  Santidad. El grupo no usaba instrumentos musicales; las mujeres no usaban anillos, ni maquillaje, no bailaban, ni jugaban a las cartas, ni tenían distinciones raciales. Estos eran ampliamente acusados de fanáticos y de ser una religión de prohibiciones; allí se hizo miembro y fue llamado al ministerio; pero un tiempo después al oír el mensaje pentecostal lo aceptó libremente y debió salir de los “Santos de la Luz Vespertina” a las filas del movimiento Pentecostal.

Aunque existan muchas semejanzas y conexiones históricas entre el movimiento de Santidad y el Pentecostalismo, hay que diferenciar al uno del otro. Se afirma que el movimiento Pentecostal debe su inspiración y formación al movimiento Wesleyano de Santidad, y efectivamente, muchas iglesias de la santidad pasaron posteriormente al pentecostalismo.

Según Gaxiola;  el “movimiento de Santidad lega al Pentecostalismo tres importantes componentes: Una terminología pentecostal, una teología Wesleyana modificada y una expresión musical de la terminología pentecostal” [113] 

En el primer caso, expresiones como el bautismo pentecostal, poder pentecostal, el don del Espíritu Santo, el bautismo eléctrico, y otros, eran comunes en el movimiento de Santidad, para referirse a la obra de la santificación. Respecto al segundo componente, pueden mencionarse: las dos bendiciones de la gracia, el bautismo del Espíritu con pruebas tangibles como sacudirse, mecerse, temblar y gritar. Y en el tercer caso se resalta que himnos  como: “El Consolador ha Venido”, “La Ola Limpiadora”, fueron compuestos por gente de La Santidad y  fueron cantados por los pentecostales por más de 80 años. A estos tres componentes que según Gaxiola fueron legados por el “Movimiento de Santidad” a los pentecostales, puede también añadirse un cuarto, y fue su acentuado y particular concepto de santidad.

Por último, se podría decir que fue el movimiento de Santidad, el que aportó los primeros líderes al movimiento Pentecostal. Parham y Seymour, entre otros, eran miembros activos del movimiento de Santidad.

Movimiento Pentecostal de Principio del Siglo XX

Los líderes pioneros de este movimiento en Estados Unidos fueron el Maestro Charles Parham, el predicador de color William J. Seymour, y el periodista del movimiento Frank Bartleman. También valdría la pena recordar que  la ciudad de los Ángeles donde se hallaba el edificio de la obra misionera de la calle “Azusa 312”, vino a ser reconocida en el mundo evangélico como la cuna del Pentecostalismo moderno. Podría mencionarse a Evan Roberts en Gales, a Pandita Ramabai en la India y al ministro metodista Willis Hoover en Chile.

Avivamiento en Topeka, Kansas

Los primeros "Pentecostales" en el sentido moderno, aparecieron en la escena en 1901 en la ciudad de Topeka, Kansas, en una escuela Bíblica conducida por Charles Fox Parham, un maestro de Santidad y ex pastor Metodista. A pesar de la controversia acerca de los orígenes y el tiempo del énfasis de Parham en la glosolalia, la mayoría de historiadores están de acuerdo en que el movimiento comenzó en los primeros días de 1901, cuando el mundo entraba en el Siglo veinte.

Charles Parham (1873-1929)

Parham, natural de Iowa, se traslada con su familia de Eudora a Ottwa en Kansas, Estados Unidos. Allí él predicaba la Sanidad Divina y unas mujeres fueron sanadas. Estos sucesos sorprendieron a muchas personas, pues en dicho tiempo la gran mayoría de iglesias cristianas no creían en la sanidad divina y él fue acusado de poderes demoniacos. Como respuesta a las denuncias que se le hacían, se dedicó al estudio de las Escrituras y “comprendió que la sanidad, así como la salvación, se producía a través de la obra expiatoria de la sangre de Jesús” [114]

Parham comenzó a publicar un boletín quincenal llamado “The Apostolic faith” (La Fe Apostólica); en él divulgaba testimonios de sanidades y algunos de los sermones enseñados en el hogar para la sanidad Bethel.

Luego, Parham impulsado por su “hambre espiritual”, visitó varios movimientos y a sus líderes tanto en Chicago, Cleveland, Nueva York, como en  Shiloah y Maine entre otros. Este viaje refrescó su visión. Él relataría posteriormente:

“Regresé a mi hogar completamente convencido de que aunque muchos habían obtenido experiencias verdaderas en santificación y la unción que permanece, aún quedaba un gran derramamiento de poder para los cristianos que habían de cerrar este siglo”. [115]

En octubre de 1900 comenzó su Instituto Bíblico en Topeka – Kansas, el cual estaba abierto a ministros y creyentes dispuestos a dejarlo todo para “estudiar la Palabra en profundidad”.

Parham compartía las enseñanzas normales del movimiento de Santidad de su época, es decir: la justificación por la fe, la santificación como una segunda obra de la gracia, la sanidad divina y la segunda venida de Cristo previa al milenio.

En Diciembre de 1900,  incluyó el libro de Los Hechos en sus temas de estudio, y dijo a los alumnos que les haría una evaluación final. Como Parham tenía que ausentarse por tres días a causa de algunas invitaciones, motivó a los estudiantes a un diligente estudio. Él recuerda:

“Habiendo oído tantos diferentes grupos religiosos declarar diferentes pruebas como la evidencia de que ellos tienen el bautismo pentecostal, puse a los estudiantes a trabajar y a que diligentemente estudiaran cual era la evidencia bíblica del bautismo del Espíritu Santo, para así ir adelante del mundo entero con algo que fuera indisputable, que absolutamente concordara con la Palabra de Dios”. [116] 

Sus alumnos presentaron un informe tres días después,

“Y lo que escuchó lo dejó perplejo. Aunque se habían producido diferentes manifestaciones del Espíritu durante el derramamiento de Pentecostés en el libro de los Hechos, cada uno de los estudiantes había llegado a la misma conclusión general: ¡todos los que habían sido bautizados con el Espíritu Santo hablaban en otras lenguas!” [117] 

El primero de Enero de 1901, se realizó un culto nocturno en el Instituto y había mucha expectativa en las setenta y cinco personas congregadas. De pronto en el transcurso del culto la alumna Agnes Ozman, una joven de 18 años, se acercó a Parham y le solicitó que le impusiera las manos para que recibiera el Espíritu Santo. Inicialmente Parham titubeó un poco, y le explicó “que él mismo no hablaba en otras lenguas”. Ante la insistencia de la joven, Charles le impuso las manos sobre su cabeza. Él recordaría posteriormente: “Apenas había yo repetido unas tres docenas de frases, cuando la gloria cayó sobre ella… y comenzó a hablar en idioma chino y con torrentes de gozo y risa ella alababa a Dios en otras lenguas, y no pudo volver a hablar en inglés hasta tres días después.” [118]

Agnes Ozman (1870-1937)

“Al día siguiente fui al pueblo, y a mi regreso encontré a todos los estudiantes sentados en el piso hablando en lenguas desconocidas. Ninguno de ellos hablaba el mismo idioma, ninguno entendía lo que estaba diciendo la persona de su lado. De ese momento en adelante, el desarrollo espiritual fue extraordinario”. [119] 

A partir de esta experiencia, “Parham construyó su teoría de que hablar en lenguas era la evidencia bíblica de que alguien había sido bautizado en el Espíritu Santo”. [120] 

Días después, Charles fue lleno del Espíritu Santo y habló en otras lenguas. Él relataría posteriormente:

“En ese mismo instante sentí que algo se torcía en mi garganta, y la gloria cayó sobre mí, y comencé a adorar a Dios en lengua sueca, que luego se transformó en otros idiomas….” [121] “Tan pronto como esta restauración milagrosa del poder pentecostal fue propagada alrededor, fuimos inundados con reporteros. Los periódicos en Topeka, Kansas City, St. Louis y muchas otras ciudades, mandaron reporteros que trajeron con ellos profesores de idiomas extranjeros, intérpretes del gobierno, los cuales dieron a la obra una inspección minuciosa. Un intérprete del gobierno declaró haber oído veinte diferentes dialectos correctamente hablados en una sola noche. Todos estuvieron de acuerdo en que los estudiantes estaban hablando en idiomas reconocidos en el mundo, y con la entonación y acento apropiado”. [122] 

El “fuego” rápidamente se esparció a la ciudad de Kansas, Lawrence, Galena, Melrose, Keelville, y Baxter Springs. Pronto miles de personas comenzaron a recibir el bautismo del Espíritu con la evidencia de las lenguas. Ministros de varias denominaciones empezaron a escudriñar la Escritura y al encontrar que la experiencia era bíblica, entonces de “rodillas en sus altares clamaron a Dios” y fueron bautizados con el Espíritu Santo.

Como es natural en todo avivamiento, muchos creyentes cayeron en excesos de fanatismo y comenzaron a presentarse desordenes. Parham enseñaba entonces que el bautismo del Espíritu Santo al manifestarse, siempre lo haría según la Palabra y esta no permitía tales “excesos carnales”.

A partir de 1905 después de visitar Orchard, Texas, donde se llevó a cabo un gran derramamiento del Espíritu, aun de regreso en el tren las gentes recibían el Espíritu Santo. Parham comenzó a realizar sus “Días de Campaña”, que consistían en series de reuniones que se planeaban y realizaban estratégicamente en diferentes lugares de los Estados Unidos, y muchos obreros se ofrecieron voluntariamente para ayudar en ellas.  Estas campañas se promocionaban como no pertenecientes a ninguna denominación y se invitaba a todos los que quisieran “experimentar más del poder de Dios”. Después de estas reuniones realizaban grandes desfiles marchando por las calles de las ciudades. Desde 1901 a 1905, Parham y su equipo de la “Fe Apostólica”, predicaron el mensaje pentecostal en el oeste medio, ganando conversos dondequiera que iban.

Avivamiento en Los Ángeles – La Calle Azusa

Los Ángeles era una ciudad en la que muchas denominaciones evangélicas estaban buscando a Dios con sincera devoción, debido en parte a que desde finales del siglo XIX veteranos evangelistas habían despertado la ciudad con su predicación y mucha gente se encontraba orando y testificando por la ciudad. Era muy sobresaliente el liderazgo de  Joseph Smale, Ministro de la Primera Iglesia Bautista, una congregación que había renunciado a la membresía de su organización y pasó a denominarse “Iglesia del Nuevo Testamento”. Los cambios vistos en aquella iglesia respecto a un avivamiento, eran consecuencia de un viaje a Gales, realizado por el reverendo Smale, donde se entrevistó con Evans Roberts.

Otra importante influencia cristiana en la ciudad era Phineas Bresee, pastor  metodista por treinta años, que en un intento por preservar la enseñanza de la santidad, que según él, se estaba perdiendo en la Iglesia Metodista; es así como renuncia a su membresía y funda la “Iglesia Pentecostal del Nazareno” en 1895. Sus seguidores se estaban convirtiendo rápidamente en la iglesia del movimiento de Santidad más grande de los  Estados Unidos.

En el invierno de 1905, Charles Parham abriría las puertas de un Instituto Bíblico en Houston, con las mismas características que el que tenía en Topeka.

William J. Seymour, un joven predicador afro-americano, se inscribió en el instituto, aunque tuvo serias dificultades, puesto que en la época existían unas leyes llamadas Jim Crow, que entre otras cosas no permitían que blancos y negros asistieran a la misma institución educativa. Además Charles Parham se congraciaba con las ideas racistas del Ku Klux Klan. [123] Finalmente Seymour fue aceptado, pero tuvo que someterse a recibir las clases desde la puerta del salón.

William J. Seymour (1870-1922)

En los primeros días de 1906, Seymour, quien seguía estudiando en el Instituto de Parham  en Houston, Texas, es llamado a los Ángeles, California, a pastorear la Obra Misionera de la Calle Santa Fe. La congregación estaba compuesta por varias familias negras que habían sido expulsadas por el pastor de una iglesia Nazarena, debido a que su líder, Julia Hutchinson, estaba enseñando la santificación de una forma que reñía con la ortodoxia de su organización.

Una vez instalado como pastor, William Seymour empezó a disertar poderosamente sobre la sanidad divina, el pronto retorno de Cristo, y al final, basado en Hechos 2:4, enseñó que una persona no es bautizada con el Espíritu Santo a menos que hable en otras lenguas. Explicó que él mismo no había recibido esa manifestación; pero que aun así lo creía y lo proclamaba como Palabra de Dios. Eso generó aprobación en unos y descontento en otros. La líder Julia Hutchinson estaba furiosa y dijo que “no permitiría enseñanzas tan extremas en su pequeña obra misionera de la calle Santa Fe” y cerró con candado la puerta de ingreso dejando a Seymour sin donde poder ni siquiera alojarse. [124] 

A finales de febrero de 1906, en una casa de familia, Seymour inició reuniones de oración que se extendían durante horas buscando el bautismo del Espíritu Santo. El grupo empezó a crecer y Seymour pidió ayuda a su amiga Lucy Farrow. Al Llegar Lucy, el grupo inició un ayuno de diez días pidiendo recibir el bautismo del Espíritu Santo. Entre tanto ellos ayunaban, un hombre llamado Lee que se  hallaba muy enfermo, pidió a Seymour que orara por su sanidad. William lo ungió con aceite y oró por él, y fue sanado inmediatamente. Luego Seymour, a petición de Lee, le impuso las manos y éste recibió el bautismo del Espíritu Santo hablando en otras lenguas. Más tarde cuando Seymour testificaba lo sucedido, Lee volvió a hablar en lenguas y todos los que se encontraban en el lugar cayeron de rodillas, adorando a Dios y clamando por el bautismo; de inmediato unos siete creyentes comenzaron a hablar en otras lenguas. El Espíritu Santo siguió bautizando y algunos salían a las calles y las recorrían mientras hablaban en lenguas para que los vecinos los oyeran; la reunión se prolongó hasta las diez de la noche. Durante tres días más celebraron lo que llamaron “El Primer Pentecostés Restaurado”.

Como la noticia corrió rápidamente, a la casa de los Asberry (lugar de reuniones) comenzaron a llegar multitudes de todas partes y diversas culturas, unos con curiosidad y otros para ser bautizados con el Espíritu Santo.

Durante la tercera noche de estas reuniones, después que muchos se habían ido a casa, el 12 de abril de 1906, Seymour estaba arrodillado orando junto a otro hermano cuando él mismo fue lleno y comenzó a hablar en otras lenguas.

El 14 de abril de 1906, Seymour arrendó por 8 dólares mensuales un viejo edificio abandonado, ubicado en la calle Azusa No. 312, en el sector industrial de los Ángeles (EUA). Allí había funcionado una Iglesia Metodista.

A la “calle Azusa 312”, se acercó mucha gente para ayudar a restaurar el edificio. Se pintó con cal, el púlpito se habilitó con dos cajones de madera clavados uno encima de otro y las bancas se hicieron de madera. No había plataforma y como Seymour estaba al mismo nivel de la congregación, se dispusieron los asientos de tal forma que las personas quedaban enfrentadas. Seymour se arrodillaba y metía su cabeza en el cajón de la parte de arriba que hacía las veces de pulpito y pasaba largas horas en oración. De Seymour, el evangelista, John G. Lake escribió:

“Tenía el vocabulario más disparatado; pero quisiera decirles que había médicos, abogados y profesores, escuchando las cosas maravillosas que brotaban de sus labios. No era lo que decía en palabras, sino lo que decía de su espíritu a mi corazón, lo que me mostró que había más de Dios en este hombre que en cualquiera que yo hubiera conocido hasta ese momento. Era Dios en él quien atraía a la gente”. [125]

En Azusa la forma de culto se apartó de las pautas de lo que se consideraba un culto ordenado, transformándose en un culto ruidoso y abundante en expresiones corporales. Ciertamente, estos inesperados efectos del derramamiento del Espíritu causaron escándalo en la opinión pública y en las iglesias establecidas. Las reuniones eran espontáneas, de tal manera que nadie sabía que iba a suceder o quién sería el predicador; no se usaban instrumentos musicales, ni himnarios. Los sermones eran en inglés o en lenguas que eran interpretadas, los cultos duraban entre diez y doce horas; en ocasiones se extendían por varios días y noches. El poder de Dios se sentía aun afuera del edificio; muchas personas caían de rodillas en  la calle y de allí se levantaban hablando en lenguas.

Los miembros de Azusa, por doquiera que iban, llevaban pequeñas botellas de aceite para ungir a los enfermos. Las calles de los Ángeles pronto se vieron inundadas de gentes que fueron de casa en casa testificando y orando por los enfermos. En las esquinas de las calles cantaban y predicaban, también trabajaban como voluntarios para dar vestido a los pobres y alimentar a los hambrientos. Junto con el  hablar en lenguas, ocurrieron otras cosas inesperadas. Por ejemplo: “…negros y blancos, en su mayoría inmigrantes europeos, compartían el mismo templo. En sí mismo, eso no era completamente nuevo. Pero lo inusitado era que personas blancas tuvieran a un negro como su pastor, y que negros y blancos se abrazaran efusivamente durante el culto, traspasando todas las normas de etiqueta que establecía la dominante cultura racista”. [126] 

Grandes milagros de sanidades se llevaban a cabo. La pared comenzó a llenarse de muletas y otros accesorios terapéuticos que se exponían como trofeos. Muchos con solo estrechar la mano del predicador para saludarlo, eran bautizados con el Espíritu Santo y quedaban hablando en lenguas.

No importando la raza, el rango social, económico, académico, o la denominación cristiana a la que pertenecían, miles de personas corrieron a Azusa, para escuchar y ser testigos del poder de Dios. Cada día los trenes descargaban cantidades de visitantes provenientes de todo el continente. Veteranos ministros del movimiento de Santidad de Estados Unidos y de Canadá, llegaron para recibir el Espíritu Santo. Misioneros de diversas denominaciones al oír del avivamiento, vinieron de sus campos en Asia y África, para ser bautizados con poder.

Creyentes y ministros bautizados por el Espíritu Santo se sentían llamados a una nación determinada, y así salieron misioneros pentecostales independientes hacia Escandinavia, China, India, Egipto, Irlanda, etc., para llevar el mensaje del bautismo del Espíritu Santo y la evidencia a todo el mundo. Algunos misioneros daban testimonio de que al comenzar a predicar, eran “tomados” por el espíritu y podían predicar milagrosamente en el idioma nativo sin conocerlo. En ese tiempo Owen Adams fue a Canadá con el mensaje pentecostal.

Las dificultades internas en la Misión de la Fe Apostólica no demoraron mucho en aparecer. El hecho de que Seymour hiciera escribir en lo alto del edificio: “Obra de la Fe Apostólica”, fue causa de problemas, pues miembros de la misión comenzaron a acusar a la obra de “convertirse en una denominación más”.

La situación presentada, se entiende al recordar que para la época, el avivamiento no era exclusivo de una organización. Las personas que llegaban a Azusa y a otros sitios donde se había extendido el movimiento, venían  con el anhelo de llenarse del Espíritu y llevar así el avivamiento a su iglesia; no venían pensando en retirarse de su denominación e ingresar a una nueva organización pentecostal. Pues lo que estaba ocurriendo en Azusa, se extendía a otros lugares y el Espíritu Santo saltaba todas las barreras denominacionales y doctrinales.

Frank Bartleman describe de la siguiente forma lo que era el espíritu original del movimiento Pentecostal:

“El Espíritu me lo reveló. El hizo que me pusiera de pie y les advirtiera sobre el peligro de hacer de la obra pentecostal un grupo ‘partidario’... Dios quería un grupo para el avivamiento, un canal por medio del cual Él pudiera evangelizar al mundo, bendiciendo a todas las personas y a los creyentes. Naturalmente no podría hacerlo con un partido sectario. Ese espíritu ha sido la maldición y la muerte de todo grupo de avivamiento, tarde o temprano. La historia se repite en ese sentido. Naturalmente, al día siguiente de que yo lanzara esta advertencia, encontré sobre la puerta de Azusa un cartel que decía ‘Obra Misionera de la Fe apostólica’. El Señor me dijo: ‘esto es lo que yo te decía’. Lo habían hecho. Un espíritu partidista no puede ser pentecostal. No puede haber divisiones en un verdadero Pentecostés… La obra se había convertido en un grupo partidista y un cuerpo más entre sus rivales, junto con las otras sectas e iglesias de la ciudad… Habíamos sido llamados para bendecir y servir a todo el cuerpo de Cristo en todo lugar… dividirlo es destruirlo…” [127] 

El movimiento Pentecostal se entendía así mismo como un volver a los principios y prácticas de la iglesia primitiva; se concibió como el avivamiento que la mayoría de iglesias cristianas necesitaban para salir del formalismo y la frialdad espiritual en que estaban sumidas y “poder así avanzar hacia la meta de ser una iglesia santa, gloriosa, sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante”. Por lo tanto el movimiento Pentecostal superaba las barreras de lo doctrinal y lo denominacional; fue una intervención directa de Dios en la historia del cristianismo, que dio a todos por igual la oportunidad de regresar a las sendas antiguas.

Por 1906 ya se habían establecido centros evangelísticos salidos de Azusa, en Seatle y Portland, bajo la dirección de Florence Crawford. William Seymour intentó anexar estos y otros grupos a su organización, pero ellos no aceptaron. A lo administrativo se sumó el malentendido concepto de la “espera del Espíritu Santo”. [128] Además hubo confusión en torno al concepto del hablar en lenguas; también se denunciaban “manifestaciones carnales” que se confundían con el “mover del Espíritu”. Se dice que había excesos y desordenes que trajeron críticas y confusión espiritual; sin embargo Azusa seguía funcionando día y noche. Todas esas dificultades llevaron a Seymour a invitar a Parham para tener una gran reunión evangelística y obtener su ayuda para “discernir lo que era de Dios y lo que era de la carne”.

Seymour  presentó a Parham como el padre de “este evangelio del reino”. Durante el primer culto, Parham observó con horror las manifestaciones que se producían a su alrededor y lo narró de esta manera:

“Para mi completa sorpresa y asombro, encontré que la situación era aun peor de lo que había imaginado… manifestaciones de la carne, control espiritista, personas que practicaban el hipnotismo a los que se acercaban al altar para recibir el bautismo, aunque muchos recibían el bautismo real del Espíritu Santo… Al hablar de las diferentes fases del fanatismo que hemos encontrado aquí, lo hago con todo amor y al mismo tiempo, con justicia y firmeza. Quisiera hablar claramente en cuanto a la obra tal como la encontré aquí. Encontré influencias hipnóticas, influencias de espíritus familiares, influencias espiritistas y toda clase de ataques, espasmos, personas que caen en trance, etc… hay muchos en Los Ángeles que cantan, oran y hablan maravillosamente en otras lenguas como el Espíritu les da, y también hay chapurreos  que no tienen nada que ver con las lenguas… el Espíritu Santo no hace nada que sea antinatural o impropio,  y cualquier esfuerzo extraño al cuerpo, la mente o la voz, no es obra del Espíritu Santo… no se conoce entre nuestros obreros la sugestión de ciertas palabras y sonidos, ni movimientos de la barbilla, ni mensajes en la garganta… el Espíritu santo nunca nos lleva más allá del autocontrol o el control de los demás…” [129]

El investigador chileno Juan Sepúlveda ofrece una posible explicación sobre el origen de lo que Parham llamó “desorden y excesos emocionales”:

“Aparentemente, la forma que adquirió el culto y las manifestaciones espirituales fueron bastante influenciadas por la significativa presencia afro-americana. Podría decirse que el derramamiento del Espíritu Santo creó, inesperadamente, un nuevo espacio para que los participantes adoraran a Dios de acuerdo a sus propios patrones culturales, liberándolos de los estilos y restricciones impuestos por la cultura dominante” [130]

Parham predicó dos o tres veces en Azusa, y exhortó en privado a Seymour y a sus colaboradores, pero no pudo convencerlos de que cambiarán su forma de actuar. En este sentido Liardon explica que:

“La teología de Seymour era permitir al Espíritu Santo que hiciera cualquier cosa que deseara… sentía que si forzaba a una cultura a comportarse dentro de los límites de lo que otra consideraba el modo correcto de expresarse, entonces el Espíritu Santo no se manifestaría en ellos”. [131] 

Todo esto trajo dificultades entre los dos líderes, hasta el punto que Parham decidió en abierta confrontación con la misión de Azusa, iniciar una gran campaña evangelística en otro edificio en los Ángeles. W. Quinton, asistente de Parham, promovía las reuniones  de la siguiente forma:

“Nosotros conducimos servicios religiosos dignos, y no tenemos conexión alguna con la clase de servicios que se caracterizan por trances, arrebatos  y espasmos, sacudidas y contorciones. Nosotros somos completamente ajenos a la anarquía religiosa que marca las reuniones de la calle Azuza de Los Ángeles, y en Whittier esperamos actuar bien, dentro de lineamientos propios y profundamente cristianos”. [132]

Parham reportó posteriormente que en dicha campaña:

“Grandes cantidades de personas fueron salvas, se produjeron maravillosas sanidades, y entre doscientas y trescientas personas que habían sufrido tremendos ataques, espasmos y controles en la obra de Azuza fueron liberadas, recibieron las verdaderas enseñanzas de Pentecostés, y hablaron en otras lenguas”. [133]

Esos acontecimientos marcaron la ruptura y el distanciamiento entre los dos líderes del movimiento Pentecostal. Así que las cosas no resultaron como Seymour había planeado: “Formar un gran avivamiento unido”.

En la comprensión de Sepúlveda, este indeseable suceso eventualmente llevó a Seymour:

“A revisar su entendimiento del hablar en lenguas como necesaria evidencia bíblica del Bautismo del Espíritu Santo. Si una persona que habla en lenguas como Parham, al mismo tiempo mantiene comportamientos reñidos con lo que la Biblia describe como el fruto del Espíritu, esta experiencia no puede ser vista como evidencia definitiva de un genuino bautismo en el Espíritu Santo. Así Seymour se inclinó a la consideración del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-24) como el criterio más importante, y a reconocer la diversidad de las manifestaciones del Espíritu; si bien la experiencia de hablar en lenguas continuó teniendo un lugar especial entre estas. Por su parte, el grupo separado de Parham condujo al nacimiento de las Asambleas de Dios, que establecieron como doctrina oficial, la enseñanza sobre el hablar en lenguas como evidencia bíblica del bautismo en el Espíritu Santo, lo que llegó a ser considerado como definitorio de la identidad del Pentecostalismo Clásico”. [134]

Entre 1909 y 1911, Azusa disminuyó drásticamente en asistencia debido a persecuciones, acusaciones y errores internos. Seymour decidió ir a Chicago a una gira y dejó encargados de Azusa, a William Durham y a otro joven. El ministerio de Durham reavivó la obra en Azusa y el fuego comenzó a caer una vez más; cientos de personas llenaron de nuevo la obra misionera. A este nuevo avivamiento se le llamó  “el segundo aguacero de la lluvia tardía”.

Seymour regresó a los Ángeles, por un problema doctrinal presentado con Durham, pues este empezó a predicar la obra completa del calvario en contradicción de Seymour que enseñaba las dos obras de la gracia (para la salvación del pecador), pero fue imposible que se pusieran de acuerdo. Durham decidió entonces dejar Azusa, y le siguieron miles de creyentes. Entre tanto la misión de Azusa continuaba declinando.

A raíz de esta división, la obra en Azusa empezó a decaer, al punto que había reuniones donde se contaban unos veinte asistentes. Todo esto afectó la salud de Seymour, quien murió el 28 de septiembre de 1922 a la edad de 52 años por un problema cardiaco. Aunque el avivamiento de la obra misionera de Azusa sólo duró tres años, sus resultados fueron de alcance mundial y se han extendido en el tiempo a través del movimiento Pentecostal que atribuye sus raíces a Azusa 312.  Robert Liardon dice:

“Solo la eternidad revelará por completo el fruto del ministerio de William J. Seymour. Una cosa es clara: fue un tremendo cartucho de dinamita que Dios podía utilizar para enviar las explosiones del fuego pentecostal por todo el mundo, y lo hizo”. [135]

Avivamiento en Gales

El liderazgo de este mover del Espíritu se atribuye a Evan John Roberts (1878-1951), un joven predicador de las minas de carbón en el sur de Gales. Sus primeros años de infancia estuvieron muy influenciados por la enseñanza religiosa calvinista–metodista de sus padres, que asumieron esa responsabilidad con mucha seriedad, lo que formó un firme carácter en Roberts.

Evan John Roberts (1878-1951)
Por este tiempo ya algunos habían perdido el interés en “un avivamiento” y se había entrado a una frialdad espiritual en la iglesia de Gales. Muy pocos entendían la importancia de la oración y la mayoría asistía a la iglesia por compromiso moral o social, mas no pensando en lo espiritual. Mientras tanto a sus 20 años de edad, Evan se entregaba a largos periodos de oración intercesora. Uno de sus amigos de la época comentaría después:

“Generalmente teníamos una lectura y una oración juntos, antes de apagar la lámpara. Después de esto, yo oía a Evan clamando y gimiendo en el Espíritu. No podía entender que era lo que estaba diciendo a Dios… y un santo temor me impedía preguntárselo”. [136]

Evan inicio estudios en un Instituto Bíblico, pero luego se retiró debido a “su ardiente deseo de predicar y orar”. [137] Sin embargo, su formación teológica era la doctrina calvinista que le fue enseñada en Moriah. Se dice que solía tener visiones con frecuencia. En octubre de 1904, mientras paseaba por un jardín con un amigo, vio “un brazo que parecía estar extendido desde la luna, apuntando hacia Gales”. [138] Esto fue para él una confirmación del avivamiento que vendría sobre Gales. Ya por ese tiempo, el anhelo por un avivamiento se extendió a todas las denominaciones de Gales, al punto que comenzaron a orar en ese sentido.  

En 1904 empezó a realizar reuniones para preparar intercesores para el avivamiento que se acercaba. Esta sencilla reunión se convirtió rápidamente en un avivamiento que se prolongó durante dos semanas. Para 1906, Evan era conocido en todo Gales como un hombre de oración.
Los periódicos comenzaron a enviar a sus reporteros a las reuniones de Evan (que se negaba a cualquier reconocimiento y rehusaba ser fotografiado), y publicaban artículos que llevaron la noticia a todo el país. Muchos reporteros se convirtieron en las reuniones. Los cultos de Evan se extendían hasta las cuatro de la mañana y se caracterizaron por las risas, el llanto, la danza, el gozo y el quebrantamiento. En Gales todo se hizo espontáneo, “no se contaba con coros o ceremonias especiales, no había ofrendas, ni himnarios, ni comités, ni líderes de adoración”, [139] era una ruptura total con el formalismo tradicional. Un culto podría ser como lo que sigue: comenzaba con dos jovencitas paradas  frente al pulpito, una de ellas rogaba y oraba para que las personas se rindieran al Espíritu Santo, la otra daba su testimonio cantando, antes de romper a llorar; esto era lo que llamaban “calentar el ambiente”. Si la congregación se preguntaba por qué Evan no subía a la plataforma una vez que las jovencitas habían terminado, solo tenían que mirarlo: estaba de rodillas orando y clamando a Dios. Muchos decían que no era la elocuencia de Evan Roberts lo que conmovía a los hombres, sino sus lágrimas. Evan Roberts en “el clímax de su agonía” solía caer sobre el pulpito mientras muchos de los que estaban en la multitud se desvanecían. Era común que durante el culto, los miembros de la congregación repentinamente cayeran de rodillas y oraran en voz alta. Las mujeres caían de rodillas y los hombres estaban tendidos en los pasillos, llorando, riendo, orando, gritando y temblando; entre tanto no había lectura bíblica, ni música instrumental. Algunos inspirados se ponían en pie y cantaban himnos, la congregación estaba tan absorta en su búsqueda de Dios que olvidaban ir a sus casas a comer.

Las mujeres participaron activamente en los cultos dirigidos por Evan, cosa extraña, pues hasta ese momento a las mujeres de Gales les estaba prohibido hacerlo. Además Evan abogaba abiertamente para que las barreras nacionales y raciales fueran derribadas. Muchos líderes de diversas denominaciones asistían a las reuniones para llenarse de Dios. Según Liardon: “en una ciudad, todos los ministros intercambiaron púlpitos por un día, en un esfuerzo por romper los muros denominacionales y establecer la unidad”. [140]

En 1905 por su constante descuido con sus horas de sueño y su alimentación, pues pasaba muchas noches en vela y días sin comer preocupado por el avivamiento, Evan sufrió una gran confusión mental. En ocasiones iniciaba un culto lleno de gozo y de pronto daba un salto, agitando los brazos, reprendía con severidad a quienes no eran de corazón puro y luego amenazaba con abandonar el culto. Vivía obsesionado examinándose así mismo en busca de algún pecado no confesado, “…tenía miedo de hablar palabras que no fueran de Dios”; pero en medio de su crisis mental, el avivamiento continuaba y Evan operaba los dones del Espíritu. Por aquella época sufrió un colapso emocional tan fuerte, que se vio obligado a permanecer en el hogar de un amigo, y cancelar sus reuniones. Cuando se sintió recuperado reinició su trabajo, pero las personas estaban preocupadas por algunos excesos que notaban en su comportamiento.

Sin embargo el avivamiento se extendió por Gales con gran fervor, “los bares y las salas de cine cerraron, prostitutas se convirtieron y llegaron a ser líderes de estudios bíblicos”; los creyentes mejoraron su calidad de vida cristiana, otros miles se convirtieron dejando toda clase de vicios. Se dice que a causa del avivamiento “las librerías de las ciudades no contaban con suficientes Biblias en existencia”; [141] pues la demanda las agotó totalmente.
La noticia del avivamiento se extendió y gente de Sudáfrica, Rusia, India, Irlanda, Noruega,  Holanda, Canadá y Estados Unidos corría a Gales, para llevar el avivamiento a sus lugares de origen. Grandes y solemnes predicadores de Inglaterra, Gales, y otros países, vinieron para sentarse a los pies de rudos y toscos trabajadores mineros, para ver las maravillas de Dios.

El avivamiento en Gales sirvió de inspiración para lo sucedido en Sudáfrica, India, Chile y en los Ángeles EE.UU., entre otros. Por ejemplo, en 1906 la Primera Iglesia Bautista de los Ángeles, estaba expectante, pues su pastor el reverendo Joseph Smale había visitado a Evan en Gales y esperaba un avivamiento semejante en su congregación.

De igual forma, el evangelista y periodista Frank Bartleman escribió a Roberts pidiéndole instrucciones para el avivamiento. Una respuesta de Evan decía entre otras cosas: “…oro para que Dios escuche su oración, mantenga firme su fe y salve a California”. [142] Frank siempre creyó que las oraciones de Gales tenían mucho que ver con el derramamiento de Dios en California, y afirmó luego que “…el avivamiento mundial que existe hoy, surgió de la cuna de la pequeña Gales, luego creció en la India, y más tarde maduró en los Ángeles…” [143]

Avivamiento Pentecostal en la India

Ramabai Saraswati (1858-1922) se hizo muy conocida en la India y el mundo occidental, por su promoción de reformas respecto de la condición de la mujer dentro del hinduismo.

Ramabai Saraswati (1858-1922)
Recibió el título de Pandita (Sabia o maestra), algo inusual para una mujer en la India. Recibió su bautismo cristiano en 1883, en Inglaterra. Su decisión de convertirse al cristianismo –un paso muy difícil para una persona de su casta y fama– no le impidió mantener una visión crítica del carácter excesivamente occidental de la enseñanza y espiritualidad de los misioneros cristianos en India.

Ramabai, en una convención en Keswick, Inglaterra (1898), había pedido oración por un derramamiento del Espíritu sobre los cristianos en la India. Al regresar a la India inició su trabajo por un avivamiento, formando grupos de oración entre las niñas de sus orfanatos y manteniendo contacto con movimientos similares en diferentes lugares del Imperio Británico (Australia y Gales).
El avivamiento tuvo lugar en la Misión Mukti, en Kedgaon, India, a mediados de 1905, extendiéndose luego a otros lugares de la India.

El periodista William T. Ellis registró ese avivamiento y escribió:

“…me he tropezado con una extraordinaria manifestación religiosa…Yo simplemente narraré sobria y consecutivamente lo que he visto y oído referente a este bautismo con fuego y el derramamiento del don de lenguas, por medio del cual jóvenes hindúes hablan en sánscrito, hebreo, griego, inglés, y otros lenguajes que aún no han sido identificados”. [144]

Avivamiento Pentecostal en Chile

El Pentecostalismo chileno nació como resultado de un avivamiento dentro de la Iglesia Metodista Episcopal, principalmente en Valparaíso y Santiago. El comienzo de la obra metodista en Chile fue fruto de la iniciativa del misionero metodista estadounidense William Taylor (1821–1902), [145] quien luego de su experiencia en la India, sintió el llamado de Dios a establecer la obra en Suramérica, por lo tanto entre Octubre de 1877 y Marzo de 1878, realizó un viaje exploratorio a Perú, Bolivia y Chile.

William Taylor (1821-1902)

Taylor fundó escuelas en Chile, y trajo por cuenta propia como profesores a misioneros y misioneras pertenecientes al movimiento de Santidad, quienes lo apoyaron y finalmente se establecieron en Coquimbo.

La idea original era que estas escuelas serian el inicio de la obra, para luego establecer misiones que pudieran sostenerse a sí mismas. Entre 1892 y 1893, la obra metodista de Chile fue integrada a la recién creada Conferencia de América del sur, lo que implicó posteriormente, colocar las misiones de Taylor bajo el control de la junta misionera.

La iglesia metodista de los Estados Unidos, debido al crecimiento y reconocimiento alcanzado, contaba con una nueva generación de misioneros metodistas que al llegar a Chile, eran ahora predicadores “del progreso y la modernización”, produciendo un cambio importante en la orientación de la obra Metodista en Chile, asumiendo un estilo muy cercano a la misión presbiteriana. El cisma de 1910, que dio origen al movimiento Pentecostal de Chile, se produjo en el contexto de la tensión entre el proyecto original de Taylor y la orientación modernizante de los nuevos misioneros en control de la obra metodista en Chile.
En 1907 el pastor Willis Hoover, líder del avivamiento en Valparaíso, tuvo contacto con la doctrina pentecostal cuando llegó a sus manos un folleto escrito por Miss Minnie Abrams, colaboradora de Ramabai y excompañera de estudios de Hoover. El folleto narraba la historia de “una obra maravillosa del Espíritu Santo, acompañada por fuego”, que tuvo lugar en la India en los asilos de niñas; contaba también de un bautismo claro y definitivo con el Espíritu Santo, como algo adicional a la justificación y a la santificación, cosas que hasta entonces se creía que comprendían el total de la experiencia cristiana. Fue así como Hoover y su iglesia, iniciaron la búsqueda del Espíritu Santo que no tardó en manifestarse, y recibieron el bautismo con la evidencia de hablar en otras lenguas.

Esbozos Organizacionales de los Pentecostales en Norteamérica

Como se mencionó anteriormente, la gran mayoría de los primeros pentecostales seguían sintiéndose miembros de las iglesias de donde procedían y no tenían la menor intención de abandonar las congregaciones donde nacieron o se habían criado; lo que anhelaban era llevar el avivamiento a sus iglesias. Pero también es cierto que hubo un grupo de aquellos pioneros pentecostales que rompieron con sus iglesias tradicionales y comenzaron a reunirse para la adoración en casas y en carpas; rechazaban abiertamente la idea de constituirse en una “denominación más”; por lo que se oponían a cualquier tipo de posible organización. A esto se sumaba que los líderes del movimiento Pentecostal trabajaban con la convicción de que “ese mover del Espíritu barrería, alcanzaría y abrazaría a todas las diferentes creencias” [146] y como consecuencia se hallaron así mismos fuera de todo denominacionalismo y organización eclesiástica. Cuando alguien hablaba en lenguas no estaba obligado a afiliarse a cierta iglesia o denominación y todos los pentecostales se visitaban unos a otros y predicaban en cualquier pulpito que se les facilitara.

A pesar  de que “El Movimiento de las Lenguas” era públicamente rechazado y atacado por la mayoría de las denominaciones cristianas tradicionales y aun por muchas Iglesias de Santidad; no obstante su efecto en el cristianismo no pudo evitarse, por lo que se presentaron dos situaciones. Una de ellas fue que el mensaje pentecostal lo aceptaron y acogieron  congregaciones enteras, algunas de corte tradicional y otras de la santidad, lo que ocasionó que fueran privadas de toda comunión con sus organizaciones originarias por causa de su nueva fe, y solo confraternizaban entre sí con otros grupos pentecostales.

La otra situación fue la discriminación y marginación que sufrieron cuando algunos miembros de iglesias tradicionalistas abrazaron la fe pentecostal, llegando algunos a sufrir excomunión. A nivel ministerial también surgió una dificultad; no había un grupo organizado que diera reconocimiento a los ministros pentecostales y les permitiera trabajar con libertad.

La primera estructura organizacional surge de manera involuntaria e improvisada. A nivel local se van formando pequeños grupos de creyentes y predicadores pentecostales que se reúnen en sus casas para adorar y predicar el mensaje; estos van creciendo hasta que se establecen como congregaciones donde se reconocían a algunos ancianos como ministros y se identificaban con un nombre de corte pentecostal.

De acuerdo a la necesidad, cada grupo establecía su estructura organizacional y un reglamento no escrito. Los ministros más jóvenes se agrupaban alrededor de los más veteranos buscando su consejo, ejemplo y compañerismo, y establecían relaciones de fraternidad entre ellos. Así que surgieron una buena cantidad de iglesias independientes, misiones, pequeños grupos de creyentes, y algunas fraternidades de iglesias pentecostales, alrededor de Estados Unidos y Canadá.

Sólo se conocía de organizaciones locales independientes que confraternizaban de cuando en cuando pero de manera improvisada. No existía una organización regional o nacional que dirigiera o administrara.

Algunas de las características del ambiente que reinaba en estas organizaciones locales, generando confusión  y serias dificultades en el desarrollo de la obra pentecostal, fueron las siguientes:

- Se desechaba la supervisión humana, ya que según ellos el Espíritu los dirigía.
- Cada líder local se consideraba una autoridad en sí mismo, guiando al pueblo generalmente por inclinaciones personales que rayaban generalmente en el fanatismo.
- Los líderes, con el argumento de la revelación espiritual, establecían sus doctrinas con conceptos místicos, pues no había autoridad superior que los regulara.
- Ministros y líderes hacían mal uso de las finanzas locales.
- Constantes divisiones en las congregaciones.
- Los que iban al campo misionero tenían que hacerlo sin respaldo institucional, espiritual y económico. [147]

Todas estas circunstancias negativas que se gestaban dentro de los grupos pentecostales, obligaron a los líderes a dejar de lado su aversión a la organización y emprender entonces el camino a establecer una estructura organizacional más fuerte que permitiera:

- Tener un sistema de autoridad que supervisara y ayudara en la administración de las iglesias.
- Definir una posición doctrinal equilibrada, sin excesos ni fanatismo.
- Dar reconocimiento a los ministros logrando que los creyentes pudieran reconocer su legitimidad.
- Entrenar y formar a los obreros jóvenes
- Realizar programas regionales y nacionales de mayor impacto.

Adicionalmente, una circunstancia positiva que obligaba a las iglesias pentecostales a formalizar la estructura administrativa, fue que Iglesias no pentecostales pero con procesos organizacionales más maduros, estaban ahora reconociendo la doctrina pentecostal. Un ejemplo claro lo constituyó la “Iglesia de Dios” de Cleveland, Tennessee, que se originó al igual que otros grupos de Santidad, por el descontento con el formalismo de sus iglesias. Ellos se “apartaron” de su denominación tradicional en 1886, para buscar un acercamiento mas real a los principios bíblicos, se organizaron eclesiásticamente, y posteriormente se extendieron por su territorio formando pequeños grupos locales de creyentes bajo su sistema administrativo. Para 1908, de manera oficial abrazaron la doctrina pentecostal.

Poco a poco se fueron limando asperezas y salvando obstáculos, generando un proceso que fue llevando a las iglesias pentecostales a organizaciones más fuertes a nivel regional y nacional permitiéndoles alcanzar cierto estatus y reconocimiento.

“La Iglesia de Santidad Bautizada en Fuego”, surgió en Carolina del Norte, EE.UU., por 1880. Su fundador Benjamín Hardin Irwin, testificó que había tenido una experiencia superior a la salvación y la santificación, a la que llamó el bautismo de fuego. Este bautismo era manifestado a través de demostraciones físicas fuertemente emocionales. En 1906, J. H. King, nuevo líder de la Iglesia, oyó hablar del avivamiento de Azusa cuando realizaba una gira por Canadá y descubrió que los principios que los fundamentaban eran similares, y que la única diferencia con los pentecostales era la evidencia del bautismo, que para ellos era la demostración física y para los pentecostales era el hablar en lenguas. A su regreso King fue bautizado con la evidencia de las lenguas, y en 1907 de forma oficial se acogieron al pentecostalismo.

“La Iglesia de Santidad Pentecostal” fue fundada en 1898 y se levantaron como fuertes críticos del “bautismo de fuego” que predicaba Irwin al que consideraron un hereje; pero en 1908 aceptaron la doctrina pentecostal que ahora predicaba la ya conocida Iglesia de Santidad bautizada en Fuego. Estos dos grupos se unieron en 1911 como iglesias pentecostales, y en 1915 se les unió la “Iglesia el Tabernáculo Presbiteriana”, luego de aceptar el bautismo pentecostal.

Manson y Jones eran miembros de los grupos bautistas de color en Arkansas, pero hacia 1887 fueron rechazados por estos, junto con la congregación que lideraban,  porque dichos grupos consideraron que Manson y Jones hacían un énfasis anormal en la santidad. Así que la “Iglesia de Dios en Cristo” fue fundada como resultado de este rechazo y de ser bautista pasó a ser del movimiento de Santidad. Esta iglesia del movimiento de Santidad adoptó la doctrina pentecostal por 1906; dicha decisión causó una división, y los que no estaban de acuerdo con la nueva fe dejaron la iglesia con J. P. Jones a la cabeza. Manson quedó como ministro de aquella nueva iglesia pentecostal, a la cual llevó bajo su ministerio, a un florecimiento espiritual. 

Por otro lado, el pionero pentecostal Charles Parham, comenzó a celebrar por 1905 una serie de campañas anuales que generaron un sentido de identidad y de pertenencia entre los creyentes del movimiento. Parham había denominado su movimiento como la “Misión de la Fe Apostólica”, nombre  que William  Seymour en la costa oeste y Florence Crawford en Portland, también adoptaron para sus propias agrupaciones, sin que tuvieran ningún nexo de tipo organizacional entre sí, pero reconocían a Parham como líder principal con tal autoridad, que empezó a otorgar licencias de ministros a los predicadores pentecostales entre ellos a Seymour.

Los líderes del movimiento Pentecostal en el Estado Texas y los Estados de alrededor, comenzaron al igual que Parham a celebrar campañas anuales, lo cual trajo gran armonía al movimiento. Con el deseo de una unión más fuerte, A. Goss, uno de los líderes texanos, acudió a C. H. Manson, ministro de la “Iglesia de Dios en Cristo” para que le otorgara autoridad de expedir credenciales ministeriales en nombre de dicha Iglesia a los pastores que él lideraba, lo que efectivamente fue aceptado por Manson, ampliando así la cobertura organizacional pentecostal a varios Estados americanos. Poco después, en 1912 se unió a ellos la “Iglesia de Dios” de Portland, Alabama, que era un organización pentecostal desde 1909, liderada por H. G. Rodgers. Esta nueva incorporación amplió significativamente la organización que conservó el nombre de “Iglesia de Dios en Cristo”, la cual era  vista por sus líderes como una asociación de ministros que tenía como base un “convenio entre caballeros con el entendimiento de retirar de la confraternidad a aquellos que no fuesen dignos de confianza”. [148]

En noviembre de 1913, prominentes líderes pentecostales llegaron al acuerdo de convocar una conferencia de ministros que se realizaría del 2 al 12 de Abril de 1914, en Hot Springs, Arkansas. Para el efecto se publicó dicha convocatoria en el periódico “Palabra y Testimonio” e iba dirigida a todos los ministros pentecostales de todas las procedencias y tendencias doctrinales y organizacionales.

La publicación decía:

“A todas las iglesias de Dios en Cristo, a todas las asambleas Pentecostales o de la Fe Apostólica, que deseen con un propósito unido cooperar en amor y paz para promover los intereses del reino de Dios en todas partes. Esto es sin embargo, sólo para santos que creen en el bautismo con el Espíritu Santo con las señales que le siguen”. [149]

Según el Dr. Gaxiola, el propósito de dicha convocatoria se resumía en los siguientes puntos:

• “Buscar la unidad de la doctrina.
• Preservar la obra ‘para construir y no para destruir’.
• Asegurarse de que se tendría un programa misionero más efectivo.
• Obtener un status legal más seguro para las iglesias locales.
• Establecer algún sistema de preparación bíblica y un departamento de literatura
• Facilitar la afiliación de los ministros pentecostales a una denominación que les asegurara descuentos en los ferrocarriles y la exención del servicio militar.” [150]

Para el día inicial de la conferencia, llegaron unos 300 líderes, ministros y ancianos pentecostales de veinte Estados norteamericanos, de Canadá y de otros dos países, de los cuales 120 se registraron como delegados de diversas organizaciones e iglesias locales. Durante tres días y cuatro noches de confraternidad, muchos tuvieron la oportunidad de testificar acerca “del crecimiento de la obra y las maravillas y milagros obrados por el Espíritu Santo”, lo que generó un sentido de unidad entre los allí congregados. Foster comenta respecto a las negociaciones emprendidas al finalizar esa primera parte:

“La convención tuvo por delante dos problemas muy difíciles, y estos eran el establecimiento de un sistema aceptable de organización, y la formulación de una declaración doctrinal, la cual los delegados podrían firmar y aceptar. Lo que hacía que este fuera un problema colosal, era el hecho que estos delegados provenían de muchas diferentes denominaciones, con grandes diferencias en sus antecedentes, teología y gobierno. Los dos problemas fueron resueltos por la naturaleza general de la legislación que fue pasada”. [151]

En organización se adoptó un sistema que no afectara la soberanía de la iglesia local; pero que reconocía la existencia de una organización supralocal a cuya autoridad se acogían voluntariamente. En lo doctrinal la declaración constitucional no prescribió ningún credo específico. Solo  decía “que las Santas Escrituras Inspiradas por Dios, eran la regla final para la fe y la práctica”. El documento final que sería firmado por los delegados, en el que se expresaba que “los allí presentes eran parte de la Asamblea General de Dios”, contenía la siguiente declaración:

Se resuelve que nos reconocemos como CONCILIO GENERAL de santos pentecostales (bautizados en el Espíritu) de iglesias de Dios en Cristo locales, asambleas de Dios, y varias misiones e iglesias de la Fe Apostólica, y misiones Pentecostales del Evangelio Completo y asambleas de la misma fe en los Estados Unidos de América, Canadá y tierras extranjeras, cuyo propósito no es estatuir leyes de gobierno, ni usurpar la autoridad sobre las varias asambleas de Dios, ni privarlas de sus derechos y privilegios escriturales locales, sino reconocer los métodos Escriturales y el orden para el culto, unidad y fraternidad, trabajo y negocios de Dios, y reprobar todos los métodos, doctrinas y conductas no Escriturales, tratando de conservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, y caminar de acuerdo con Efesios 4:17-32 y considerar los cinco propósitos anunciados en la convocatoria…” [153]

Ocho hombres integraron la mesa directiva  de la recién fundada “iglesia Asambleas de Dios”, los cuales podrían actuar como representantes oficiales entre tanto llegaba la otra conferencia.  Eudorus N. Bell fue elegido como presidente, J. Rosswell Flower como secretario general y Howard Goss fue nombrado como “presbítero ejecutivo” y miembro del comité de credenciales junto con T. K. Leonard, entre otros.

El primer Presbiterio Ejecutivo de las Asambleas de Dios, Hot Springs, Arkansas, Abril 1914.  Sentados (de Izquierda a Derecha): T.K. Leonard, E.N. Bell, Cyrus Fockler. De pie (de Izquierda a Derecha): J.W. Welch, J. Roswell Flower, D.C.O. Opperman, Howard A. Goss, y M.M. Pinson
Como puede verse, originalmente la organización de las Asambleas de Dios en 1914, se dio como un esfuerzo que buscaba cohesionar en una sola denominación a todos los creyentes pentecostales del mundo, sin importar sus posturas doctrinales y sus formas de administración. Así que las Asambleas de Dios no era una denominación pentecostal trinitaria, sino que en su seno se habían reunido tanto los unos como los otros. Sin embargo Foster dice:

“Sería bueno aclarar, que no todos los Ministros del Nombre de Jesús pertenecían a la iglesia Asambleas de Dios, ya que muchos nunca se habían unido a esa organización”, [154] como fue el caso de Frank J. Ewart y Harry Van Loon, los cuales sí tenían mucha relación de compañerismo y fraternidad con los grupos de la Unicidad de las Asambleas de Dios.

Los Pentecostales de la Unicidad

El material hasta aquí expuesto, no pretende demostrar que desde los tiempos apostólicos ha existido una “iglesia-denominación” compuesta de creyentes de la Unicidad Pentecostal con todas las características de lo que hoy se concibe como “iglesia”, porque sería violentar el contexto histórico. Lo que se busca es dejar por sentado el hecho de que la doctrina de las iglesias Uni-pentecostales, en cuanto a Dios, bautismo y glosolalia, está fundamentada en la iglesia primitiva apostólica, y aunque dicha doctrina fuera declarada herética en las decisiones conciliares de los siglos IV y V, nunca desapareció totalmente de los anales de la Iglesia Cristiana.

Este tipo de aclaraciones no deben desanimar al pentecostal del nombre de Jesús, al punto de creer que entonces en alguna época de la historia del cristianismo no había Iglesia. La iglesia sí estaba ahí como una corriente viva, pero con características muy propias de su momento histórico.

Al interior del movimiento Pentecostal en sus comienzos, se van consolidando dos tendencias doctrinales diversas: los que creían y sostenían la tradición trinitaria y los que tenían la fe de la Unicidad de Dios. Muchos de los pentecostales que tradicionalmente habían aceptado la trinidad como dogma indiscutible, fueron inquietados y animados por el Espíritu Santo y por los creyentes en la Unicidad, a ir más allá en la búsqueda de las raíces de la fe cristiana, y al hacerlo terminaron abrazando la doctrina de la Unicidad y el bautismo en el nombre de Jesús. De muchos que por años habían guardado el depósito de la Unicidad y otros que en el fragor del movimiento Pentecostal recibieron “la revelación del nombre y la Unicidad”, es que surgen y se consolidan lo que se ha llamado las iglesias Pentecostales de la Unicidad (o uni-pentecostales).

Muchos conocían la doctrina de la Unicidad y a otros les fue revelada en esas primeras décadas del siglo XX. La fuerza arrolladora de la doctrina de la Unicidad y el bautismo en el nombre de Jesús, generó inquietud al interior del movimiento Pentecostal. Esta situación hizo que se comenzaran a tomar posiciones doctrinales tanto de un lado como del otro. El trinitarianismo pentecostal enfiló baterías contra los unicitarios, al punto que se generó una vez más el repudio por su doctrina, y ellos al ser expulsados de las asambleas pentecostales de las que eran miembros, debieron pensar en organizarse en un ente que agrupara a todos los que tenían esa misma fe de la Unicidad.

Así que volviendo al orden histórico, el movimiento Pentecostal de comienzos del siglo XX, tenía la característica de ser supradenominacional y por consiguiente albergaba diversas posturas doctrinales y administrativas en su interior. Muchas iglesias pentecostales contaban entre sus líderes y su membresía con creyentes trinitarios y unicitarios al mismo tiempo. Pero se hacía notable que el movimiento Pentecostal era el ambiente ideal para impulsar fuertemente el crecimiento de la doctrina de la Unicidad en muchos nuevos lugares y asimismo fortalecerla en otros.

Existía a su interior una fuerte tradición trinitaria; pero también había un grupo notable de líderes, pastores y creyentes que abrazaban la doctrina de la Unicidad y bautizaban en el Nombre de Jesús; otros  bautizaban en el nombre de Jesús pero permanecían trinitarios en cuanto a su teología, y aún más, existían grupos unicitarios y trinitarios que guardaban el sábado y se abstenían de ciertos tipos de alimentos por razones religiosas.

Las insipientes organizaciones pentecostales tenían esa característica mixta respecto al asunto doctrinal; pero imbuidos por el poder del Espíritu Santo que los había llenado a todos por igual, no lograban percatarse de dicha situación o la ignoraron voluntariamente, y el resultado fue comunión, tolerancia y convivencia con todos los que a su alrededor estaban hablando en otras lenguas y amor por aquellos que los rechazaban. Lo verdaderamente valioso para ellos era el “principio pentecostal” que los había cobijado en un solo cuerpo, donde por un instante se desvanecieron las eternas controversias teológicas y cristológicas que han caracterizado a la historia del cristianismo; pero solo sería por un breve momento, pues llegaría el tiempo en que se debería definir la formula bautismal con sus implicaciones teológicas y cristológicas, y de seguro que llegó.

La mayor controversia surgida en los años de 1913 a 1916 dentro del movimiento, fue dada por el desacuerdo en la formula bautismal, que tenía implicaciones profundas en cuanto a la doctrina de Dios y de Cristo. Según Mateo 28:19; la fórmula que Cristo dio fue “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”; en los Hechos de los Apóstoles la Escritura declara que es “en el nombre de Jesucristo” (Hechos 2:38); en Hechos 8:16 “en el nombre de Jesús” y en el capítulo 10:48 y 19:5  del mismo del mismo libro, dice que “en el nombre del Señor Jesús”.

Ya desde 1902, Parham bautizaba en el Nombre de Jesús, pero permanecía trinitario en su teología. Luego unos años después, se decidió que para mantener la unidad, el nuevo movimiento debería usar la fórmula tradicional trinitaria. Esto fue fácil para quienes permanecían trinitarios, pero se convirtió en una situación difícil para quienes creían en la Unicidad, con cuyas convicciones concordaba el bautismo en el nombre de Jesucristo.

Se acepta prácticamente en todos los círculos religiosos pentecostales, que el inicio de la polémica bautismal tuvo lugar en Arroyo Seco; una comunidad entre los Ángeles y Pasadena (California), donde el 15 de abril de 1913 dio principio el “campamento mundial de la fe apostólica”.

Este campamento despertó la curiosidad y la atención de muchos por la visita y consecuentes sermones de Mary Woodworth Etter (prominente predicadora  de la sanidad divina y otros dones); sin embargo, este campamento sería recordado por la controversia doctrinal que allí se generó.

Llegado el momento de celebrar una serie de bautismos de nuevos conversos, en el púlpito se encontraba un evangelista canadiense llamado Robert E. McAlister, encargado de presentar una meditación bíblica.

Entre muchas cosas, habló de las clases de bautismo en agua, pero enfatizó en la forma de bautizar de la iglesia primitiva; concluyendo con la declaración de que “el bautismo en los tiempos apostólicos, invariablemente, se efectúo en el nombre de Jesucristo y nunca se usaron las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

El mensaje causó alteración entre los oyentes y aún en los mismos que ocupaban la plataforma.

Entre los que oyeron la predicación de McAlister, hubo un predicador que irrumpió subiéndose a la plataforma y llamándolo a un lado le dijo que no predicara esa doctrina; pero el mensaje ya había llegado a los oyentes y en algunos el efecto era muy fuerte. McAlister intentó tranquilizar a los oyentes diciendo que sus palabras no implicaban que el bautismo trinitario que habían practicado hasta ahora fuera erróneo.

Un australiano llamado Frank J. Ewart (1876-1947), que inició su ministerio en una iglesia bautista de su país natal,  pero que emigró a los Ángeles, California, para trabajar como asistente del pastor William H. Durham, estuvo en el campamento mencionado y después de oír el mensaje de McAlister, lo invitó a su hogar para hablar de esa nueva enseñanza. A  Frank le parecieron muy sensatas las explicaciones de McAlister y creía firmemente que era necesario obedecer las Escrituras sin importar las adversidades que eso acarreara o el precio que debiera pagarse.

Pasada la campaña, ellos dos dialogaban con frecuencia, al punto que a sus charlas se unió un prestigioso evangelista llamado Glen A. Cook, quien más tarde y junto a sus ayudantes, extenderían esta enseñanza bíblica.

Tiempo después Ewart y McAlister buscaron un lugar adecuado para realizar servicios, pero al no encontrarlo, aceptaron la invitación del pastor Warren Fisher y se unieron a él en su obra. Esto dio comienzo a un gran avivamiento donde Ewart  podía predicar “la nueva doctrina” pero con ciertas restricciones. Ewart dijo: “Nosotros podíamos hacer muchas cosas en el nombre de Jesús, pero no podíamos hacer todas las cosas en ese nombre”. [155]  Entonces decidió obedecer lo que sabía que era verdad y dar pasos hacia fuera con el mensaje completo y sin restricciones.

El predicador McClain lo describió así:

“En ese mismo año de 1914, cuando la organización de las Asambleas de Dios fue establecida, Frank J. Ewart de los Ángeles California, por medio de buscar mucho a Dios en oración, le había sido revelado por medio de la Palabra de Dios una gran verdad referente al Plan de Salvación: Que Dios estaba en su Hijo reconciliando al mundo consigo mismo  (2 Corintios 5:19) y que el plan de salvación había sido trazado y simplificado por el apóstol Pedro en Hechos 2:38, “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Además que Jesús es la única puerta de salvación y que “no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Y aun, le fue revelado que toda la plenitud de la Deidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) habita corporalmente en Jesús (Colosenses 2:9). Así que todos los apóstoles entendiendo cabalmente y sin lugar a dudas las palabras de Jesucristo en Mateo 28:19, bautizaron a todo candidato en el nombre de Jesús’. Él vio que el mandamiento apostólico es: ‘y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús...” (Colosenses 3:17)”. [156]

Una característica de este extraordinario avivamiento, era que la mayoría de las personas bautizadas en agua en el nombre de Jesús, eran bautizados con el Espíritu Santo inmediatamente salían del agua, y si tenían enfermedades eran sanados. Se entiende que esto ocurría por obedecer al mandato de bautizar en el nombre de Jesús.

El periódico “Meat in due Season” (Alimento a su tiempo), que era editado por Ewart, fue un medio para extender la enseñanza del nombre de Jesús por toda la nación y por los campos misioneros en el exterior. 

Cook, quien aún trabajaba con Ewart, efectuó una gira evangelística por Missouri, Indiana, Kansas y algunos de los Estados del sureste llevando la nueva revelación de Dios en Cristo y el bautismo en el majestuoso nombre de Jesús; la gira fue todo un éxito. Esta revelación se extendió rápidamente y fue aceptada como doctrina por grandes líderes, pastores y evangelistas, entre ellos el pastor G. T. Haywood (afro-americano), quien era líder de una iglesia numerosa e influyente; éste fue posteriormente defensor del movimiento de la Unicidad Pentecostal. La influencia de Haywood en Indianápolis fue mucha, logrando una intensa receptividad de quienes le oyeron y posteriormente le siguieron.

Algunos líderes trinitarios de la recién organizada iglesia Asambleas de Dios, al ver la intensa actividad de los unicitarios por dar a conocer su mensaje, y la manera arrolladora como este se iba propagando y pasando de iglesia en iglesia al punto que parecía como si toda la iglesia Asambleas de Dios habría de ser absorbida por dicha doctrina, comenzaron a preocuparse, oponerse y  atacar lo que ellos consideraban era un error doctrinal. Así que acordaron oficialmente desde la Mesa Directiva de las Asambleas de Dios, detener el progreso de dicho mensaje, y a partir de 1915 comenzaron a convocar conferencias de ministros jóvenes, conferencias generales, y a hacer publicaciones en periódicos para advertir en contra de ese movimiento. E. N. Bell y Goss, prominentes líderes pentecostales y miembros de la Mesa Directiva de las Asambleas de Dios eran los que más insistían en acabar con el movimiento de la Unicidad, que según ellos comenzaría pronto su declinación. El 11 de mayo de 1915, la iglesia Asambleas de Dios reunió a sus presbíteros para tomar decisiones sobre un plan a seguir, el cual detuviera la continuación de ese problema, y publicaron en su periódico oficial una declaración en contra de la Unicidad.

Pero unos pocos meses después, sucedió que Eudorus N. Bell, que en un principio fue acérrimo opositor  de esta “nueva controversia” (así era llamada la doctrina de la Unicidad Pentecostal en ese momento), se convirtió a la doctrina de la Unicidad y llegó a ser uno de sus representantes más influyentes.

En el verano de 1915, las Asambleas de Dios iniciaban su tercera concentración estatal en Tennesse. El pastor H. G. Rodgers era el anfitrión y Bell era el que iba a dirigirla. En esa campaña sucedió algo extraordinario; los dos fueron bautizados en el nombre de Jesús y comenzó un poderoso mover pentecostal y un gran avivamiento en Tennesse y en lugares circunvecinos.

El bautismo de E. N. Bell (naturalmente por ser un gran líder), atrajo mucho la atención, y fue divulgado por toda la nación y campos misioneros. Lo mismo sucedió con hombres como  John Dye, el evangelista Charles Smith, el pastor George Joiner (en Zion, Illinois), S. C. McClain (predicador quien aceptó  la revelación del nombre y continuó extendiéndola  gracias a su liderato),  Howard A. Goss (uno de los directores del Presbiterio), R. G. Cook (famoso predicador de la iglesia Asambleas de Dios y líder - miembro del presbiterio ejecutivo de las Asambleas de Dios) quien fue  bautizado por Parham años atrás. Oliver F. Fauss, Harvey Sheared (pastor de la iglesia de Cadwell en Texas) y B. F. Lawrence.

El escritor Foster explica en su texto que:

“En 1915, durante la tremenda ola hacía la doctrina del nombre de Jesús, un concilio general de las Asambleas de Dios, tuvo lugar en la sala Turner en St. Louis, empezando desde el primero de octubre. La fórmula apropiada para bautizar y la controversia de la Deidad  de Jesús, fueron los temas centrales de discusión. El martes cinco de octubre, fue dado completamente a este tema. Dos oradores fueron seleccionados para defender cada punto  de esta controversia con Bell y Haywood representando la fórmula de Hechos 2:38, y A. C. Collins  y Jacob Miller la fórmula de Mateo 28:19. Cada orador hizo un gran esfuerzo para establecer sus sentimientos personales en el asunto. Cada cual se esforzó para convencer y hacer seguidores a los delegados que tan profundamente se interesaron en esta conferencia. Después de toda la exposición, el sentimiento general de la gran mayoría fue el de no decidir nada en ese momento. Ellos esperarían un año, y los posibles resultados que vendrían después, determinarían una línea de acción”. [157]

El año que siguió fue de gran conflicto; cada uno sentaba su posición y quería ganar al otro. Los del lado trinitario fueron muy agresivos y se propusieron poner fin a lo que ellos llamaron “Herejía Sabelianita” echando mano de todo lo que estuviera a su alcance. Muchas presiones fueron ejercidas y “profundos sentimientos” fueron manifestados por ambos lados de esta controversia.

La nueva Mesa Directiva de las Asambleas comenzó a presionar para que se estableciera de forma definitiva una declaración de fe y empezaron a desprestigiar el mensaje del Nombre de Jesús,  amenazando a los que propagaban dicho mensaje con desvincularlos de la organización. Entre tanto, los predicadores del Nombre de Jesús estaban bien ocupados en su tarea de evangelización, bajo carpas, en iglesias, en misiones, y donde quiera que se les diera la oportunidad de hacerlo. Entre ellos no existía la idea de abandonar la organización de las Asambleas, sino que deseaban continuar en su fraternidad, pues tenían claro que esta no se había fundado para defender una u otra doctrina, sino para congregar en un cuerpo a todos los que eran parte del movimiento Pentecostal.

Para el concilio que se celebró en “Bethel Chapel” de St. Louis, Missouri, en Octubre de 1916, la mayoría de los que defendían la posición de la Unicidad, habían sido eliminados del liderazgo de las Asambleas de Dios. En dicho Concilio se redactó una resolución de verdades fundamentales que  favorecía fuertemente las ideas trinitarias. Los de la Unicidad reportaron su descontento, pero “se encontraron con una lucha altamente ofensiva”. “Voces de ambos lados se levantaron en protesta y pasaron varios minutos antes de que las cosas se aquietaran y la lectura del reporte continuara”. A partir de ese momento, los que defendían la Unicidad casi no tomaron parte en las discusiones pues habían llegado a la conclusión de que oponerse sería inútil. La aprobación de aquellas verdades fundamentales de la organización de las Asambleas de Dios, marcó el fin del entrañable compañerismo que había distinguido al movimiento Pentecostal. Entonces los hnos. del Nombre de Jesús se retiraron al frente del lugar de reunión para estudiar las decisiones que tomarían a partir de ese momento, entre tanto en el auditorio cantaban “Santo, santo, santo, Señor omnipotente, bendita trinidad”. 156 ministros del nombre de Jesucristo (casi la cuarta parte de los afiliados a las Asambleas de Dios), y numerosas asambleas locales fueron forzadas a propagar su mensaje desde fuera de las Asambleas de Dios. “La lista de los ministros ordenados bajó de 585 a 429 y las ofrendas misioneras disminuyeron proporcionalmente”. [159]  Este definitivo rompimiento provocó amarguras, distanciamiento y conflictos, al igual que una ardua y larga reorganización de los que abandonaron el concilio, puesto que de ese momento en adelante, debían decidir qué curso seguir.

La Propagación del Mensaje Hacia Canadá

El mensaje del Nombre de Jesús seguía extendiéndose, y tal parecía que entre más oposición se presentaba; su desarrollo y difusión crecía. Es así como este mensaje tocó a Canadá.

Se cree que uno de los primeros mensajes sobre el bautismo en agua hecho exclusivamente en el nombre de Jesús, fue predicado en la “Convención Pentecostal Anual”, celebrada en Winnipeg, Canadá, en Noviembre de 1913, por el pastor Robert McAlister.

El ambiente para esta convención había sido preparado con antelación mediante un fuerte avivamiento y un mover del hablar en lenguas iniciado en Toronto, en una pequeña misión en la calle Queen East, en 1906. Después ‘saltó’ a otros lugares en Ontario y a Ottawa (Canadá), al igual que en la misma Winnipeg.

En los días que se celebró la convención anual, no era considerada una violación de la cortesía ministerial, el que algún orador invitado enseñara sobre alguna nueva verdad bíblica revelada. Además, toda nueva revelación era respaldada por la fuerte receptividad que poseían las personas en ese momento histórico.

Esa misma noche de la convención, le correspondía a Frank Small oficiar los bautismos y procedió a bautizar a 30 personas usando el nombre de Jesucristo, aunque McAlister y Small todavía no habían sido bautizados en el nombre de Jesús. L. C. Hall y George A. Chambers, se asociaron con el fin de iniciar unas campañas en Toronto en 1915. Aunque hubo persecución, muchas personas querían conocer el mensaje del Dios Todopoderoso revelado en Jesucristo. En la primera campaña fueron bautizados 84 personas, entre las que se encontraban algunos ministros. Entre ellos estaba T. H. Gilbert, un pastor de Toronto.

Las campañas continuaron en Berlín, Ontario, y fueron bautizados trescientos más en el poderoso nombre de Jesús. Para el mismo tiempo, G. T. Haywood, quien bautizó a McAlister, estaba predicando en Ottawa, y 112 fueron bautizados. 

Organización de los Pentecostales de la Unicidad (Uni-pentecostales) en Norte América

Los ministros de la Unicidad que fueron rechazados por las Asambleas de Dios, quedaron sin una estructura organizacional que les permitiera otorgar credenciales y unir sus esfuerzos en pro de las misiones, así que de inmediato comenzaron a tomar decisiones en el sentido de iniciar una organización que agrupara e identificara a los creyentes del Nombre de Jesús. También se iniciaron acercamientos con grupos Pentecostales de la Unicidad que nunca se quisieron unir a las Asambleas de Dios.

Entre esos grupos de Pentecostales de la Unicidad independientes, estaban las Asambleas Pentecostales del Mundo, que fue organizada a finales de 1914 por el Rev. Frazier y tenía sus oficinas en Portland, Oregon. Ellos habían logrado adquirir el reconocimiento adecuado del gobierno para sus ministros de edad militar.

A raíz del rechazo de las Asambleas de Dios, los ministros unicitarios fundaron  el 2 de enero de 1917 la Asamblea General de las Asambleas Apostólicas, la cual comenzó a otorgar credenciales, pero se dieron cuenta de que su organización era tardía para lograr los beneficios que excluyeran a sus ministros del servicio militar. Se pusieron en contacto con las Asambleas Pentecostales del Mundo, que sí contaban con dicho beneficio e iniciaron las negociaciones, lo que permitió la unión de estos dos grupos a finales de 1917. La nueva organización compuesta por negros y blancos, decidió continuar denominándose Asambleas Pentecostales del Mundo. Mantuvieron gran fraternidad por varios años hasta que las diferencias raciales provocaron la escisión de dicha organización en varios grupos. A finales de 1924, las Asambleas Pentecostales del Mundo fueron abandonadas por la mayoría de ministros blancos, quedando a cargo de ella los hnos. de color.

Como consecuencia de lo anterior y después de un tiempo de negociaciones entre ministros unicitarios blancos, en febrero de 1925, en Jackson, Tennessee, se fundó La Alianza Pentecostal de Ministros, por iniciativa del pionero A. D. Urshan.

Unos meses después, por descontentos con dicha organización y buscando definir una posición doctrinal más sólida, ministros de los Estados de Oklahoma, Louisiana y Texas, citaron a una conferencia en Houston, en octubre de 1925, donde decidieron separarse de la Alianza Pentecostal de Ministros, y fundaron la Iglesia de Emanuel en Cristo Jesús.

Por ese mismo tiempo en St. Louis, Missouri, el pastor W. H. Whittington y Ben Pemberton, en un esfuerzo organizacional, empezaron la Iglesia Apostólica de Jesucristo.

Hacia 1927, por desacuerdos de opinión, un buen grupo de ministros de Louisiana y Texas abandonaron la Iglesia de Emanuel en Cristo Jesús y regresaron a la Alianza Pentecostal de Ministros. Estas dos denominaciones del Nombre levantaron iglesias tanto en Estados Unidos como en Canadá, pero trabajaban con un cierto sentido de competencia.

Desde 1927, la Iglesia de Emanuel en Cristo Jesús y las Iglesias Apostólicas de Jesucristo, iniciaron acercamientos con la idea de una posible unión la cual se consolidó en octubre de 1928, y ya unidas continuaron usando el nombre de Iglesias Apostólicas de Jesucristo.

Este proceso organizacional de los Pentecostales de la Unicidad, se venía dando tanto en Estados Unidos como en Canadá, ya que estas denominaciones tenían afiliados ministros y asambleas que residían en los dos países.

Las Asambleas Pentecostales del Mundo, que desde 1924 estaba conformada eminentemente por hnos. de color, y las Iglesias Apostólicas de Jesucristo, se unieron en noviembre de 1931 y tomaron el nombre de Asambleas Pentecostales de Jesucristo. Sin embargo, en los Estados Unidos no todos estaban de acuerdo con la unión, como fue el caso del líder de color Samuel Grimes, que abandonó la conferencia y renovó la carta de las Asambleas Pentecostales del Mundo antes de su vencimiento. Otros que como él estaban en desacuerdo por cuestiones raciales se le unieron, y continuaron en dicha organización.  

El Rev. Wynn T. Stairs, un hombre muy inquieto por las misiones en Sur América, organizó una serie de campañas evangelísticas a principios de 1932 en Canadá, y al regresar de Estados Unidos llevó como predicador a Charles Berchtold, un pentecostal americano que tenía visión misionera por Colombia, el cual visitó las Iglesias del Evangelio Completo en New Brunswick, Canadá, y recibió el apoyo económico que necesitaba para viajar al país de su llamamiento. En el año de 1944, el Rev. Stairs sería seleccionado como secretario misionero de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo.

La Alianza Pentecostal de Ministros que había sido fundada desde 1925, y que inicialmente no pretendía “ser una organización general de iglesias, sino una alianza de ministros que buscaba únicamente llenar las necesidades del ministerio, y que cada iglesia local juntamente con su pastor habría de ser un gobierno soberano sobre sí mismo”, [160]  hacia 1932, en conferencia general, estableció una legislación para lograr más cohesión administrativa e incluyeron las iglesias locales como una parte integral de la organización, y asumieron el nombre de Iglesia Pentecostal Incorporada. A partir de entonces, sus esfuerzos unidos contribuyeron en alcanzar metas que de otra manera no hubieran podido lograrse.

Las dificultades internas continuaban en las Asambleas Pentecostales de Jesucristo en los Estados Unidos, en Canadá no se presentaban ese tipo de problemas raciales, al punto que para 1937 la mayoría de ministros americanos de color habían regresado otra vez a las Asambleas Pentecostales del Mundo.

Fue precisamente ese año de 1937, cuando la Fraternidad de Iglesias del Evangelio Completo, (del Distrito Marítimo del Canadá, que en 1939 se organizaron formalmente como la Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo), enviaron a Colombia al Misionero Aksel V. Larsen.

Para la conferencia anual de ministros de 1938, las Asambleas Pentecostales de Jesucristo decidieron que la organización volvería a tener un presidente general en vez de presbíteros. Eso mejoró las cosas y la iglesia inició una marcha progresiva. El superintendente general elegido fue W. T. Witherspoon, el secretario tesorero fue Stanley R. Hanby.

La Iglesia Pentecostal Unida

Por 1939, en Houston, Texas, terminada una campaña en su iglesia, O. F. Fauss llevaba a la estación del ferrocarril al Rev. W. T. Witherspoon, superintendente general de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo que había sido el predicador en dicho evento, pero mientras iba de camino, recordó que en Houston se encontraban las oficinas generales de la Iglesia Pentecostal Incorporada, así que decidió pasar por allí e invitó al hno. Goss, superintendente general de la Iglesia Pentecostal Incorporada para que lo acompañara a despedir al Rev. Witherspoon. Mientras iban a la estación, en el asiento de atrás los dos prominentes líderes pentecostales de la Unicidad absorbidos en su conversación, cimentaban fuertes lasos de amistad y al mismo tiempo acercaban a sus dos diferentes iglesias. Durante varios años soplaron vientos de una posible unión entre estas dos organizaciones del nombre, pero se veían muchas dificultades de por medio.

A finales de septiembre de 1944, las Asambleas Pentecostales de Jesucristo celebraban su Conferencia General de Ministros en St. Louis, Missouri. Allí llegó Harry Branding, uno de los líderes de la Iglesia Pentecostal Incorporada, que pastoreaba una congregación en dicha ciudad, y acercándose al Rev. Fauss, que era muy influyente en las Asambleas, le dijo:

-¿Por qué no nos unimos?

Y le propuso a Fauss que pasaran una resolución con ese propósito, y que si se lograba alguna decisión favorable él haría lo mismo en la próxima conferencia de la Iglesia Pentecostal Incorporada que se celebraría en un mes. Fauss de inmediato se puso en contacto con otros líderes de las Asambleas y pusieron las cosas en marcha, logrando la aprobación de invitar a los oficiales  de la Iglesia Pentecostal Incorporada a una reunión con los oficiales de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo, donde discutirían ese asunto.

La Iglesia Pentecostal Incorporada, el 27 de octubre de 1944, aprobó en su conferencia general la resolución que aceptaba la invitación de las Asambleas para reunirse y discutir las condiciones del convenio, lo cual hicieron en una sesión exploratoria.

Entre los ministros más antiguos de la Iglesia Pentecostal Incorporada, resurgieron sentimientos por la forma como tuvieron que salir 20 años atrás de las Asambleas Pentecostales del Mundo, que ahora era parte de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo. Salió a flote lo racial, las diferencias sobre el papel del bautismo en el nuevo nacimiento, el concepto de iglesia, [161] las normas de santidad en cuanto a los placeres mundanos y el vestir.

“Estos temas importantes tenían que ser enfrentados… cada organización comenzó a escudriñar acerca de la otra. Fue descubierto por la mayoría, lo que otros por algún tiempo ya sabían y habían visto: que había gente dentro de su propio grupo con creencias comparables a aquellos que pertenecían al otro grupo. Ahora, si podían tener compañerismo con los que estaban en su propio grupo, aun cuando había diferencias, ¿por qué no podían mostrar el mismo amor fraternal a los que pertenecían al otro grupo? Si los aceptaban en su organización aunque diferían en sus creencias… ¿por qué no hacer lo mismo con los hermanos del otro grupo?... Todos estaban de acuerdo de que el mensaje de Hechos 2:38 tenía que ser propagado hasta los fines de la tierra. Todos sabían que esto se podría lograr más fácilmente con el esfuerzo unido de las dos iglesias”. [162]  

Hubo muchos puntos de acuerdo y el deseo de la unión prevaleció, así que se citó a una reunión de los oficiales de ambas organizaciones para la primavera de 1945, donde se retomaría el asunto de dicha alianza. Llegado el plazo pertinente, la reunión fue celebrada en la cuidad de St. Louis en el Hotel Milner. Estaban representando la iglesia Asambleas Pentecostales de Jesucristo los hnos. W. T. Witherspoon, superintendente general, Stanley R. Hanby, el secretario tesorero y Wynn T. Stairs secretario misionero; por la Iglesia Pentecostal Incorporada estaban, Howard A. Goss superintendente general, Oscar Vouga secretario tesorero y el Rev. B. H. Hite, entre otros. Ya determinado el acuerdo de unión, se procedió a establecer una declaración de doctrina fundamental para la organización, que entre otras cosas, según Foster,  decía:

“La doctrina básica y fundamental de esta organización será toda la enseñanza bíblica de salvación, la cual es arrepentimiento, bautismo en agua por inmersión en el nombre de Jesucristo, y el bautismo del Espíritu Santo con la evidencia inicial de hablar en otras lenguas según el Espíritu de que hablen… Nos esforzaremos en mantener la unidad del Espíritu, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe, y al mismo tiempo exhortaremos a los hermanos a que no contiendan por sus diferentes puntos de vista para que el cuerpo no sea dividido”. [163]

Varios nombres fueron presentados para la nueva organización, pero considerados cuidadosamente parecían no llenar las expectativas de todos. Se decidió entonces que la palabra “Pentecostal” debía seguir siendo parte del nombre.

“Entonces alguien mencionó la palabra: ‘unida’, y dijo que todo lo que se habían esforzado por lograr quedaba envuelto en esa palabra… de repente, Hite se levantó y temblando empezó a hablar. Él estaba sobrecogido por la emoción… él no podía contener sus lágrimas, y con las lágrimas rodando sobre sus mejillas, su gran mano lentamente se elevaba y descendía, mientras una y otra vez repetía esa palabra mágica: ‘Unida, unida, unida’, todos los que estaban en ese cuarto fueron contagiados del espíritu de esta frase” [164]

Llorando abiertamente, decidieron que ellos recomendarían que la nueva organización se llamara “Iglesia Pentecostal Unida”.

Se decidió que se convocaría a los ministros de las dos organizaciones de manera simultánea para el mes de septiembre de 1945, en St. Louis. Ellos se reunirían en lugares separados para ratificar las condiciones del acuerdo de unión, y luego se unirían en un solo auditorio para tener la primera sesión, juntos como un “cuerpo unido”. El lugar escogido fue el auditorio Kiel. Ya ratificados los puntos de unión por las dos iglesias y armonizados los artículos de fe y  la constitución que regiría la nueva organización, los ministros de la Iglesia Pentecostal Incorporada esperaban ansiosos la llegada de los ministros de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo al auditorio Kiel donde ellos se encontraban sesionando. El martes 25 de septiembre de 1945, se celebró la primera sesión de negocios de la Iglesia Pentecostal Unida, en la cual se eligieron lo nuevos oficiales: Howard A. Goss fue elegido superintendente general,  W. T. Witherspoon como asistente al superintendente general, Stanley W. Chambers como secretario tesorero general, T. R. Dungan como asistente al secretario tesorero general, y Wynn T. Stairs como secretario de misiones extranjeras. En esa reunión había aproximadamente 1800 ministros y unas 900 iglesias representadas. Las oficinas principales de la Iglesia Pentecostal Unida se ubicaron en St. Louis, Missouri. [164] En 1946, la Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo, se unió a la nueva organización. La sede canadiense fue ubicada en St. Stephen, New Brunswick.


Primera Junta Administradora de la Iglesia Pentecostal Unida. Sentados (de Izquierda a Derecha): D. C. Gurley, del distrito sur; Wynn T. Stairs, secretario de misiones extrajeras; Stanley W. Chambers, secretario-tesorero general; Howard A. Goss, el superintendente general; W. T. Witherspoon, asistente del superintendente general; B. H. Hite, Missouri; G. B. Rowe, Indiana; G. H. Brown, Arkansas. De pie (de Izquierda a Derecha): J. A. Johnson, distrito occidental; Jack Scott, centro occidente; L. J. Hosch, Texas; Ellis Scism, del noroeste; Ralph G. Cook, Ohio; Mack D. Abgot, Texico; M. W. Howard, Oklahoma; S. G. Norris, norte central; W. A. Sherrill, del sudeste; M. J. Wolff, Illinois. No aparecen en la fotografía: S. L. Wise, Louisiana y T. R. Dungan, asistente del secretario-tesorero general

Referencias

[89] Hechos de los Apóstoles 8:26-40, 9:10-17, 10, 13:1-3, 16:6-10, 23:11; Gálatas 1:11-12, Apocalipsis 1:10
[90] Hechos de los Apóstoles 2:4-12
[91] Las ideas aquí expresadas son una relectura y adaptación del esquema histórico propuesto para el estudio del fenómeno de las lenguas por HINSON, E. Gleen. The Significanse of Tongues in the History of Christianity en Speaking in Tongues: Let`s Talk About It.
[92] GAXIOLA, Manuel J. La Serpiente y La Paloma. Opc. Cit., p. 73
[93] Hechos de los Apóstoles 2:4-11, 10:46, 19:6, 1. Corintios 12:10, 12:28, 12:30, 13:1-8, 14:2-39, Marcos 16:17.
[94]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 77
[95]  ORÍGENES. Contra Celso. Citado por GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 77
[96]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 75
[97]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 74-75
[98]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 78
[99]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 77
[100]  TUGWELL, Simon, Did you Receive the Spirit? Londres: Darton, Longman & Todd. 1972 p. 73. Citado por GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 24
[101]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 80
[102]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 81
[103]  Edward Irving (1792-1834) creció y fue ordenado en la Iglesia Reformada de Escocia, pero antes de pastorear ejerció la docencia en varios lugares.
[104]  GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 90
[105]  FOSTER, Fred J. Su Historia. Los Pentecostales del Siglo Veinte. Hazelwood, Word Aflame Press. 1965. p. 34-35
[106]  BAYD, Roberto. Moody Sankey en Gran Bretaña. 1875. Citado por FOSTER, Fred J. Su Historia: Los Pentecostales del Siglo Veinte. Hazelwood, Word Aflame Press. 1965. p. 35
[107]  BRUMBARK, Carl. Suddenly From Heaven. p. 13. Citado por FOSTER, Fred J. Su Historia: Los Pentecostales del Siglo Veinte. Hazelwood, Word Aflame Press. 1965. p. 35
[108]  DAMBORIENA, Prudencio. Tongues as of Fire: Pentecostalism in Contemporary Christianity. Washington D.C. Corpus Books. 1969. p. 101. Citado por GAXIOLA, Manuel J. Opc. Cit., p. 17
[109]  GAXIOLA, Opc. Cit., p. 91-92
[110]  GAXIOLA, Opc. Cit., p. 85
[111]  Ibídem
[112]  Opc. Cit., p. 93
[113]  GAXIOLA, Opc. Cit., p. 94-98
[114] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 137
[115]  PARHAM, Sarah E. Opc. Cit., p. 48. Citado por FOSTER, Fred J. Su Historia… Opc. Cit., p. 41.
[116]  Ibídem
[117] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 139-140
[118] PARHAM, Charles. The Life of Charles F. Parham. Birmigan, AL: Commercial Printing Company. 1930. p. 52-53. Citado por LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 141.
[119] PARHAM, Sarah E. Opc. Cit., p. 51. Citado por FOSTER, Fred J. Su Historia… Opc. Cit., p. 42.
[120] BARTLEMAN, Frank. Azusa Street. El Despertar Pentecostal de Principios  del Siglo Veinte. Argentina. Editorial Peniel. Edición Nº 1. 1997. p. 2
[121] PARHAM, Charles. The Life of Charles F. Parham. Birmigan, AL: Commercial Printing Company. 1930. p. 54. Citado por LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 142.
[122] PARHAM, Sarah E. Opc. Cit., p. 54-55. Citado por FOSTER, Fred J. Su Historia… Opc. Cit., p. 44.
[123] Ku Klux Klan, organización terrorista secreta creada en los estados sureños de Estados Unidos durante el periodo de la Reconstrucción que siguió a la Guerra Civil Estadounidense  y que se extendió geográficamente en el siglo XX. El Klan original fue fundado en Pulaski (Tennessee) el 24 de diciembre de 1865, por seis antiguos oficiales del Ejército Confederado que dieron a su sociedad un nombre adaptado de la palabra griega kuklos (‘círculo’). Aunque la organización tuvo en sus comienzos un carácter social de tipo lúdico, sus actividades pronto se dirigieron contra los gobiernos republicanos de la reconstrucción. Los miembros del Ku Klux Klan y sus filiales creen en la superioridad de la raza blanca y luchan contra el progreso de los negros, católicos, judíos y otros colectivos. Sus militantes llevan túnicas y capuchones cuando se manifiestan públicamente.  
[124] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 170
[125] LAKE, John G. Adventures in God. Tulsa, Oklahoma. Harrison House, Inc. 1981. p. 18-19. Citado por LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 181
[126] SEPÚLVEDA, Juan.  ‘El Principio Pentecostal’. Reflexiones a partir de los orígenes del Pentecostalismo en Chile. En Voces del Pentecostalismo Latinoamericano. Identidad, Teología e Historia. Editores Daniel Chiquete y Luis Orellana. Talcahuano, Chile. 2003. p. 15
[127] BARTLEMAN, Frank. Azusa Street. Opc. Cit., p. 118-119
[128] Se creía que el Espíritu iba y venía, por lo que había que sentarse durante días a esperarlo y muchos por esperar abandonaban sus responsabilidades de todo tipo.
[129] PARHAM, Charles. The Life of Charles F. Parham. Birmigan, AL: Commercial Printing Company. 1930. p. 163-170. Citado por LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 185-186
[130] SEPÚLVEDA, Juan.  ‘El Principio Pentecostal’. Reflexiones a partir de los orígenes del Pentecostalismo en Chile. En Voces del Pentecostalismo Latinoamericano. Identidad, Teología e Historia. Editores Daniel Chiquete y Luis Orellana. Talcahuano, Chile. 2003. p. 15
[131] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 184
[132] ROBECK, Cecil M. William J. Seymour and the Bible Evidence. En McGEE, Gary B. (editor). Initial Evidence: Historical and Biblical Perspectives on the Pentecostal Doctrine of Spirit Baptism. Peabody. MA: Hendrickson Publishers. 1991. p. 80. Citado por    SEPÚLVEDA, Juan.  ‘El Principio Pentecostal’. Reflexiones a partir de los orígenes del Pentecostalismo en Chile. En Voces del Pentecostalismo Latinoamericano. Identidad, Teología e Historia. Editores Daniel Chiquete y Luís Orellana. Talcahuano, Chile. 2003. p. 16
[133] PARHAM, Charles. The Life of Charles F. Parham. Birmigan, AL: Commercial Printing Company. 1930. p. 163-170. Citado por LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 185
[134] SEPÚLVEDA, Juan.  ‘El Principio Pentecostal’. Reflexiones a partir de los orígenes del Pentecostalismo en Chile. En Voces del Pentecostalismo Latinoamericano. Identidad, Teología e Historia. Editores Daniel Chiquete y Luis Orellana. Talcahuano, Chile. 2003. p. 16
[135] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 193
[136] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 96
[137] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 97
[138] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 99
[139] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p.
[140] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p.
[141] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p.
[142] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 169
[143] LIARDON, Roberts. Opc. Cit., p. 51
[144] PELEUBET´S Bible Dictionary. p. 704. Citado por FOSTER, Fred J. Su Historia… Opc. Cit., p. 34
[145] William Taylor fue criado en el seno de una familia de clase obrera en el estado de Virginia, con escasa educación formal en una escuela uni-docente, ingresó al ministerio metodista en el año de 1842, [a la edad de 21 años]. En 1845 se hizo miembro de la Conferencia Metodista de Baltimore, desarrollando su ministerio pastoral en Georgetown y North Baltimore. Por esos años recibió una fuerte influencia teológica y espiritual de Phoebe Palmer, que lo transformó para toda su vida en un activo militante del movimiento de Santidad. En 1870 fue enviado a la India por la junta misionera metodista, donde después de serios conflictos con esta, decidió iniciar un trabajo misionero independiente, procurando establecer entre los convertidos por su predicación iglesias que se autofinanciaran desde el comienzo. 
[146]  FOSTER, Opc. Cit., p. 76
[147] Algunos misioneros debían regresar ya que los gobiernos exigían documentación avalada por una organización reconocida.
[148]  FOSTER, Opc. Cit., p. 83
[149]  GAXIOLA, Opc. Cit., p. 128
[150]  Opc. Cit., p. 129
[151]  FOSTER, Opc. Cit., p. 85
[152]  FOSTER, Opc. Cit., p. 86
[153]  Citado por GAXIOLA, Opc. Cit., p. 129
[154]  FOSTER, Opc. Cit., p. 126
[155]  FOSTER, Opc. Cit., p. 91
[156]  Ibídem
[157]  FOSTER, Opc. Cit., p. 112
[158]  FOSTER, Opc. Cit., p. 117
[159]  FOSTER, Opc. Cit., p. 118
[160]  FOSTER, Opc. Cit., p. 135
[161]  Unos creían que sólo los que habían pasado por el plan completo de Hechos 2:38 eran la iglesia y sólo ellos se irían en el arrebatamiento, los otros creían que lo esencial era el bautismo del Espíritu Santo y que toda la gente ya fuera del nombre o no, si habían recibido esa experiencia se irían en el arrebatamiento.
[162]  FOSTER, Opc. Cit., p. 149
[163]  FOSTER, Opc. Cit., p. 151-152
[164]  FOSTER, Opc. Cit., p. 153
[165]  FOSTER, Opc. Cit., p. 155-156 

4 comentarios:

  1. SEA COMO SEA, EL BAUSTISMO EN EL NOMBRE DE JESUS NO ES HISTORICO, FUE ALGO QUE APARECIO EN EL CAMINO

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  2. NINGÚN DE LOS PADRES APOSTÓLICOS FUE UNITARIO, Y HAY DATOS HISTÓRICOS DONDE SE PRUEBA QUE LA DOCTRINA UNITARIA FUE UNA EXENCIÓN DE UNA HEREJÍA DEL TERCER SIGLO LLAMADO MANARQUIANISMOS QUE SE RESISTÍAN EN CREER EN LA DEIDAD DE CRISTO, DEBIDO A SUS RAÍCES JUDÍAS. PARA ESE ENTONCEES EL MONOPOLIO DE LA IGLESIA CATÓLICA NO ESTABA. SEA COMO SEA, HISTORICAMENTE LA DOCTRINA UNITARIA ES UNA SECTA, QUE NACIO EN EL CAMINO POR UNA REVELACIÓN Y POR LIDERES QUE FUERON DECLARADOS HEREJES DESDE UN PRINCIPIO. ME GUESTARIA QUE MEDIERAN ALGUN DATOS HISTORICO DONDE SE PRUEBE QUE ESTA DOCTRINA ERA LA ORTODOCIA DE LA IGLESIA. ESPERO ESE DATO

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  3. Le comparto los siguientes artículos sobre la doctrina de la Unicidad en las historia de la iglesia:

    http://fundamentoapostolico.blogspot.com/2012/02/el-monarquianismo-modalista-la-unicidad.html

    http://unicodios.blogspot.com/2014/11/la-teologia-unicitaria-de-los-obispos.html

    http://fundamentoapostolico.blogspot.com/2013/03/la-unicidad-de-dios-en-la-historia-de.html

    Dios le bendiga

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  4. ¡WOW!, excelente reseña histórica, pues se da una contextualización de lo que se venía dando anteriormente al suceso del envío del hermano Larsen a Colombia. Muchas gracias por su esfuerzo, pues se nota que se hizo una búsqueda exhaustiva del material expuesto. El Señor Jesús le bendiga

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