miércoles, 1 de julio de 2015

Respuesta a la Corte Suprema sobre la Decisión de Redefinir el Matrimonio




Desde la oficina del Superintendente General
David K. Bernard
Traducido por Jorge Isaac Manzano


Por una votación de 5 a 4 la Corte Suprema de los Estados Unidos ha dictaminado que los cincuenta estados deben otorgar licencias de matrimonio a dos personas del mismo sexo. 

¿Cómo deberían responder los cristianos?

1. Continúe defendiendo la Palabra de Dios. En el plan de Dios el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer que hacen un compromiso para toda la vida. Esta definición del matrimonio está fundamentada en el propósito creativo de Dios y el código moral de la raza humana (Génesis 1:27; 2:24). Jesús mismo enseñó esta verdad (Mateo 19:3-9). Por otra parte, Dios diseñó la relación sexual sólo para ese matrimonio. Por lo tanto, la Biblia enseña que el adulterio, la fornicación, y la conducta homosexual son incorrectos. (Vea Marcos 7:21-23; Romanos 1:21-27; I Corintios 6:9-11).


2. Proclame el Evangelio de Jesucristo. Jesucristo no vino al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él (Juan 3:17). Dios vino en Cristo para reconciliar al mundo consigo mismo. Del mismo modo, nuestra misión no es la condenación sino la reconciliación; les rogamos a todos: reconcíliense con Dios (II Corintios 5:18-20). Proclamemos la buena noticia que Jesús murió por nuestros pecados, fue sepultado, y resucitó para traernos salvación (I Corintios 15: 1-4). Cuando las personas creen y obedecen este mensaje, se arrepienten del pecado, son bautizadas en el nombre de Jesucristo, y reciben el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38-39). Este nuevo nacimiento trae la liberación y la transformación de modo que, sin importar nuestro pasado, todos podemos crecer en la gracia, caminar en santidad, y cumplir el plan de Dios para nuestras vidas (I Corintios 6:11).

3. Continúe afirmando el valor y la dignidad de todo ser humano. Dios nos ha creado a todos a su imagen, y Jesucristo murió por todos. Debemos tratar a las personas con respeto y amabilidad, incluso cuando no estamos de acuerdo con su comportamiento o estilo de vida. Debemos reconocer los derechos civiles de todo el mundo, a pesar de que entendemos esto, como también la Declaración de Independencia de los estados, los verdaderos derechos humanos provienen de nuestro Creador y no del gobierno. Nuestro rechazo a la redefinición del matrimonio no tiene nada que ver con la intolerancia o el odio. Reconocemos que Dios ha dado a la gente la libertad de elección y que algunas actividades son legales pero no admisibles para los cristianos. En estos casos, no estamos de acuerdo con aquellos que no comparten nuestra fe. Como Pablo enseñó, debemos hablar la verdad en amor, y debemos usar la sabiduría y la palabra de gracia en la discusión de asuntos como éstos con los no creyentes (Efesios 4:15; Colosenses 4:5-6).

4. Defienda las libertades de expresión, de prensa, de asociación y religión. Estas libertades probablemente son atacadas por aquellos que desean silenciar toda oposición, por lo tanto debemos participar en el proceso político y legal para defenderlas. No es un "discurso de odio" que los cristianos predicamos y enseñamos sobre el pecado y la rectitud. Debemos oponernos enérgicamente a todo intento de obligar a las instituciones cristianas, tales como iglesias, escuelas, agencias de adopción, y servicios de consejería a respaldar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Del mismo modo, debemos oponernos a cualquier intento de quitarle su estatus de exención de impuestos a causa de sus creencias religiosas en esta materia.

5. Ore por nuestra nación y por nuestro mundo. Dios todavía tiene el control, y nuestra esperanza está en Él. Donde abunda el pecado, la gracia se hace mucho más abundante (Romanos 5:20). Cuando Pablo encontró oposición, le pidió a la iglesia orar por una puerta abierta para él hablar la palabra claramente (Colosenses 4:3-4). Cuando la iglesia apostólica experimentó persecución, oró por denuedo para predicar la palabra y por señales y prodigios en el nombre de Jesús (Hechos 4:29-30). En estos postreros días, Dios ha prometido derramar su Espíritu sobre toda carne (Hechos 2:17-18). ¡Oremos por un avivamiento apostólico en estos últimos tiempos!