domingo, 20 de octubre de 2013

El Arrebatamiento y la Segunda Venida de Cristo


Por Jorge Isaac Manzano 

  • El Arrebatamiento de la Iglesia 

El arrebatamiento es la aparición de Jesucristo en el aire para levantar a Su iglesia. Este evento es conocido también como “el levantamiento del iglesia”, “el recogimiento de la iglesia”, “el  rapto de la iglesia”, “el traslado de la iglesia”, “la esperanza bienaventurada”, “nuestra reunión con Jesucristo”.

En el arrebatamiento Cristo viene por su iglesia, y sucederá antes de la Gran Tribulación, los creyentes que han muerto resucitarán, y los creyentes vivientes serán traspuestos para recibir al Señor en las nubes de gloria.

Desde que Jesucristo subió al cielo, ha estado preparando lugar para la esposa. En la tierra Dios prepara una esposa bella para entrar al lugar preparado. La nueva Jerusalén es un lugar preparado para un pueblo preparado. El pecado no entrará allí. Jesucristo no arrebatará a la persona que esté preparándose, sino a la que se ha preparado, que ha obedecido el evangelio de salvación del Nuevo Testamento y que vive piadosamente.

1 TESALONICENSES 4:13-17 “Tampoco queremos hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios. Descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

1 CORINTIOS 15:51-54 “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

FILIPENSES 3:20-21 “Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.

  • La Segunda Venida de Cristo 

Jesús viene por segunda vez en persona, tal como se fue. Está claramente expuesto por el mismo Señor Jesús, y fue predicado y enseñado en la iglesia primitiva por los apóstoles. Este evento es conocido también como “la venida de Cristo en gloria”, “la venida de Cristo para gobernar”, “la manifestación gloriosa”.

En la segunda venida el Señor vendrá con su iglesia y esto sucederá al final de la Gran Tribulación, Jesucristo aparecerá para hacer juicio cuando vuelva a reinar y a instituir Su reino milenial (milenio o milenial quieren decir “de mil años).

MATEO 24:30 “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

HECHOS 1:9-11 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.

APOCALIPSIS 1:7 “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él”.

  • Cuadro Comparativo entre el Arrebatamiento y la Segunda Venida 

El Arrebatamiento de la Iglesia
La Segunda Venida del Señor
Es la venida invisible de Cristo
en un abrir y cerrar de ojos
1 Corintios 15:52
Es la venida visible de Cristo
todo ojo le verá”
Apocalipsis 1:7
Cristo viene por su iglesia
Juan 14:3
Cristo viene con su iglesia
Apocalipsis 19:11-14
Cristo viene a recoger a sus santos
1 Tesalonicenses 4:16-17
Cristo viene a reinar con sus santos
Zacarías 14:5
Cristo recibirá a su iglesia
en las nubes
1 Tesalonicenses 4:17
Cristo pondrá sus pies
en el monte de los Olivos
Zacarías 14:4
Sucederá antes de la Gran Tribulación
Apocalipsis 3:10
Sucederá al final de la Gran Tribulación
Mateo 24:29-30
No tiene señales precursoras, es un hecho inminente
Tiene señales precursoras, está rodeada de datos como tiempos, días, semanas, etc.


Referencias

IPUM. Doctrina Pentecostal. La Segunda Venida de Cristo
IPUC. Artículos de Fe. Segunda Venida del Señor

lunes, 14 de octubre de 2013

La Sangre y el Nombre de Jesucristo


Por Eliseo Duarte
Asamblea Nacional de Pastores 2011 - IPUC


La sangre de Cristo nos redime: En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia (Efesios 1:7).

La sangre nos justifica: Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Romanos 3:24-26).

La sangre nos santifica: Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta (Hebreos 13:11-12).

La sangre nos lava: Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén (Apocalipsis 1:5-6).

La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, pero la Biblia no dice que la sangre perdona. Los que son bautizados en los títulos Padre, Hijo y Espíritu Santo, dicen: No, pero si el Señor me limpió; yo oro y el Señor me escucha, yo no necesito más nada porque el Señor me limpió, estoy limpio; una cosa es la limpieza y otra cosa es el perdón; la limpieza se opera en la conciencia cuando la persona ejerce fe en la obra del Calvario.

Cuando Pedro regresó a Jerusalén después de lo sucedido en la casa de Cornelio, y lo censuraron por haber comido con los incircuncisos, él les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones (Hechos 15:7-9). Por eso una persona puede recibir el Espíritu Santo sin ser bautizado, cuando la persona ejerce fe en lo sucedido en el Calvario, su conciencia es limpia, pero eso no lo exonera de ser bautizado. Cuando Pedro vio lo acontecido en la casa de Cornelio los mandó a bautizar en el nombre del Señor Jesús.

La sangre no perdona, porque es una parte de Cristo, usted tiene sangre, tiene huesos, tiene carne, tiene nervios, tiene vísceras, tiene espíritu, tiene alma; la sangre es una parte de Cristo, no es todo, pero el nombre sí lo encierra todo; cuando usted dice Jesucristo, ahí está todo lo que es él.

El nombre nos fue dado para dos cosas principales: (1) para el perdón de los pecados y, (2) para recibir la adopción.

El bautismo para perdón de los pecados:

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21).

Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén (Lucas 26:47).

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38).

De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre (Hechos 10:43).

Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre (Hechos 22:16).

Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre (1 Juan 2:12).

Algunas versiones dicen que el bautismo es para remisión, ¿qué quiere decir remitir? Remitir quiere decir enviar, y Jesús dijo: A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos (Juan 20:23). En el acto del bautismo cuando el ministro invoca el nombre de Jesucristo sobre el candidato, se sucede la remisión. ¿Cuándo es esto? Los pecados de algunos hombres se hacen patentes (son manifiestos) antes que ellos vengan a juicio (a quienes le son remitidos), mas a otros se les descubren después (1 Timoteo 5:24).

En el gran trono blanco ¿cómo va a suceder? Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (Apocalipsis 20:12-15).

Cada pecador tiene su libro, ahí está su sumario, su prontuario; y si no los remite a juicio, cuando llegue le van a bajar la maleta, o le van a abrir el libro. Por eso, el ser limpio por la sangre, el ser engendrado por la palabra, no nos exonera de ser bautizados en el nombre glorioso de Jesucristo. El bautismo es para remover, la limpieza se sucede aquí, pero el perdón se sucede allá en el trono, allá se remueve le culpa. Por eso es necesario seguir predicando el único bautismo en el nombre de Jesucristo.

El bautismo para recibir la adopción:

Si usted recoge un niño del orfanato o de la calle, y le da pan, techo, educación y vestido; eso no lo hace hijo, lo que lo hace hijo es que usted le dé el nombre de su familia, la adopción es simplemente darle el nombre de la familia.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:10-13).

Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según el puro afecto de su voluntad (Efesios 1:5 RVA)

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra (Efesios 3:15-15) Note que dice de quien y no de quienes, y está hablando del Padre y de Jesucristo.

¿Cómo se puede pretender ser hijo de Dios y no llevar el nombre del Padre? Todo el que nace en una familia lleva el nombre del padre de la familia, y Jesucristo es el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. ¿Será lógico que uno quiera pertenecer a la familia de Dios y rehusar el nombre del padre de la familia? No, absurdo; pero hay millones así.

miércoles, 9 de octubre de 2013

El Nuevo Nacimiento



Por Jorge Isaac Manzano
Profesor de Historia de la Iglesia

Introducción

El nuevo nacimiento es una doctrina fundamental que nos habla acerca del plan de salvación de Dios para con el hombre, y nos enseña de qué manera podemos entrar al reino de Dios. Han surgido tres interpretaciones principales acerca de cómo sucede el nuevo nacimiento, y más aún, de cuál es el significado de las palabras de nuestro Señor Jesucristo acerca del nacer de agua y del Espíritu.

I. Nacer de Agua y del Espíritu como una Referencia al Bautismo en Agua y al Bautismo del Espíritu Santo [1] 

El nacimiento de agua ocurre cuando Dios perdona los pecados en el bautismo en agua. Muchos teólogos a lo largo de la historia de la iglesia han apoyado esta interpretación, en particular los líderes de la iglesia primitiva y los luteranos. Aceptamos esta idea por varias buenas razones:

(1) Es el resultado de una lectura sincera y literal del texto. El bautismo es el único uso significativo de agua en la iglesia neotestamentaria, de manera que si lo interpretamos literalmente, el agua indica el bautismo en agua. Por lo general, la iglesia primitiva usaba el término agua para significar el bautismo en agua. Por ejemplo, Pedro preguntó con respecto a Cornelio y su casa, “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos. . .?” (Hechos 10:47). Juan mismo empleó el término agua de una manera literal cuando dijo que el Espíritu, el agua, y la sangre concuerdan en el único propósito de la salvación (1 Juan 5:8); si el Espíritu y la sangre son literales, entonces agua es literal. El Comentario del Púlpito concuerda en que 1 Juan 5:6-8 se refiere al bautismo en agua. El teólogo bautista Beasley-Murray ha comentado que Juan 3:5 se refiere al bautismo en agua: “En un tiempo cuando en vista del último día, el empleo del agua para limpieza había tomado la forma específica del bautismo, es difícil aceptar seriamente cualquier otra referencia fuera del bautismo.”

(2) El contexto de Juan 3:5 sugiere fuertemente el bautismo en agua. Juan 1:25-34 y 3:23 hablan del ministerio bautismal de Juan el Bautista. Juan 3:22 y Juan 4:1-2 describen los bautismos administrados por los discípulos de Cristo y bajo su autoridad. En este contexto, la comprensión más natural acerca del agua es el bautismo en agua. Esta idea es apoyada por Los Comentarios Tyndale del Nuevo Testamento: “A la luz de la referencia a la práctica del bautismo en agua realizada por Jesús en el versículo 22, es difícil no traducir conjuntamente las palabras del agua y del Espíritu, y no pensar de ellas como una descripción del bautismo cristiano en que la limpieza y la dotación son ambas elementos esenciales.”

(3) Este es el único significado que se podría esperar que Nicodemo entendiera. Como un líder religioso judío, Nicodemo conocía las limpiezas ceremoniales del Antiguo Testamento así como el bautismo del prosélito judío. Más importante, él tenía el testimonio de Juan el Bautista, porque todos los líderes religiosos judíos de su día conocían muy bien el bautismo de Juan (Lucas 20:1-7). Tanto el bautismo del prosélito judío como el bautismo de Juan eran parte de la conversión y el arrepentimiento, entonces Nicodemo no se debe de haber confundido cuando Jesús habló del agua como una parte para hacer un nuevo esfuerzo hacía Dios. De hecho, puede ser que Jesús ya había autorizado a sus discípulos a bautizar, como se ve solo unos versículos después (Juan 3:22; 4:1-2).

(4) Hay un solo bautismo (Efesios 4:5), pero la Biblia enseña claramente tanto el bautismo en agua como el bautismo del Espíritu. Podemos reconciliar esta aparente contradicción por reconocer que el bautismo en agua y el bautismo del Espíritu son dos partes de una sola cosa y que una parte es incompleta sin la otra. Hablando doctrinalmente, si uno es parte del nuevo nacimiento, el otro también debe ser parte.

(5) Dios perdona los pecados en el bautismo en agua. Por tanto, el bautismo debe ser parte del nuevo nacimiento, porque ¿cómo podría haber una nueva vida espiritual sino hasta que la vieja vida de pecado se haya borrado? Hasta que los pecados sean lavados y su castigo llevado lejos, no puede haber ninguna vida eterna en el reino de Dios.

(6) Tito 3:5 es un versículo que acompaña a Juan 3:5, y al parecer se refiere al bautismo en agua. “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.” La regeneración, simplemente significa el nuevo nacimiento, así que aquí vemos un segundo pasaje que identifica al agua y al Espíritu con el nuevo nacimiento. La redacción de este versículo se refiere al bautismo en agua en lugar de las otras alternativas. Describe un hecho específico de lavamiento que es una obra distinta a la del Espíritu.

Muchas traducciones enfatizan la connotación de un hecho específico: “el lavatorio de la regeneración” (Conybeare), “el baño del nuevo nacimiento” (Rotherham), “el baño de la regeneración” (Weymouth), y “el agua del renacimiento” (la Nueva Biblia Inglesa). Este hecho de lavamiento es una limpieza del pecado, y esto nos recuerda las instrucciones de Ananías a Pablo: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16). Pablo recontó la historia en Hechos 22 y escribió las palabras en Tito 3, entonces probablemente Él estaba consciente del pensamiento paralelo.

La conclusión es ineludible: “el lavamiento de la regeneración,” que significa “el nuevo nacimiento de agua,” es el lavamiento de los pecados en el bautismo en agua. De hecho, según Bloesch, “los eruditos bíblicos generalmente están de acuerdo que el lavado de la regeneración se refiere al rito del bautismo.”

(7) Muchos otros pasajes juntan el bautismo en agua y el bautismo del Espíritu en el mensaje de la salvación y enfatizan el papel importante del bautismo en la salvación.

Los que se oponen a esta idea, por lo general protestan que así se hace que la salvación sea dependiente del bautismo en agua, y de ese modo se niega que la salvación viene solo por la gracia y por la fe. Por supuesto, sin el arrepentimiento del pecado y sin fe en el sacrificio de Jesucristo, el bautismo en agua no tiene valor. No hay poder salvador ni en el agua misma ni en las acciones del hombre en el bautismo en agua. El nacimiento de agua no es el hecho humano sino el hecho de Dios en perdonar los pecados. El bautismo en agua en sí mismo no es un hecho salvador, y el nacimiento de agua depende totalmente de la gracia de Dios. Tito 3:5 demuestra que se puede dar todo el crédito a Dios por la salvación y a la vez enfatizar el papel del bautismo en agua en el nuevo nacimiento.

A lo largo de la historia de la salvación, Dios ha requerido siempre la obediencia a su Palabra como una parte de la fe, y esto no contradice su plan de salvación por gracia por medio de la fe. Al identificar el nacimiento de agua como la obra de Dios en el bautismo en agua, no detraemos de su gracia o de su posición como nuestro único Salvador.

Una segunda objeción es que los santos del Antiguo Testamento no se bautizaban en agua como los creyentes del día de hoy. No obstante, tampoco recibían el Espíritu como los creyentes del día de hoy (Juan 7:38-39). Los santos del Antiguo Testamento no nacían de nuevo en el sentido que Jesús describió y estableció para la iglesia neotestamentaria.            

El nacimiento del Espíritu es la operación del Espíritu Santo en la salvación del hombre. Esta es la lectura literal de Juan 3:5-8, y nadie disputa seriamente esto. Aunque algunos están de acuerdo de que el nacimiento del Espíritu significa la recepción del Espíritu de Dios para morar en la vida de uno, hay alguna diferencia de opinión acerca de si esto es idéntico al bautismo del Espíritu o no. La mayoría de los protestantes identifican la recepción del Espíritu Santo con el bautismo del Espíritu Santo, aunque ellos por lo general rechazan la señal de hablar en lenguas. Por eso Bloesch declaró, “insistimos que el bautismo del Espíritu no debe distinguirse del nuevo nacimiento.” Adam Clarke también igualó el nacimiento del Espíritu con el bautismo del Espíritu. En la iglesia neotestamentaria, el nacimiento del Espíritu, el don del Espíritu, recibir el Espíritu, y el bautismo del Espíritu son todos uno y el mismo.

(1) En base a las profecías del Antiguo Testamento acerca del derramamiento del Espíritu, Jesús indudablemente esperaba que Nicodemo entendiera lo que Él quiso decir acerca del nacimiento del Espíritu. En particular, Nicodemo debió haber conocido la profecía de Joel que Pedro aplicó al bautismo del Espíritu en el Día de Pentecostés (Hechos 2:16-18).

(2) Juan el Bautista prometió explícitamente el bautismo del Espíritu (Marcos 1:8). Sin duda, Nicodemo conocía el ministerio de Juan y debe de haber estado esperando su cumplimiento.

(3) El Libro de los Hechos enseña que recibimos el Espíritu cuando somos bautizamos con el Espíritu. Jesús les mandó a los discípulos que esperasen la promesa del Padre. El describió esto como ser “bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 1:4-8). Los discípulos recibieron esta promesa en el Día de Pentecostés cuando fueron “llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:4). Pedro prometió esta misma experiencia que él llamó “el don del Espíritu Santo,” a los espectadores arrepentidos en aquel día (Hechos 2:38-39). Cuando Cornelio y su casa recibieron la misma experiencia, la Biblia lo describe de varias maneras: “el Espíritu Santo cayó sobre todos,” sobre ellos “se derramó el don del Espíritu Santo,” y ellos “recibieron el Espíritu Santo” (Hechos 10:44-48). Pedro lo identificó como el don y el bautismo del Espíritu Santo (Hechos 11:15-17). En resumen, el Libro de los Hechos iguala todas las descripciones de la obra salvadora del Espíritu con el bautismo del Espíritu Santo.

(4) Algunos dicen que el nacimiento del Espíritu se refiere al Espíritu que mora en los creyentes sin el bautismo del Espíritu. Sin embargo, es una contradicción de términos decir que el Espíritu mora en alguien aunque no haya recibido el Espíritu. Para dar un justo significado a las palabras, para que more el Espíritu se debe empezar con recibir el Espíritu — ser lleno con — el Espíritu, o ser bautizado con el Espíritu.

(5) 1 Corintios 12:13 demuestra que la obra del Espíritu en la salvación es el bautismo del Espíritu: “Porque por un solo Espíritu somos bautizados en un solo cuerpo.”

(6) Muchos otros pasajes enfatizan la necesidad del bautismo del Espíritu y lo relacionan con el bautismo en agua como una parte del mensaje de la salvación.

II. Nacer de Agua y del Espíritu como el Resultado de Haber Sido Engendrado por la Palabra de Dios y Haber Nacido de Ella [2]

Desde Génesis 1:11-12, Dios estableció el principio de que todo se reproduzca según su género y todavía es así. Las semillas se reproducen según su naturaleza, las bestias, los peces, las aves y los seres humanos.

Uno nace de lo que fue engendrado. Santiago nos dice “Amados hermanos míos, no erréis. Toda Buena dádiva y don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el que no hay mudanza, ni sombra de variación. Él, de su voluntad, nos ha engendrado, nos hizo nacer por la palabra de Verdad, para que seamos primicias de su creación.” (Santiago 1:16-18). Y el apóstol Pedro dice “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra mala manera de vivir, la cual recibisteis (heredasteis) de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la Sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha ni contaminación.

Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre, y esa es la Palabra que por el Evangelio os ha sido anunciada.” (1 Pedro 1:18-25)

La enseñanza del Nuevo Nacimiento está en las Epístolas, como todas las demás doctrinas fundamentales. Por esto los primeros discípulos perseveraban en la doctrina de los apóstoles. Dicho de otra manera, los primeros cristianos sabían que los apóstoles fueron elegidos, llamados, instruidos (tres años y medio, 24 horas al día y siete días a la semana) y además fueron enviados por el Señor Jesucristo (Juan 15:16). Por esto la Doctrina y la Iglesia son Apostólicas, no por una razón social, sino porque a ellos se les reveló las distintas Doctrinas.

Un claro ejemplo de ello lo tenemos en la doctrina de la Iglesia. El Señor Jesús, sólo habló dos veces de la Iglesia “Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia.” (Mateo 16:18); y “Si no oye, dilo a la Iglesia” (Mateo 18:17). En todo su Ministerio sólo dijo esto de la Iglesia. Pero Pablo escribió 13 cartas y en todas ellas habla de la Iglesia, especialmente en la carta a los Efesios, donde el apóstol describe la Iglesia desde su elección antes de la fundación del mundo, hasta el recogimiento. Ella fue un “misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu.” (Efesios 3:5).

Otro ejemplo claro es la doctrina del Nuevo Nacimiento. El Señor Jesús sólo le dijo a Nicodemo dos cosas: Primero, que el que no nace otra vez, no puede ver el Reino de Dios (Juan 3:3). Y segundo “Así como Moisés levanto la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:14-15).

El verso cinco de Juan tres es una repetición y ampliación del verso tres, porque Nicodemo al oír que tenía que nacer de Nuevo, pensó en cómo volver al vientre de su mamá y nacer. El apóstol Pablo, nos dice que él “nos Salvó…” (2 Timoteo 1:9) y luego en Tito 3:5 nos explica:

a. ¿De qué nos salvó? De lo que éramos en otro tiempo, rebeldes, extraviados, etc. (v.3)

b. ¿Cómo nos salvó? “No por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. (v.5)

c. ¿Para qué nos salvó? “Para que justificados por su gracia, viniésemos (llegásemos) a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. (v.7)

Todos los textos citados demuestran que, primero: La Palabra de Dios es la simiente que engendra y de ella nacemos otra vez. Y segundo: La Palabra es el agua que lava y limpia y regenera. Jesucristo dijo “Vosotros sois limpios por la por la Palabra que os he hablado” (Juan 15:3). También oró “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). El apóstol Pablo lo escribió así “Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra.” (Efesios 5:26). Y el apóstol Pedro lo dijo así “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia la Verdad.” (1 Pedro 1:22).

Por lo tanto, el bautismo en agua no es el nacimiento de agua, porque el agua no es una simiente y por lo mismo no puede engendrar nada. El Bautismo en agua es la sepultura, como lo enseña claramente Romanos 6:3-7, y no puede ser nacimiento y muerte al mismo tiempo. El bautismo es la sepultura del hombre viejo, del adámico, para dar paso a la nueva criatura en Cristo, producto de la simiente de la Palabra de Dios. Un ejemplo natural nos lo explica: Ninguna mujer sabe el momento en el que queda embarazada. Ella supone que está embarazada porque tiene síntomas en su organismo, y por esto se hace una prueba, y cuando comprueba que está embarazada comienza a esperar un niño. Así también la persona que ha recibido la Palabra de Dios, comienza a tener síntomas, sus pensamientos y sentimientos comienzan a cambiar y por lo mismo sus hechos.

Cuando esto sucede, el hombre es nueva criatura y por lo mismo va a sepultar el viejo hombre en el bautismo, para la remisión y perdón de sus pecados y recibir el don del Espíritu Santo. El nuevo nacimiento es un proceso que consiste en engendrar, concebir, gestar y nacer. Este nacimiento es de agua y del Espíritu y es un sólo nacimiento. Porque la Palabra no sólo es el agua sino que también las Palabras del Señor son Espíritu y vida (Juan 5:24-25; 6:63). El Bautismo del Espíritu, no es el nacimiento del Espíritu, sino el testimonio de que somos hijos de Dios (Juan 1:34, Romanos 8:14-16; Hechos 15:8). Es el sello y las arras de nuestra herencia (Efesios 1:13-14). El bautismo del Espíritu es para los hijos, (Juan 14:18; Gálatas 4:4-6). El perfecto ejemplo de esto es el mismo Jesucristo: Cuando él fue al Jordán para ser bautizado, y el Espíritu descendió como paloma sobre él, él ya tenía 30 años de haber nacido de la Palabra, porque Él es el Verbo hecho carne, y como bien dice Juan, es el testimonio de Dios de que él es su Hijo amado.

En el Manual de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia [3] encontramos el artículo de fe sobre el nuevo nacimiento de la siguiente manera:

El Nuevo Nacimiento es el resultado de haber sido engendrado por la Palabra y haber nacido de ella, y se refleja en la persona mediante el arrepentimiento, la conversión y la obediencia al evangelio. "Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3). "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). "Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas" (Santiago 1:18). "Habiendo purificado nuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Pedro 1:22, 23). "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios (1 Juan 3:9). "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5:4).

III. Nacer de Agua y del Espíritu como una Referencia al Nacimiento Natural y al Nacimiento Espiritual

Los teólogos han propagado muchas teorías sobre el significado del nacer de agua. Una de estas interpretaciones es que el nacer de agua se refiere al nacimiento natural que es acompañado de un flujo de líquido amniótico acuoso. El nacer de agua es comparable con el nacimiento natural en la forma en que este sucede; antes que una mujer dé a luz a una criatura, debe romper la fuente o bolsa de aguas.

Una comparación entre los versículos 7 y 8 de Juan, muestra que “nacer de nuevo” es equivalente a “nacer del Espíritu”, por lo tanto, “nacer de agua” y “nacer del Espíritu” nos hablan de distintos eventos, el primero representando al nacimiento natural y el segunda al nacimiento espiritual.

En la primera respuesta Jesús le dice a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. De acuerdo a lo dicho anteriormente, el nuevo nacimiento, es decir, el nacer del Espíritu, es indispensable para poder ver el reino de Dios, esto es coherente con las palabras del apóstol Pablo en 1 de Corintios 2:14: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.

En el versículo siguiente (v. 4) vemos que Nicodemo relaciona incorrectamente el nuevo nacimiento con el nacimiento natural, razón por la cual Jesús le responde por segunda vez diciendo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Aquí podemos observar varias cosas: 

(1) El hombre nacido de mujer, que ha experimentado un nacimiento natural para entrar a este reino terrenal, que ha sido introducido a este mundo, de igual manera debe experimentar un nacimiento espiritual que le permita entrar en el reino de Dios. Jesucristo vino a este mundo a través del nacimiento de agua, es decir, a través del nacimiento natural: "Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre..." (1 Juan 5:6).

(2) Jesús introduce el nacer de agua y del Espíritu como resultado de la declaración hecha por Nicodemo con relación al nacimiento físico, él le estaba diciendo a Nicodemo que debía nacer de otro origen, de otra simiente, de otra naturaleza.

(3) Todos los seres creado por Dios: animales, plantas y el hombre; provienen del agua y por el agua subsisten: "Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste" (2 Pedro 3:5). 

El versículo 5 refuerza la interpretación anterior acerca del nacer de agua como el nacimiento natural, ya que Jesús hace un paralelo entre lo que es nacido de la carne (nacimiento natural) y lo que es nacido del Espíritu (nacimiento espiritual).

El versículo 8 nos habla del nacimiento espiritual como algo milagroso, una obra de Dios en la vida del hombre a través de su Espíritu Santo y que está por encima del entendimiento humano: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Esta descripción guarda estrecha relación con lo dicho en Eclesiastés 11:5: “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas”.

Posiciones Doctrinales sobre el Nuevo Nacimiento: Iglesia Pentecostal Unida Internacional e Iglesia Pentecostal Unida de Colombia

La Iglesia Pentecostal Unida Internacional que es el grupo de la Unicidad con mayor número de miembros, ha interpretado el nacer de agua y del Espíritu como la experiencia del nuevo nacimiento que consiste en bautismo en agua y en Espíritu. La IPUI es un grupo pentecostal que surgió en 1945 como resultado de la fusión de la Iglesia Pentecostal Incorporada (1925) y las Asambleas Pentecostales de Jesucristo (1931).

La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia igualmente se identificaba con este punto de vista, recordemos que la IPUC surge a partir del trabajo misionero de la Iglesia Pentecostal del Evangelio Completo en 1937 [4], y que luego esta iglesia canadiense se fusionó con la IPUI en 1946, por lo tanto, la obra misionera en Colombia pasó a ser parte de la IPUI adoptando igualmente sus artículos de fe. La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia adquiere su autonomía en 1967, y a partir de 1969 cuando los misioneros Thompson y Morley iniciaron su trabajo misionero independiente de la IPUC, surge la Iglesia Pentecostés Unida Internacional de Colombia. Debido a esta ruptura, la IPUC dejó de depender administrativamente de la IPUI. [5] 

En una carta enviada por el hno. A. Verner Larsen (primer misionero unicitario enviado a Colombia) el 26 de octubre de 1964, al Rev. E. P. Wickens en New Brunswick, Canadá, se registra lo siguiente: "Hay muchas necesidades en el campo misionero, y la oración es una permanente necesidad. Alabamos al Señor por lo que Él ha hecho y está haciendo. Cada mes, alrededor de cien almas en promedio entran en el Reino en esta tierra, naciendo otra vez de Agua y Espíritu... Este mes hemos tenido una campaña evangelística aquí en la ciudad como nunca antes la habíamos tenido. Fue precedida por un mes de ayuno y oración, seguida por tres días de Convención de los Jóvenes. Veinticuatro (personas) fueron bautizadas en el nombre del Señor, y un gran número recibió el bautismo del Espíritu Santo". [6]

En El Heraldo de la Verdad, edición No. 81 de enero de 1969 encontramos un artículo titulado "La Unidad de los Creyentes", escrito por el hno. Domingo Zúñiga Cortés, primer Superintendente de la IPUC después de su autonomía, el cual registra las siguientes palabras: "Si hay alguna doctrina que haya causado las más profundas divisiones en el llamado Cristianismo, es esta del bautismo. Pero Pablo habla de un solo bautismo, y este bautismo debe ser de acuerdo con el plan anunciado por el Señor a Nicodemo. O sea, el nacimiento de agua y del Espíritu. Estos dos elementos, agua y Espíritu, constituyen el solo bautismo de que nos habla el pasaje que comentamos". [7]

Actualmente la IPUC interpreta oficialmente el nacer de agua y del Espíritu como la experiencia del nuevo nacimiento, que es el resultado de haber sido engendrado por la Palabra y haber nacido de ella, esta doctrina hace parte de los artículos fe de la IPUC revisados hasta enero de 2012 
[8]. Sería un buen tema de investigación histórica saber en qué momento fue incluida esta interpretación acerca de la doctrina de nuevo nacimiento en los artículos de fe de la IPUC. También sería interesante saber en qué momento fue excluido el artículo de fe sobre la Doctrina Fundamental, que se expresa de la siguiente manera:

“La doctrina fundamental y básica de esta organización será el modelo bíblico de la salvación plena, la cual consiste en arrepentimiento, bautismo por inmersión en agua en el nombre del Señor Jesucristo para el perdón de pecados, y el bautismo del Espíritu Santo con la señal inicial de hablar en otras lenguas como el Espíritu dé que se hablen. Nos esforzaremos en guardar la unidad del Espíritu hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe, al mismo tiempo, amonestando a los hermanos que no contiendan por sus diferentes puntos de vista, trayendo así la desunión del cuerpo”. [9]

Recordemos que la Doctrina Fundamental fue propuesta en 1945 por uno de los líderes de las Asambleas Pentecostales de Jesucristo llamado W. T. Whitherpoon, con el fin de establecer una declaración de fe con relación al plan de salvación que permitiera la fusión de la Iglesia Pentecostal Incorporada con la organización antes mencionada. Sobre esta declaración de fe, Arthur L. Clanton, historiador de la IPUI, anota lo siguiente:

“Estos hombres habían sido ministros en sus respectivas organizaciones por muchos años. Sabían, por tanto, que el principal problema por resolver se refería a la doctrina fundamental de la nueva organización. Esto se llevó a cabo en las sesiones séptima y octava en la cual tanto las Asambleas Pentecostales de Jesucristo como la Iglesia Pentecostal Incorporada creían en el arrepentimiento, el bautismo en agua en el nombre de Jesucristo, y la recepción del Espíritu Santo con la señal inicial de hablar en otras lenguas. Para ser un ministro en una u otra organización, se debía haber obedecido estos preceptos del Evangelio, y se debía enseñarlos y predicarlos.

Pero, en general, los dos grupos diferían en la importancia espiritual atribuida a cada uno de estos "pasos" en el plan de salvación. La gran mayoría de los ministros en las Asambleas Pentecostales de Jesucristo, creían que el bautismo en agua en el nombre Jesús remitía los pecados y era el nacimiento del agua. Creían además que el bautismo del Espíritu Santo era el nacimiento del Espíritu.

La creencia de algunos en la Iglesia Pentecostal Incorporada era idéntica a ésta. Otros, sin embargo, creían que la palabra "para" en Hechos 2:38 significaba "a causa de", y que uno era bautizado porque sus pecados ya habían sido perdonados en el momento del arrepentimiento, a través de la eficacia de la sangre derramada por Jesús. La Iglesia Pentecostal Incorporada había aceptado Ministros que creían de ambas formas, tratando de mantener la unidad del Espíritu hasta que todos llegaran a la unidad de la fe.

Por lo tanto, es fácil ver que antes que una fusión se pudiera efectuar, debía haber una doctrina fundamental con relación al plan de salvación que los ministros de ambos grupos pudieran conscientemente aceptar.

Tras un breve debate, Witherspoon dejó la sala del comité, bajó a la Casa Pentecostal de Publicaciones, pidió prestada una máquina de escribir, y escribió la Doctrina Fundamental. Sin duda, él estuvo inspirado por Dios ese día. Los miembros del comité aceptaron esta declaración como doctrina fundamental. Más adelante, fue aprobada por ambas Juntas Generales y finalmente fue adoptada por las dos Conferencias Generales”. [10]

El hno. Eliseo Duarte, uno de los pioneros pentecostales de la iglesia en Colombia, registra en su libro Palabras Memorables, página 455, la transición doctrinal ocurrida en la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia: "Se ha enseñado y yo lo creía antes, que una persona cuando es bautizada en agua, nace de agua, y cuando recibe el Espíritu Santo, nace del Espíritu; pero eso no es así, una persona desde el momento en que cree, se ha iniciado en el camino, está en el camino; pero uno no debe buscarle consuelo en el camino porque eso sería estacionarlo". [11]

Es importante también señalar que en una de las enseñanzas del hno. Eliseo Duarte en la Asamblea Nacional de Pastores de la IPUC del año 2011, él explica que los pecados no son perdonados en el momento del arrepentimiento a través de la sangre de Cristo, sino que estos son remitidos a través del bautismo en agua en el nombre de Jesús:

“La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, pero la Biblia no dice que la sangre perdona… una cosa es la limpieza y otra cosa es el perdón; la limpieza se opera en la conciencia cuando la persona ejerce fe en la obra del Calvario. Cuando Pedro regresó a Jerusalén después de lo sucedido en la casa de Cornelio, y lo censuraron por haber comido con los incircuncisos, él les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones (Hechos 15:7-9). Por eso una persona puede recibir el Espíritu Santo sin ser bautizado, cuando la persona ejerce fe en lo sucedido en el Calvario, su conciencia es limpia, pero eso no lo exonera de ser bautizado. Cuando Pedro vio lo acontecido en la casa de Cornelio los mandó a bautizar en el nombre del Señor Jesús.

La sangre no perdona, porque es una parte de Cristo, usted tiene sangre, tiene huesos, tiene carne, tiene nervios, tiene vísceras, tiene espíritu, tiene alma; la sangre es una parte de Cristo, no es todo, pero el nombre sí lo encierra todo; cuando usted dice Jesucristo, ahí está todo lo que es él. Algunas versiones dicen que el bautismo es para remisión, ¿qué quiere decir remitir? Remitir quiere decir enviar, y Jesús dijo: A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos (Juan 20:23). En el acto del bautismo cuando el ministro invoca el nombre de Jesucristo sobre el candidato, se sucede la remisión. El ser limpio por la sangre, el ser engendrado por la palabra, no nos exonera de ser bautizados en el nombre glorioso de Jesucristo. El bautismo es para remover, la limpieza se sucede aquí, pero el perdón se sucede allá en el trono, allá se remueve le culpa. Por eso es necesario seguir predicando el único bautismo en el nombre de Jesucristo”. [12]

Cabe destacar que la interpretación oficial del nuevo nacimiento en la IPUC es la posición mayoritaria dentro del grupo de ministros que hacen parte de ella, que para la Asamblea Nacional de pastores del presente año 2013, registró un número de 4100 pastores. [13] Sin embargo, existe un grupo minoritario de ministros que conservan la interpretación del nuevo nacimiento como el bautismo de agua y Espíritu. Se puede evidenciar estas dos posiciones en el debate que sostuvieron los hnos. Eduardo Forero Peralta y Julio César Clavijo Sierra en el año 2009 y del cual surge una publicación que lleva por título: Recibir el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en nuevas lenguas. ¿Requisito para ser salvo? [14]

Veamos algunos apartes de este debate:

Eduardo Forero Peralta

“La obra del Espíritu Santo en el  hombre empieza desde que este comienza a oír la Palabra de Dios, lo convence de pecado,  produce fe en él, y actúa para que sea salvo (lo regenera y lo limpia), aun sin haberlo  bautizado con la señal de hablar en lenguas (Tito 3:4-7). Véase también Juan 16:7-11.

Y dado que Jesús le dijo a Nicodemo que quien no naciera de agua y de Espíritu no podía entrar al reino de Dios, entonces se han tomado las dos ideas y se han unido para señalar que nacer del Espíritu es recibir el Espíritu Santo prometido (hablando en otras lenguas), y por ser así, quien no tenga esta experiencia no puede entrar al reino de Dios, es decir, no es salvo.

Cuando somos salvos, el Espíritu de Cristo actúa en nosotros; aunque no hayamos sido bautizados con el Espíritu Santo, hemos recibido a Cristo. Eso asegura nuestra herencia.  

Estamos de acuerdo en que nacer de nuevo es creación espiritual, pero lo que no podemos afirmar es que “nacer del agua y del Espíritu” signifique ser bautizado y recibir el Espíritu Santo hablando en lenguas. Veamos por qué no.

¿A quién se lo dijo Jesús? A Nicodemo, un judío que no sabía nada de esa experiencia maravillosa. Conocería la profecía de Joel, y habría escuchado lo dicho por Juan el Bautista, y lo expresado por el profeta Ezequiel también lo sabría, seguramente, así como lo dicho por Jeremías en el capítulo 31, que se refiere a lo mismo. Pero en ninguno de los casos se mencionaba el hablar en lenguas.

El nuevo nacimiento no puede entenderse como que se  alcanza en dos etapas (o está compuesta de dos partes), ya que Nicodemo, a quien se le dirigieron tales palabras ha debido entenderlo cabalmente, y hemos visto que no es así. La afirmación “del Espíritu” hay que entenderla como el nacimiento por la acción del Espíritu, y no que se refiera a recibir el Espíritu Santo hablando en lenguas. El contexto no lo deja ver así. (Nadie nace en dos tiempos)”.

Julio César Clavijo Sierra

“Es verdad que el Señor Jesús estaba hablando del Nuevo Nacimiento como una profecía para el tiempo en el cual Él establecería su Iglesia, y no como algo que Nicodemo podría obedecer inmediatamente (en el mismo momento en que estaba hablando con Jesús). Jeremías, Joel y Zacarías profetizaron que Dios pondría su Espíritu en nosotros como señal del Nuevo Pacto, y Juan el Bautista profetizó que Dios nos bautizaría con el Espíritu Santo. Ninguno de estos profetas mencionó la señal de hablar en nuevas lenguas, pero el profeta Isaías sí lo hizo, y llamó a aquella señal el reposo al cansado y el refrigerio (Isaías 28:11-12), una clara referencia al Nuevo Pacto.  

Ninguno de nosotros debe pasar por alto que la Iglesia no existió sino hasta el día de Pentecostés cuando Dios llenó a los hombres con el Espíritu Santo (Hechos 2). Es decir que sin el derramamiento del Espíritu Santo no hubo Iglesia y nadie puede pertenecer por completo a la Iglesia si no está lleno del Espíritu Santo (1 Juan 4:13).

Además, aun cuando el profeta Joel no menciona la señal de lenguas, el apóstol Pedro si asoció esta profecía con el momento cuando ellos recibieron el Espíritu Santo por primera vez, habiendo hablado en nuevas lenguas (Hechos 2:14-21). El mismo apóstol Pedro llamó bautismo del Espíritu Santo a la experiencia maravillosa de recibir el Espíritu Santo con la señal de lenguas (Hechos 11:15-16).  

La acción del Espíritu comienza desde que la Palabra de Dios intenta convencer al pecador para que acepte el plan salvador de Dios. La Palabra de Dios es la semilla que implanta el evangelio de Dios en una vida (Lucas 8:11), pero para nacer de la Palabra de Dios (1 Pedro 1:23), es necesario nacer del agua y del Espíritu, obedeciendo así lo que fue sembrado en nosotros por la Palabra. Nacer por la acción del Espíritu, incluye necesariamente el bautismo o llenura del Espíritu Santo.

El bautismo del Espíritu es el medio por el cual recibimos a Jesucristo en nuestras vidas, pues no hay ninguna separación entre Jesucristo y el Espíritu Santo, ya que el Espíritu Santo es el Espíritu de Cristo (Romanos 8:9). Jesucristo mora en nosotros por medio del Espíritu (Efesios 3:16-17). El Señor Jesús es el Espíritu (2 Corintios 3:17-18). Cuando somos bautizados con el Espíritu, es cuando recibimos a Cristo en nuestras vidas, y ninguno puede ser salvo sin haber recibido a Cristo en su corazón. El Espíritu Santo no mora en alguien que no haya recibido el Espíritu.

En la Asamblea Nacional de Ministros de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia realizada en el año 2010, el hno. Eliseo Duarte habla acerca de este debate en una de sus enseñanzas titulada “El Nuevo Nacimiento”, en el minuto 13:40 dice lo siguiente

“En el debate que hicieron por internet, por una lado se dice que el bautismo del Espíritu Santo no está en el plan de salvación o en otras palabras que no es necesario para la salvación (Eduardo Forero Peralta), eso está fuera de órbita; por el otro lado, el hermano utiliza textos que están dirigidos a los que ya han recibido el Espíritu Santo para aplicárselos a los que no lo han recibido (Julio César Clavijo Sierra), y además saca a la luz una tradición (tenemos que desprendernos de las tradiciones y creer lo que dice la palabra de Dios, en las iglesias hay tradiciones porque a medida de su historia, de su desarrollo, va produciendo eso), entonces, si algo deja claro ese debate es la necesidad de estudiar las dos cosas, la necesidad de profundizar”. [15]       

Conclusión

El estudio de la doctrina del Nuevo Nacimiento es uno de los temas más extraordinarios y profundos en las Escrituras, por tal razón no debe ser tratado de forma superficial ni tampoco sin la debida atención que éste requiere, pues se está hablando de un tema crucial para los seres humanos, esto es, la entrada al reino de Dios.

Estas diversas interpretaciones nos muestran la urgente necesidad de buscar la iluminación del Espíritu Santo para conocer el sentir de Dios en el mensaje registrado en su palabra. El apóstol Pedro en su carta universal lo expresa de la siguiente manera:

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1 Pedro  1:19-21).


Referencias

[8] Manual de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Revisado hasta enero de 2012.
[11] Palabras Memorables. Formación Ministerial. Eliseo Duarte.