Por David Hunt
Tomado del libro Doctrina de la Deidad. Págs. 21-25
Tomado del libro Doctrina de la Deidad. Págs. 21-25
No
es suficiente decir que sólo hay un Dios. Muchos declaran que creen en un solo
Dios, pero después describen a ese solo Dios, como siendo tres seres separados
y distintos.
No
sólo debemos declarar como lo hacen las Escrituras, que hay un solo Dios, sino
también debemos declarar la identidad de ese único Dios verdadero (Hechos
17:23-30; Juan 4:20-24).
Para
lograr declarar la identidad de ese único Dios, cuatro pruebas son presentadas
para comprobar que Jesús es Dios.
La
primera prueba trata con la encarnación de Jesús.
La
segunda prueba trata con su ministerio terrenal.
La
tercera trata con su ascensión.
La
cuarta trata con su segunda venida.
PRIMERA PRUEBA: LA
ENCARNACIÓN
Más
de setecientos cincuenta años antes del nacimiento de Jesús el profeta Isaías
profetizó: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emanuel”. (Isaías 7:14).
Esta
profecía fue cumplida en Mateo 1:23 cuando el mensajero celestial reveló la identidad
del niño nacido de María en Belén, “… Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido
es: Dios con nosotros”.
Una
vez más refiriéndonos a las profecías de Isaías para identificar a este santo
hijo llamado Jesús, encontramos esta descripción: “… y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno,
Príncipe de Paz”. (Isaías 9:6).
Es
necesario entender que Jesús cumplió todas estas descripciones o no cumplió
ninguna. En su Humanidad él fue el
hijo que nació, y el hijo que nos fue dado. En su Deidad él era el Dios Fuerte y Padre Eterno.
Él
no fue parte hombre y parte Dios, sino que él fue todo hombre y todo Dios. (II
Corintios 5:19).
Miqueas
se une al profeta Isaías al exponer la Divinidad de aquel que nació en Belén. Miqueas 5:2 revela que él habría de ser
Señor en Israel y sus salidas son desde el principio, desde los días de la
eternidad. Sólo uno puede ser eterno y este es Dios.
El
Nuevo Testamento continúa la revelación de la Divinidad de Jesucristo. I
Timoteo 3:16 declara: “… Dios fue
manifestado en carne…”. Es por esto que en la encarnación la Deidad se
vistió de carne.
Isaías 40:3 profetizó de una voz
clamando en el desierto preparando camino al Señor y enderezando calzada en la
soledad a nuestro Dios. Mateo dice que esta profecía se cumplió en Jesucristo.
En
Mateo 3:1-3, Mateo revela a Juan el
Bautista como la voz que clama en el desierto y a Jesús como el Dios para quien
se prepara el camino. Es claro ver cómo Jehová al que Isaías conocía también en
el Antiguo testamento se vistió en carne y se convirtió en Jesús del Nuevo
Testamento.
Louis
Berkhof, un maestro, comentarista y profesor de Teología Presbiteriano, hizo
esta declaración en el Resumen de Doctrina Cristiana: “El gran Dios del
Antiguo Testamento es el mismo gran Dios del Nuevo Testamento y su nombre es
Jesús”. (Salmos 147:5; Tito 2:13).
SEGUNDA PRUEBA: SU
MINISTERIO TERRENAL
De
la manera que los escritores de los evangelios registraron la historia del
ministerio terrenal de Jesucristo y la manera que los apóstoles escribieron en
sus epístolas, nos han dado numerosas Escrituras que testifican de la absoluta
Deidad de Jesucristo.
Tal
ejemplo se encuentra en Juan 10:30. Jesús
claramente declaró: “Yo y el Padre uno
somos”. Juan también escribió la conversación entre Jesús y Felipe donde
Jesús se revela a sí mismo como el Padre en Juan 14:8-9.
Jesús
le permitió a Felipe entender que el que le había visto a él ha visto al Padre.
Tal parecía que Jesús estaba preguntando: “¿Cuánto tiempo tengo que estar
contigo para que reconozcas el hecho que yo soy ambos el Padre y el Hijo?”.
Otra
prueba de su absoluta DEIDAD demostrada
por los eventos de su ministerio terrenal es visto en Juan 8:58. Jesús les dijo a los judíos: “Antes que Abraham fuese, yo soy”. Como el gran Yo soy, él es
Eterno. Hebreos 13:8 nos dice: “Jesucristo
es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.
Los
eventos evidenciados en la “purificación del templo” proveen aún más pruebas de
su Deidad durante su ministerio terrenal.
Mateo
21:4,5 nos dice que la entrada triunfal a Jerusalén cumplió la profecía de
Zacarías 9:9 la cual predijo de este Rey que vendría a ellos “justo y salvador, humilde, y cabalgando
sobre su asno, sobre un pollino hijo de asna”.
La
“purificación del templo” dirige nuestra atención al Malaquías 3:1, “… y vendrá súbitamente a su templo el
Señor a quien vosotros buscáis…” Es interesante notar que A. A. Hodge, un
trinitario, comenta sobre este verso sin duda alguna refiriéndose al Mesías. Él
indicó que, “El término Hebreo Adonay aquí
traducido Señor, nunca es aplicado a ninguno otro sino al Dios Supremo.
TERCERA PRUEBA: SU
ASCENSIÓN
En
el primer capítulo de Apocalipsis, Juan
es usado por el Señor para revelar la gloria de Jesucristo glorificado después
de su ascensión. En el versículo ocho se revela a nosotros como “… el Alfa y
la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de
venir, el Todopoderoso”.
Los
versículos 17 y 18 prueban su Deidad en relación a su ascensión: “… yo soy el
primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por
los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”.
Después,
en Apocalipsis 21:6-7 encontramos lo
siguiente: “Yo soy el Alfa y la Omega,
el principio y el fin… El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su
Dios, y él será mi hijo”. No
puede haber duda que Jesucristo es no sólo el Hijo del hombre, sino el Dios
Todopoderoso y el Padre Eterno también.
CUARTA PRUEBA: SU
REGRESO
Existen
varias pruebas relacionadas a su regreso que nos son útil para comprobar su
Deidad.
En
Zacarías 14:3-5, el profeta habló
del regreso del Señor, “… Y se afirmarán
sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos,… y vendrá Jehová mi Dios, y
con él todos los santos”.
Job
añade a esto al declarar lo siguiente de su Redentor: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo…” (Job
19:25).
Ambos
pasajes claramente declaran que aquel que se parará sobre el monte de los
Olivos en los últimos días no es ningún otro más que Jehová. Hechos 1:9,12 nos recuerda que fue
Jesús el que ascendió del monte de los Olivos y será este mismo Jesús el que vendrá
de nuevo.
Pablo
termina de clarificar esto en Tito 2:13 “aguardando
la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador
Jesucristo”. (I Timoteo 6:14-16).
Cuando
la voz dijo en Apocalipsis 22:20, “… ciertamente vengo en breve”. Juan el escritor
de Apocalipsis respondió, “Amén, sí ven,
Señor Jesús”.
Acerca del pastor David
L. Hunt
El
Rev. David Hunt se casó con su esposa y fiel compañera en el ministerio,
Luetta, en 1971. Se graduó en el Texas Bible College en 1974. Después de graduarse,
se mudaron inmediatamente a Brenham, Texas, para plantar una Iglesia
Pentecostal Unida. En 1988, recibió un llamado para ser instructor en el Texas
Bible College, donde sirvió hasta 1994. Luego se convirtió en pastor de la
Primera Iglesia Pentecostal en Center, Texas. Sirvió allí hasta 2002 cuando se
convirtió en pastor de Eastview.
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