Por Augusto Pérez
INTRODUCCIÓN
Estamos en los últimos días antes de la
venida de nuestro Señor Jesucristo, y por lo tanto son tiempos tremendamente
emocionantes, para los que decidan recibir de Dios, lo que Él quiere dar a cada
uno de nosotros. No es un misterio el que Dios esté derramando de su Espíritu
de una manera muy especial en el mundo entero. La revista Time dice que las
iglesias pentecostales están ganando más almas en México, América Central y
América del Sur, que todas las otras iglesias protestantes combinadas. ¿Cuál es
la razón para este acontecimiento? Dios está restaurando el mensaje apostólico
de Pentecostés en los últimos días, inmediatamente antes de su venida, como
dice Hechos 2:17: "Y en los
postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne".
Miles de almas están despertando de sus letargos espirituales, de tradiciones
secas y muertas que han recibido en nombre de la cristiandad; están rompiendo
con sus tradiciones, buscando y recibiendo esta experiencia Pentecostal. Esta
experiencia con Dios es la única capaz de satisfacer la profunda necesidad que
hay en tu alma, de ser amado(a) por tu creador y salvador, sintiéndolo viviendo
dentro de ti como RÍOS DE AGUA VIVA.
¿QUIÉN PUEDE RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO?
El apóstol Pedro lleno del poder del Espíritu
Santo, se puso en pie en el día de Pentecostés y les dijo a los que habían
respondido a su predicación: "Arrepentíos y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el
don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros
hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios
llamare". (Hechos 2:38-39).
Así comenzó la Iglesia Apostólica
primitiva. Ese es el mensaje que se predicaba en aquel entonces, y ese es el
mensaje que todavía predican los que obedecen la Palabra de Dios
completamente, no solamente una porción de ella; "Y perseveraban en la
doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del
pan y en las oraciones" (Hechos
2:42). No hay en la
Palabra de Dios quien diga, que Él cambió su plan para la
iglesia. El don del Espíritu Santo es un derecho de todo creyente. Su presencia
continúa dejándose sentir dentro de cada creyente en la iglesia moderna, como
se dejó sentir poderosamente en la iglesia apostólica el día de Pentecostés.
En Samaria los creyentes también recibieron
el Espíritu Santo (Hechos. 8:14-20).
En Cesarea los que no eran judíos también recibieron el don del Espíritu Santo
(Hechos 10:44-48). Como 20 años
después del día de Pentecostés en Jerusalén, Pablo, en Éfeso, encontró a unos
discípulos de Juan el Bautista que aún no habían recibido el Espíritu Santo, ni
habían sido bautizados en el nombre de Jesucristo. A estos les preguntó:
"¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?" (Hechos 19:2), al ellos contestar que
no, el apóstol Pablo les expuso el plan de salvación, luego que ellos fueran
bautizados les impuso las manos inmediatamente y recibieron el don del Espíritu
Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas.
Sin duda alguna, todos los que se entregaban
a Jesucristo en la Iglesia
apostólica, eran bautizados en el nombre de Jesucristo y llenos del Espíritu
Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba
que hablasen. ¡La promesa es también suya; por qué no aprovecha y la recibe en
el nombre de Jesucristo!
LA EVIDENCIA
Es evidente cuando leemos la Biblia que cada vez que
alguien recibía el Espíritu Santo había una manifestación, una señal externa
que no se podía negar, esconder o tapar. Nadie JAMÁS recibió el bautismo del
Espíritu Santo sin que se enterara la persona que estaba cerca. En Jerusalén
una multitud de judíos la vio y la oyó: "Así que, exaltado por la diestra
de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha
derramado esto que vosotros veis y oís" (Hechos 2:33). En Samaria, el mago Simón la vio: "Cuando vio
Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo..."
(Hechos 8:18). En Cesarea, los que
acompañaban a Pedro la oyeron también: "Porque los oían que
hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios" (Hechos 10:46).
¿Qué fue aquello que esta gente vio y oyó?
Cuando cayó por primera vez en el aposento alto, hubo un viento recio, hubo
fuego, y hubo otras lenguas. Pero las manifestaciones que ocurrieron después de
este derramamiento inicial, no fueron acompañadas de fuego, ni de viento,
solamente se oyó hablar en lenguas según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 11:15). En la ciudad de Éfeso,
Pablo les preguntó si habían recibido el Espíritu Santo desde que habían
creído, al ellos decir que no, Pablo procedió a bautizarlos y luego les impuso
las manos y recibieron el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras
lenguas. Pablo no les volvió a preguntar si habían recibido el Bautismo
Pentecostal porque él mismo los había oído hablando y alabando a Dios en
lenguas angelicales. (Hechos 19:1-7).
La evidencia es esta: "Cuando un
creyente recibe el Espíritu Santo habla en lenguas como prueba de que recibió
el Espíritu Santo". Esto es independiente del don de lenguas que puede
recibir un creyente como un ministerio adicional que Dios le da (1 Corintios 12:30).
Pero, ¿por qué lenguas? La lengua del hombre
puede ser usada para bendecir o maldecir. Es el único miembro del cuerpo que
puede corromper el cuerpo entero. Es indomable, lleno de veneno y maldad; Santiago 3:8 dice: "Pero ningún
hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena
de veneno mortal". El hombre puede controlar un caballo con riendas y
bozal, puede manejar un barco con un timón, puede guiar un cohete
electrónicamente millones de millas por el espacio con una certeza increíble,
sin embargo NO PUEDE DOMAR LA
LENGUA. Jesús dijo: "Y estas señales seguirán a los
que creen: En mi nombre echaran fuera demonios; hablaran nuevas lenguas..."
(Marcos 16:17).
Cuando el Espíritu Santo entra al corazón de
una persona, Dios reclama la posesión de la lengua de la persona, sabiendo que
cuando le damos la lengua para que Él la domine y la consagre, Él nos posee
completamente (Isaías 28:11). Él
quiere poseer nuestros corazones, nuestras mentes, nuestros cuerpos, nuestros
deseos y voluntades y nuestra lengua. Algunas personas quieren recibir el
Espíritu Santo, el Poder Pentecostal, pero NO QUIEREN HABLAR EN LENGUAS. Dicen:
"Oh Señor bautízame con tu Espíritu Santo, lléname con agua viva, pero por
favor NO HABLES, DEJA MI LENGUA FUERA DE ELLO". Pablo dice en la Biblia: "Quisiera
que todos hablaran en lenguas... Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más
que todos ustedes... No impidáis el hablar en lenguas" (1
Corintios 14:5, 18, 39).
¿CÓMO RECIBIR EL ESPÍRITU SANTO?
El primer paso para recibir este don
de Dios, es el arrepentimiento: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y RECIBIRÉIS EL
DON DEL ESPÍRITU SANTO" (Hechos
2:38). El arrepentimiento es el girar 180 grados la dirección hacia donde
íbamos, y comenzar a caminar con Dios, y dejar que Él sea el amo de nuestras
vidas. Arrepiéntase hasta que sienta que Dios le ha perdonado todos sus
pecados, examinando su conciencia y dejando que Él le muestre todos esos
pecados escondidos. En el momento que usted sinceramente se arrepiente, Dios le
perdonará inmediatamente, y sentirá como si le hubieran quitado un gran peso de
su alma. Ahora usted puede hablar con Dios y pedirle que le llene con su
Espíritu Santo, y lo puede recibir en ese momento, pero hay un segundo paso que
es tan necesario como el primero.
El segundo paso es el bautismo en el
nombre de Jesucristo. En el Nuevo Testamento el bautismo era un acto de fe, que
probaba que la persona se había arrepentido completamente. Es un testimonio
público delante de los hombres de que la persona ha decidido entregar su vida a
Cristo, y vivir desde ese momento en adelante para Él. En el arrepentimiento
usted muere al pecado, en el bautismo usted es enterrado, y cuando usted sale
del agua es un acto simbólico de su resurrección a vida nueva. Dios le puede
llenar con su Espíritu Santo en el mismo tanque bautismal, antes o después del
bautismo en agua. Dios no siempre se mueve de la misma forma. Algunos reciben
el Espíritu Santo antes de bautizarse en agua, otros después (Hechos 10:44-48), lo importante es que
la persona sea obediente a su mandamiento. (Hechos 5:32).
El tercer paso es la alabanza sincera
que sale del corazón. No esté nervioso(a) o tenso(a) o miedoso(a), así se hace
mas dificultoso recibir el don de Dios. Siéntase relajado, confortable, con
confianza para recibir lo que Dios le quiere dar. Ya usted obedeció la Palabra, ya hizo Su parte,
ahora Dios va a hacer la suya, usted sólo tiene que recibir.
El cuarto paso es la fe. Fe de que el
Señor va a cumplir lo que Él prometió. Él no te va a dar algo que no es bueno,
que te va a hacer daño, Si los hombres siendo malos, saben dar buenos regalos a
sus hijos, "¿cuanto mas nuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo
a los que se lo pidan?" (Lucas
11:9-13). Pida con confianza, con fe, con insistencia y usted va a recibir
el agua viva de Dios. Piense en Jesucristo con sus brazos abiertos hacia usted,
levante usted sus brazos a Él como si lo fuera a abrazar, y comience con fe a
adorarlo, a alabarlo con ¡ALELUYAS!, ¡ALABANZAS! y ¡GLORIAS!, a Dios le agrada
esta clase de adoración en el espíritu (Juan
4:23-24), después de todo, ¿no es eso lo que siempre usted ha deseado? ¿Amar
a Su Dios en espíritu y en verdad, sin ningún tipo de barrera y de obstáculo? ¿Poder
estar usted en Él, y Él en usted, en un éxtasis inexplicable en el espíritu? ¿Con
gozo inefable y glorioso? (1 Pedro 1:8;
Hechos 13:52). Proceda a hacer
contacto con Dios, donde usted va a sentir su divina Presencia. Un calor
inconfundible tocará su Corazón, y posiblemente se sorprenderá al sentir
lágrimas calientes corriendo en sus mejillas, mientras usted habla palabras de
amor y gratitud por su perdón y gran amor hacia usted (Juan 3:16).
El quinto paso es dejar que el
Espíritu Santo te sumerja. Cuando usted sienta la presencia del Señor, No pare
de alabarlo, sino siga en esa misma actitud de alabanza. Tiene que dejar la
dimensión del pensamiento humano y cruzar a la dimensión del Espíritu Santo,
"Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos"
(Isaías 55:9). Su actitud tiene que
ser como la de un niño (Mateo 18:3),
y confiar en Él 100%. Como un niño cree y obedece, así nosotros comenzamos
nuestra transformación espiritual. Nos encontramos hundiéndonos más y más en el
océano del amor de Dios. Los labios comienzan a temblar, lagrimas comienzan a
correr por nuestras mejillas, la voz puede que se intensifique a un grado más
alto, con las manos extendidas como un niño extiende sus manos hacia los brazos
fuertes de su padre. Explicando el bautismo del Espíritu, Jesús dijo: "Si
alguno tiene sed, venga a mí y beba; Él que cree en mi, como dice la Escritura, de su
interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:37-39).
El sexto paso es tomar el agua
viva que el Señor Jesús te esta dando a beber. Pero nadie puede beber con la
boca cerrada. Dios dice: "Abre tu boca, y yo la llenaré" (Salmo 81:10). Dios no te puede llenar
tu boca si está cerrada. Algunas personas no reciben de Dios porque cierran sus
bocas, o no la abren lo suficiente. Abre tu boca con confianza, y deja que el
Señor la llene con palabras angelicales, que Él te va a poner en tu corazón.
Usted tiene sed de esa agua viva, recíbala.
La sed es una de las necesidades más urgentes del hombre, y puede ser saciada
con agua u otra bebida. Pero la sed del alma sólo puede ser saciada con el agua
que procede de lo alto (Isaías 55:1).
"Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra
árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación" (Isaías 43:3). El tratar de saciar la
sed del alma, con cosas de este mundo, lo va a dejar a usted sin saciar su sed
espiritual (Job 29:23). Usted puede
estar rodeado de agua, pero morirá a menos que abra su boca y beba. "Y
el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente" (Apocalipsis
22:17). Abrid vuestra boca y bebed con sed del Espíritu Santo, de la fuente
del agua de la vida (Apocalipsis 21:6).
En el Nuevo Testamento la palabra Espíritu también significa aliento. Respira
profundamente ese aliento de Dios y hablarás libremente en el Espíritu Santo,
las palabras que te daré a hablar.
El séptimo y último paso
es entregar su lengua al control del Señor. En el Día de Pentecostés "todos...
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen"
(Hechos 2:4). Eso es, hablaron según "el Espíritu les dio palabras que
pronunciar", "según el Espíritu les dio facultad para
expresarse", "según el Espíritu impulsó sus expresiones".
Estas son algunas traducciones bíblicas (otras versiones). Igual que una
maestra guía a sus discípulos a decir un poema, ella no les dice el poema, sólo
les indica lo que debe decir. De la misma forma el Espíritu Santo no fuerza a
nadie a hablar en lenguas, ni habla a través de nadie como si fuese un
fonógrafo. Lo que hace el Espíritu es guiarnos dándonos palabras o
sugiriéndonos aquello que debemos decir. No es mendigar, persuadir, ni rogar.
Tampoco es echar a un lado la dirección del Espíritu Santo tratando de hablar
en nuestra lengua conocida (español), ni aun diciendo: "Aleluya",
"Gloria a Dios," o "Jesús".
Los discípulos en el día de Pentecostés
hablaron las palabras que el Espíritu les insinúo. NO FUE EL ESPÍRITU QUIEN
HABLÓ POR ELLOS, fueron ellos los que hablaron voluntariamente. Sintieron
palabras extrañas y añadieron sus propias voces. No les interesó lo extraño que
iban a sonar esas palabras, ni lo que la gente pensara, HABLARON EN FE.
No todos hablan igual al recibir el Espíritu
Santo. Unos hablan en voz baja, otros gritan. El famoso evangelista del siglo
XIX Carlos Finney al escribir su experiencia dijo: "Yo recibí un bautismo
potente del Espíritu Santo. Lloré fuerte con gozo y amor... Literalmente bramé
los sentimientos indecibles de mi corazón" (Autobiografía). Es muy posible
que el Espíritu Santo al comenzar te dé palabras muy cortas, de una sílaba.
Mientras estén ahí, dilas una y otra vez hasta que Él te dé más qué decir, y
habrá más que decir.
Mientras usted continúe recibiendo, Él le va
a seguir dando (Salmo 65:9). Igual
que los niños no comienzan hablando grandes palabras al principio, sino
comienzan hablando palabras como MAMÁ y PAPÁ y los padres se sienten tan
contentos que el bebé puede hablar esa palabra, está comenzando a formar
palabras con sus labios y su lengua. Ésta es la forma que todos comenzamos a
hablar naturalmente y sobrenaturalmente en nuestra lengua conocida, y en
nuestra lengua angelical (1 Corintios
13:1). Alguien nos ayudó y nos animó, sílaba por sílaba, palabra por
palabra, frase por frase. Nuestro Padre Celestial está complacido, como lo está
cualquier padre humano, cuando usted hable las palabras que Él quiere oír. ¿No
oyes su dulce insistencia como te dice: "Habla hijo(a) mío (a),
habla"?
EL LENGUAJE PENTECOSTAL
El Espíritu Santo te va a impulsar a alguna
forma de expresarte, la cual puede ser una, varias o todas estas:
EL TARTAMUDEO es cuando usted
comienza a temblar sus labios y su lengua. Si esto sucede hable claramente, en
fe. Esto es señal de que hay otra lengua presente… la Biblia dice "En
lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablaré a este pueblo" (Isaías 28:11). En este punto muchos
impiden que el Espíritu Santo se manifieste, porque persisten en hablar su
propia lengua (español), cuando Él nos está guiando dulcemente a hablar su
lenguaje, a su modo de hablar. USTED VA A SEGUIR TARTAMUDEANDO MIENTRAS
PERSISTA EN HABLAR EN SU LENGUA NATIVA. Cuando usted comience a balbucear,
INMEDIATAMENTE deje de tratar de hablar en su idioma conocido y comience a
hablar en lengua desconocida. No se puede hablar dos idiomas al mismo tiempo,
ES IMPOSIBLE. Nadie lo va a intentar en lo natural. Cuando usted siente que
Dios está presente para bautizarlo(a), no estorbe a Dios con repetición de
palabras o de frases conocidas en su lengua conocida.
Algunas veces mientras el Espíritu está
tratando de impulsar a la persona a hablar en otras lenguas, debido a la
bendición que está recibiendo convierten el asunto en una competencia de hablar
en lenguas, comienzan a decir "Gloria, gloria, gloria". Casi siempre
ganan la competencia con el Espíritu Santo y vuelven a su casa sin recibir
nada, diciendo: "¿Por qué no recibí el bautismo?" No importa la
bendición que Dios le esté dando, cuando el Espíritu Santo venga sobre usted
para bautizarlo(a), no diga nada en su propia lengua, sino use sus propios
órganos vocales para hablar las palabras que Él le está proveyendo, no las
ahogue con temor e incredulidad.
UN IMPULSO INTERIOR, es cuando usted
siente las palabras del Espíritu Santo dentro de usted. A veces las siente
cuando esta orando, a veces cuando usted está leyendo la Biblia, cuando está
meditando, si usted siente el impulso del Espíritu Santo a decir esas palabras,
no lo rechace, obedézcalo y usted hablará en lenguas. Esas personas a veces
están esperando que el Espíritu lo haga todo, o creen que esos impulsos son de
la carne.
Pero la carne jamás conducirá a nadie al
bautismo del Espíritu Santo (Gálatas
5:17). La carne se opone a las lenguas, le dirá que usted mismo es el que
esta inventando esas palabras, o que esta repitiendo lo que oyó a otra persona
decir. La carne quiere expresarse, y hace que usted continúe hablando en su
lengua natural, mientras que el Espíritu esta impulsándolo(a) a hacer lo
contrario. La palabra nos dice que sólo el Espíritu Santo es el que inicia el
hablar en lenguas. Esas palabras y sonidos extraños no vienen de su carne, o de
su imaginación, se los está dando el Espíritu Santo.
Algunos se han visto en sueños hablando en
lenguas, y al despertar simplemente siguieron la dirección del Espíritu y continuaron
hablando en lenguas. El sueño no fue el bautismo, sino que recibieron el
bautismo cuando EN FE hablaron voluntariamente en lenguas después de despertar.
IMPULSOS MIENTRAS HABLA, es cuando usted
comienza a hablar en lenguas sin saber lo que dirá. Siente la presencia del
Espíritu y sencillamente comienza a hablar en lenguas. Es un acto de fe (Hebreos 11:8). "Creí por lo
cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos" (2 Corintios 4:13). La palabra clave es
CONFIAR EN DIOS. Sin saber exactamente lo que Dios le hará decir, usted
comienza a hablar en lenguas, dejando que Dios le guíe mientras usted está
hablando.
Quizás haya algún otro medio por el cual el
Espíritu te ayude, te guíe, te dirija o te impulse a qué decir. Dios te va a
ayudar a hablar en su idioma. NO DUDES, PREPÁRATE PARA HABLAR EN OTRAS LENGUAS
CUANDO RECIBAS EL ESPÍRITU SANTO. Dios te está dando las palabras a expresar, exprésalas
con confianza, PRONÚNCIALAS EN FE, CON AUDACIA, REVERENTEMENTE. ¿Estás listo(a)
para dar el paso de fe? El Espíritu Santo ya ha sido dado. Ya Dios no tiene
nada que dar, es usted el que tiene que recibir. Recíbalo confiadamente,
sencillamente tranquilamente como Dios lo ha determinado. No se inquiete ni lo
resista, no se ponga nervioso(a) o rígido(a). Dígale: "Señor yo soy tu
hijo(a) que ahora estoy obedeciéndote. Estoy bebiendo de tu Espíritu; está
cayendo sobre mí; lo estoy recibiendo; me está sugiriendo palabras e
impulsándome para hablarlas. No diré nada en mi lengua nativa porque estoy esperando
hablar en otras lenguas. No dejaré que mi habla natural se confunda con lo
sobrenatural. Seguiré tu dirección y con valor te daré mi voz para decir
palabras que estás dándome, no dudaré por un momento ni me sentiré dudoso(a) ni
temeroso(a). Estoy listo(a) y abro mi boca para que tú la llenes con tus
palabras de vida. Hablaré esas palabras extrañas que están en mi corazón, en
mis labios, y que inundan mi alma AHORA MISMO".
DESPUÉS DEL PENTECOSTÉS
Esto es lo que has esperado toda tu vida. Tu
espíritu se ha unido al de Él. Qué gozo tan inefable saber que tu cuerpo es
ahora el templo del Espíritu Santo. ¿Le has dado las gracias por lo que te ha
dado? Alábalo y dale las gracias continuamente porque tienes el privilegio de
tenerlo a Él viviendo dentro de tu alma.
Una vez que usted sea lleno(a) del Espíritu,
no deje las cosas así, sino renueve su experiencia día a día dejando fluir esa
agua viva en su ser. El que recibe el bautismo en el Espíritu Santo debe desear
ser lleno(a) una y otra vez. Cuando esté rebosando el agua dentro de usted, va
a comenzar a hablar en lenguas nuevamente. Y estos rebosamientos pueden ser aún
más gloriosos que el bautismo original.
Cuando las personas no son dirigidas a estos
nuevos derramamientos, gradualmente se convierten estériles espiritualmente, y
pueden llegar a perder el Espíritu Santo que recibieron originalmente. Su
primer deber después de haber recibido el Espíritu Santo es decirle a otros de
esta maravillosa experiencia. Cristo dijo: "Me serán testigos" (Hechos 1:8), usted fue bautizado para
ser testigo, y no manifestará una vida llena del Espíritu a menos que esté
activo como ganador de almas. Predique a Jesús dondequiera que usted esté, allí
va a haber alguien que le escuche.
El crecimiento suyo es muy importante para su
felicidad espiritual, y para lograr ese crecimiento espiritual, necesita orar,
leer la Biblia,
ayunar, y asistir a la iglesia a oír la predicación ungida del pastor y su
enseñanza que nos ayuda a crecer y a caminar con el Señor. Así usted conocerá cómo
tener el fruto del Espíritu en su vida, cómo vivir una vida en santidad, "sin
la cual nadie verá al Señor" (Hebreos
12:14), y cómo recibir ministerios en la iglesia mediante su Espíritu (1 Corintios 14).