Desde la oficina del Superintendente General
David K. Bernard
Traducido por Jorge Isaac Manzano
Por una votación de 5 a 4 la Corte Suprema de los Estados
Unidos ha dictaminado que los cincuenta estados deben otorgar licencias de
matrimonio a dos personas del mismo sexo.
¿Cómo deberían responder los
cristianos?
1. Continúe defendiendo la Palabra de Dios. En el plan de
Dios el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer que hacen un compromiso
para toda la vida. Esta definición del matrimonio está fundamentada en el
propósito creativo de Dios y el código moral de la raza humana (Génesis 1:27; 2:24).
Jesús mismo enseñó esta verdad (Mateo 19:3-9). Por otra parte, Dios diseñó la
relación sexual sólo para ese matrimonio. Por lo tanto, la Biblia enseña que el
adulterio, la fornicación, y la conducta homosexual son incorrectos. (Vea
Marcos 7:21-23; Romanos 1:21-27; I Corintios 6:9-11).
2. Proclame el Evangelio de Jesucristo. Jesucristo no vino
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él (Juan
3:17). Dios vino en Cristo para reconciliar al mundo consigo mismo. Del mismo
modo, nuestra misión no es la condenación sino la reconciliación; les rogamos a
todos: reconcíliense con Dios (II Corintios 5:18-20). Proclamemos la buena
noticia que Jesús murió por nuestros pecados, fue sepultado, y resucitó para
traernos salvación (I Corintios 15: 1-4). Cuando las personas creen y obedecen este
mensaje, se arrepienten del pecado, son bautizadas en el nombre de Jesucristo,
y reciben el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38-39). Este nuevo nacimiento
trae la liberación y la transformación de modo que, sin importar nuestro
pasado, todos podemos crecer en la gracia, caminar en santidad, y cumplir el
plan de Dios para nuestras vidas (I Corintios 6:11).
3. Continúe afirmando el valor y la dignidad de todo ser
humano. Dios nos ha creado a todos a su imagen, y Jesucristo murió por todos.
Debemos tratar a las personas con respeto y amabilidad, incluso cuando no
estamos de acuerdo con su comportamiento o estilo de vida. Debemos reconocer
los derechos civiles de todo el mundo, a pesar de que entendemos esto, como
también la Declaración de Independencia de los estados, los verdaderos derechos
humanos provienen de nuestro Creador y no del gobierno. Nuestro rechazo a la
redefinición del matrimonio no tiene nada que ver con la intolerancia o el
odio. Reconocemos que Dios ha dado a la gente la libertad de elección y que
algunas actividades son legales pero no admisibles para los cristianos. En
estos casos, no estamos de acuerdo con aquellos que no comparten nuestra fe.
Como Pablo enseñó, debemos hablar la verdad en amor, y debemos usar la
sabiduría y la palabra de gracia en la discusión de asuntos como éstos con los
no creyentes (Efesios 4:15; Colosenses 4:5-6).
4. Defienda las libertades de expresión, de prensa, de
asociación y religión. Estas libertades probablemente son atacadas por aquellos
que desean silenciar toda oposición, por lo tanto debemos participar en el
proceso político y legal para defenderlas. No es un "discurso de odio"
que los cristianos predicamos y enseñamos sobre el pecado y la rectitud.
Debemos oponernos enérgicamente a todo intento de obligar a las instituciones
cristianas, tales como iglesias, escuelas, agencias de adopción, y servicios de
consejería a respaldar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Del mismo
modo, debemos oponernos a cualquier intento de quitarle su estatus de exención
de impuestos a causa de sus creencias religiosas en esta materia.
5. Ore por nuestra nación y por nuestro mundo. Dios
todavía tiene el control, y nuestra esperanza está en Él. Donde abunda el
pecado, la gracia se hace mucho más abundante (Romanos 5:20). Cuando Pablo encontró
oposición, le pidió a la iglesia orar por una puerta abierta para él hablar la
palabra claramente (Colosenses 4:3-4). Cuando la iglesia apostólica experimentó
persecución, oró por denuedo para predicar la palabra y por señales y prodigios
en el nombre de Jesús (Hechos 4:29-30). En estos postreros días, Dios ha
prometido derramar su Espíritu sobre toda carne (Hechos 2:17-18). ¡Oremos por un
avivamiento apostólico en estos últimos tiempos!