Por Jorge Isaac Manzano
CARACTERÍSTICAS DE LA VIDA CRISTIANA
La vida del cristiano
está identificada con unos aspectos de orden moral y espiritual que hacen parte
de sus prácticas y costumbres, a continuación mencionaremos algunas de las
características que hacen parte de la vida cristiana:
La vida cristiana es una vida de orden
Así como Dios en el
principio ordenó todo lo que había creado, separando las aguas de la tierra, colocando
en el cielo lumbreras y en la tierra plantas y animales, de igual manera en Cristo
Dios ha venido a poner orden a la vida de los seres humanos caídos por causa
del pecado. Él está haciendo una obra de transformación en nosotros de tal
manera que seamos semejantes a Cristo en toda nuestra manera de vivir.
El hombre de Dios debe
ser ordenado en todos los aspectos de su vida: debe trabajar por el sustento
propio y de su familia, tener buenas relaciones con sus compañeros de trabajo,
con sus vecinos y con sus hermanos en la fe. De esta manera el cristiano
reflejará que tiene a Dios en su vida y será una luz que alumbre en medio de la
oscuridad.
Vivir la nueva vida genera una lucha entre la carne y el
Espíritu, haciendo morir la carne
El apóstol Pablo en su
carta a los gálatas, nos muestra una realidad que existe en cada ser humano que
vive sobre la faz de la tierra: La lucha entre la carne y el Espíritu, esta
lucha debemos librarla cada día de nuestra vida, la inclinación hacia el pecado
(los deseos de la carne) en contra del deseo de agradar a Dios (el fruto del
Espíritu). El Señor Jesucristo también nos habló de esto y lo expresó de la
siguiente manera: “velad y orad para que no entréis en tentación, porque a la
verdad el espíritu está dispuesto pero la carne es débil”.
Todo cristiano vive una vida de altibajos
Los estados de ánimo
influyen de manera decisiva en el desarrollo de nuestra vida cristiana, si
dependemos de ellos, podemos fracasar en nuestra decisión de seguir al Señor,
serle fiel y servir en su obra, pero si por el contrario depositamos nuestra fe
y confianza en el Señor, teniendo presente que la excelencia del poder está en
Dios y no en nosotros que somos vasos de barro, seremos creyentes
perseverantes, con propósitos firmes en Dios y avanzaremos hacia adelante sin
desmayar.
El crecimiento y la madurez espiritual
El inicio de la vida
cristiana es comparable al nacimiento una nueva criatura que comienza a
desarrollarse hasta hacerse una persona responsable, con criterios para tomar
decisiones y capaz de asumir nuevos retos en el día a día, el cristiano está
llamado a no permanecer en la niñez espiritual sino a proyectarse a la madurez
espiritual, el cristiano que no ha madurado es aquel que no discierne cuáles
son las cosas que realmente edifican, se preocupa más en buscar las añadiduras
que el reino de Dios y su justicia, no tiene su confianza puesta en Dios sino
en los bienes que posee y en sus riquezas.
Una nueva vida para triunfar
La derrota, el desánimo
y el desaliento se apoderan muchas veces de la vida de los seres humanos, Dios
a través de su Espíritu, renueva nuestra mente con pensamientos de triunfo,
fortaleza y esperanza, nos muestra que sin Él no podemos hacer nada pero con Él
lo podemos todos. En Cristo somos más que vencedores, tenemos garantizada la
victoria, vamos de fe en fe, de poder en poder, de triunfo en triunfo y de
victoria en victoria.
DEBERES DE LA VIDA CRISTIANA
La vida en Cristo
requiere de una entrega total a Dios, el creyente renacido está comprometido
con los ideales de la fe cristiana: ser luz, ser sal, ser ejemplo, ser íntegro.
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí,
todas son hechas nuevas.
Desechando la mentira
El cristiano debe ser
un hombre o una mujer que hable verdad en su boca, el que dice mentiras nunca
se afirmará, la base de la confianza que podamos tener en una persona radica en
que ella hable con verdad y no con mentiras, el Señor demanda de nosotros una
adoración genuina, es decir, en espíritu y en verdad.
Trabajar y no hurtar
El hombre debe trabajar
para proveer para los suyos según las necesidades que se presenten, el creyente
que no lo hace está incurriendo en una conducta que atenta contra la fe
cristiana. La necesidad de trabajar para un cristiano tiene como primer
objetivo proveer para sus necesidades pero también para las necesidades de los
demás.
No pequéis a causa de la ira
Airaos pero no pequéis.
Es cierto que algunas situaciones en nuestras vidas nos ponen de mal humor, o
incluso nos pueden llenar de ira. Pero es ahí cuando debemos dejar actuar al
Espíritu Santo para producir el fruto de paciencia, mansedumbre y templanza
necesario para cualquier tipo de circunstancia donde esté involucrada la ira.
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca
El vocabulario del
cristiano debe ser ejemplar, sus palabras deben estar sazonadas con sal, de tal
manera que produzcan gracia y edifiquen a los oyentes, nuestra forma de hablar
dice mucho de nosotros, un cristiano es identificado muchas veces con sólo
escucharle hablar, tengamos presente que la espada del Espíritu es la palabra
de Dios, así que si nuestro corazón está lleno de ella, hablaremos
abundantemente de las maravillas de Dios.
No participéis de las obras infructuosas de la carne
El cristiano debe
establecer una clara diferencia entre la luz y las tinieblas, entre los deseos
de la carne y el fruto del Espíritu, por lo tanto, es nuestro deber no apoyar
ni participar de aquellas cosas que no pongan en algo el nombre de nuestro Dios
y su evangelio, somos cartas leídas por los hombres, nuestro testimonio es
crucial si queremos ganar almas para Dios, claramente el apóstol Pablo nos dice
que el ocuparse de la carne es muerte pero el ocuparse del Espíritu es vida y
paz.
Referencias
Módulo Vida Cristiana. Fundación Educación Cristiana Pentecostal