ÍNDICE
Prefacio
Prefacio
Prólogo
I. En el túnel del tiempo
en un momento inoportuno
II. Las serpientes de
Cholomando
III. Cuando los hombres
prudentes dicen adiós
IV. Otra batalla en el
río de la Plata
V. ¡Se ha apoderado de
ti!
VI. Adiós a todo esto
VII. Todo lo que permite
el cielo
VIII. Una indicación
hacia Lima
IX. El crisol peruano
X. Nubarrones y lluvia
XI. Ruth, de viaje
XII. Gracias por el
recuerdo
XIII. ¡Aleluya!
Andalucía
XIV. Pedro el
persistente
XV. Acusaciones falsas
XVI. Navegando
Posdata
¿Dónde se hallan ahora?
PREFACIO
Durante algún tiempo he
tenido la impresión producida por el Espíritu del Señor de que había de
escribir algo sobre la vida de Bill Drost. Quisiera tener el gozo de compartir
estas «pepitas
de oro»
con los muchos que van a leer este libro.
Tuve el privilegio y la
oportunidad de andar por la senda de la vida con él durante 34 años. El aprecio
que sentía por él fue creciendo a medida que vi cómo obedecía al llamado de
Dios, bajo penosas pruebas, al parecer en condiciones imposibles. Pronto me di
cuenta, una vez casados, que era inútil tratar de hacerle mudar de opinión
cuando había oído órdenes de Dios para efectuar cambios importantes en lo que
estábamos haciendo. Ningún sacrificio era demasiado grande, ninguna barrera
demasiado alta, cuando se trataba de ir a buscar almas para Jesús, porque había
recibido la visión del valor de un alma, y su deseo principal en la vida era
ganar tantas como fuera posible para el Señor. Sus experiencias en el ejército,
cuando fue encarcelado por causa del Evangelio y escapó apenas con la vida, sus
caminatas agotadoras y prolongadas por las trochas de la selva, en periodos en
que su cuerpo estaba macerado por el dolor y la fiebre, todo esto contribuía a
impulsarle a mayores victorias.
El amor de Bill hacia
nuestros cuatro hijos era evidente, y aunque sus deberes le llevaban a hacer
grandes viajes, estaba ansiado de volver a casa para estar con la familia y
juguetear con los hijos y ser su amigo. Los hijos siguieron las huellas de su
padre, no porque él insistiera en que se hicieran misioneros, sino porque él
había vivido una vida plena y satisfactoria ante sus propios ojos. Los hijos
sentían el latido de su corazón y le contemplaban trabajando con valores
eternos a la vista, y ellos captaron su visión del valor de un alma.
He tenido el gozo de
ver cómo ha crecido la obra de Dios en España, donde Bill últimamente pasó a
trabajar y laborar en terreno virgen. Varios de los pastores locales son
hombres a quienes él bautizó y nutrió en el Señor. Su tumba se halla como un
monumento a un hombre que amó entrañablemente al pueblo español, y cuya labor,
impregnada de amor incansable, todavía vive, puesto que otros han escuchado el
llamado «Id».
Muchas veces, desde su fallecimiento, aunque he tenido que luchar con la
soledad y el temor, me he sentido alentada por el amor de Jesús a cumplir mi
misión, a animar, estimular y confrontar a estos pastores y a mis hijos, debido
al ejemplo valeroso que Bill había dado delante de mí.
¿Dónde se hallan los jóvenes que digan «Sí» al llamado del Maestro hoy? Hay una escasez grande de obreros y los campos están blancos para la siega. Se presentan oportunidades por todas partes. No es posible que tú puedas ocupar el lugar de Bill Drost, y esto no se requiere de ti. Pero hay un lugar que puedes ocupar, y la voz de Dios está rogándote ahora mismo, a ti, que lees estas palabras. Haz caso al llamado para hacer lo que se te dice que hagas: sé un ganador de almas para Jesús.
¿Dónde se hallan los jóvenes que digan «Sí» al llamado del Maestro hoy? Hay una escasez grande de obreros y los campos están blancos para la siega. Se presentan oportunidades por todas partes. No es posible que tú puedas ocupar el lugar de Bill Drost, y esto no se requiere de ti. Pero hay un lugar que puedes ocupar, y la voz de Dios está rogándote ahora mismo, a ti, que lees estas palabras. Haz caso al llamado para hacer lo que se te dice que hagas: sé un ganador de almas para Jesús.
Ruth Drost
William Ford Drost (1915-1979) |
El libro “Un Destino más
allá de la Muerte” es la segunda parte de la interesantísima, y por largo
tiempo esperada, historia de Bill Drost, el hombre llamado por Dios para ser
misionero en América del Sur, y después en España.
La vida de Bill está
llena de milagros. En esta segunda parte, titulada “Un Destino más allá de la
Muerte”, se cuenta el caso de cómo, a consecuencia de un accidente
automovilístico, el cuerpo del gran misionero cayó a un caudaloso torrente, al
lado de la carretera, y cómo se recuperó, pese a un largo tiempo de inmersión.
Asimismo, su maravillosa curación de cáncer y muchos otros casos en los que
tuvo lugar una clara intervención divina en la vida del gran servidor de Dios,
vulgarmente conocido, en Bolivia y otras naciones de América del Sur, como Bill
el Pentecostal.
Bill sirvió al Señor en
los últimos años de su vida como misionero en Málaga, (España). Había empezado
a escribir sus memorias, cuando Dios llamó su alma al cielo, antes de que
pudiera terminar su relato.
Las impresionantes
historias que se refieren en este volumen han sido escritas por su esposa,
Ruth, ayudada por sus amigos y hermanos en Jesucristo, Miguel y Lorna Wieteska.
Para más información dé clic en los siguientes enlaces:
Bill Drost el Pentecostal
Mike Wieteska
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Bill Drost el Pentecostal
Mike Wieteska